¿Do ut des?
Enviado por aportación de C. O.
No, no y no. No
puedes hacer absolutamente nada para ganarte un orgasmo.
Que has sido buen
chico, obediente, has hecho las tareas domésticas, has servido y complacido a
tu esposa en todo... Y, ¿crees que esto merece recompensa?
No has entendido
nada. Esto no es un comercio, ni una transacción. Someterte a ella y servirla
es la sublimación de tu líbido. Así es y así se queda. No hay contrapartida. El
orgasmo depende única y exclusivamente del capricho y voluntad de tu esposa. De
nada más. Que ella, de vez en cuando, desee aliviar tú tensión o le guste verte
gemir como un poseso o permita que recuerdes como es..., esos son sus motivos,
libres e incondicionados. Da gracias por ello.
Si el orgasmo
fuese una recompensa o un pago por los servicios prestados eso acabaría
generando un derecho a tenerlo y tu esposa solo seria la mera administradora de
ese derecho, es decir, controlarias tú y no ella. Y se trata exactamente de lo
contrario.
Nada de “te doy
para que me des”. Tu esposa no está inmersa en tu bucle de orgasmo contra
sumisión y sumisión contra orgasmo. Tu esposa es la salida de la espiral sin
fin. Ella es la solución.
No es tan complicado
entenderlo. Si para que desarrolles tu sumisión a ella te ha de mantener en
castidad y, al tiempo, te ha de compensar tu sumisión precisamente
excepcionando la castidad... Tu mujer se metería de cuatro patas en el cínculo
sin fin de tu sexualidad contradictoria e ineficiente.
Olvídate. Por su
bien y por el tuyo, tu sexualidad comienza y acaba con el deseo frustrado y su
superación en servidumbre y entrega. Punto. Por su bien y por el tuyo, el climax
de tu placer sexual pertenece enteramente a tu mujer, es parte de “su”
sexualidad no de la “tuya”. Y punto. Ambas cosas están en planos distintos, ni
se encuentran ni se compensan.
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