Al día siguiente,
me levante. Hice un desayuno muy tranquilo y pensativo. Iba repasando
dudas, temores, emociones… Cuando acabe, me vestí correctamente y
fui a mi nuevo destino. A mi nueva vida quizás???
Llegue a la hora en
punto. Ella estaba esperándome en la puerta. Iba con un camisón
largo. Aparque y, mientras lo hacía, ella se metió dentro de casa.
-Buenos días María.
Siempre, nada más entrar en casa, te desnudaras por completo.
-Buenos días
Señora. Si Señora. Y me desnude.
-Empezó a reírse,
al verme desnudo. Muy bien María. Veo que has hecho bien el trabajo
que te encargue y, además, veo que quieres ser una mujercita. Has
hecho más de lo que te pedí. Te gustara ser mi chacha. Tendrás
ratos buenos en que serás mi amiga. Ratos para trabajar, siendo mi
chacha. Y otros ratos, en que serás una perra y te usare como tal.
Ahora ponte a cuatro patas y sígueme.
- Si, Señora.
Me dio una patada en
el culo y me dijo que no había visto nunca antes, una perra que
hablara. Me ordeno ladrar. Más y más fuerte. Me daba patadas. Me
hacía menear el culo. Me hacía recoger y traerle un palo que me
tiraba. Y con todo eso , sin saber porque me iba calentando y mi
polla iba creciendo. Se dio cuenta. Me mando levantarme.
-María, has visto
que estas con esa cosa, tiesa, entre las piernas? Quiero que seas mi
sumisa, mi amiga y mi perra…. Pero ninguna de las tres, tiene eso
entre las piernas. Abre las tuyas bien abiertas y empieza a
masturbarte. Con la otra mano acaricia tus pezones, puta.
Fue a un estante y
vino con un vaso bajo, como los de wiski. Me dijo que dejara de
acariciarme y cogiera el vaso para correrme dentro. No lo pude evitar
y me corrí. Mucho. Me dijo que le enseñara el vaso. Lo hice y ella
escupió dentro. Me dijo que me lo bebiera pero sin tragar. Que
quería ver como jugaba con ello en mi boca. Dude pero lo hice.
-A los hombres, os
gusta ver como vuestras mujeres, chupan vuestras pollas y se tragan
vuestra leche. Ahora , tu, María eres una mujercita. También debes
hacerlo. Trágalo todo, ahora. (Lo hice)
-Así me gusta
María. Vas a ser buena puta. Pero para eso debes ponerte este
aparato de castidad. Entra en este aseo , límpiate bien la polla y
póntelo. No salgas sin él. Ponle el candado pero no lo cierres.
Lo hice. Salí con
el aparato puesto.
-Te he dicho que no
lo cerraras porque quiero ver como eres tú, María, la que se
entrega a mí. Que entiendas que, yo, no te obligo a nada. Si quieres
pasar a ser mía, quiero que lo cierres ante mí, que me des dos
llaves y la otra la pongas en este sobre rosa. Eres libre de hacerlo
o no.
Dude unos segundos,
la miraba a los ojos. Y ella a mí. Mire mi polla y otra vez a sus
ojos para… click….
-Muy bien María.
Dame mis llaves. Pon la otra en el sobre. Séllalo. Esa la guardaras
en lugar seguro por si te ocurriera algo. La llevaras siempre encima.
En tu americana, con el móvil, en la mesita de noche al ir a dormir…
Y sobre todo cuando vengas aquí conmigo. Sera para comprobar que no
se ha abierto.
-Muy bien María.
Vamos arriba. Pasa tu delante. Quiero ver como meneas ese culito de
puta. Menéalo bien.
Yo hacía lo que
podía. Subimos el tramo de escaleras. Al llegar arriba, paso ella
delante y me guio hasta una salita. Encima de la mesa vi un montón
de botes y cosas. Me hizo sentar en una silla.
-Lo primero que
vamos a hacer será maquillarte. Hoy te lo hare yo. Los próximos
días, cuando vengas, aparte de dejar tu ropa abajo y subir desnuda,
vas a pasar por el baño, sin que yo te diga nada, lo harás tu. Ya
iras aprendiendo.
Me puso rímel,
colorete, carmín, unos pendientes de grapa y me hizo dos coletas una
a cada lado. Luego me pinto las uñas de manos y pies. Entonces
abrió una caja que había encima de la mesa y empezó a sacar cosas.
Medias, sujetador, liguero y un collar de perro. No había ni tanga
ni braguitas. Con el aparato bien visible. Todo en rosa. Al verlo,
(sin darme yo cuenta) se ve que lanzaría algún suspiro. No era para
menos. Desde que empezó a maquillarme me iba poniendo caliente y al
ver la ropa… uffff. Me hizo levantar.
-¿Suspiras María?.
¿Te estas poniendo caliente, putita mía?
Me metió mano en el
aparato, meneándolo. Me pellizcaba en los pezones y acariciaba mis
tetas y mis nalgas. Dime, que sientes, perrita.
-Sí, Señora. Estoy
muy caliente. Y Usted no para de tocarme. Estoy ardiendo. La deseo.
Useme.
-Vístete con esas
ropitas y ten cuidado. Eres una mujer y no quiero brusquedades. Sobre
todo con las medias. Sabes que, ahora, eres una mujer María. Si
fueras un hombre te agarrarías esa polla de cerdo y te masturbarías
hasta correrte. ¿Verdad? Pero ahora no tienes polla, cariño. Ahora
pronto serás una mujer como yo. Abre esa otra caja y ponte esos
zapatos de tacón. Son para ti, también, María. Ves que no escatimo
nada. Deberás ser muy buena chica para ganarte todo lo que he hecho
por ti. Seremos muy amigas.
-Sí, Señora. Hare
todo lo que pueda y más para poder ser su mejor chacha y amiga.
Me cogió de la mano
y empezó a pasearme. Luego se sentó en la puerta del pasillo y me
lo hizo recorrer arriba y abajo varias veces. De mientras, me
corregía. Más lenta… menea más el culo… ponte erguida… esos
brazos… Cuando no lo hacía bien, ella era la que se levantaba y me
enseñaba. Me hacía mirar cómo debía hacerlo y mi calentamiento
aumentaba. Algún que otro suspiro se escapaba…
-Jajajajaja…
María, ese era el trato. Tú me servías y obedecías en todo y yo
me ocuparía de que tu calentura y deseo estuvieran siempre a flote.
Así sufrirás siempre para mí. Creo que con el tiempo serás una
buena chica. De mientras, tu mente de macho, te ara sufrir mucho,
pues no dejare que te enfríes… jajajajajaja. Como te gustaría
masturbarte… verdad cerdo? Acaríciate María. Toca tu jaula, tus
pezones…
- Sabes María, a mí
también me pone caliente esta situación. Pero yo tengo un macho,
que si me sabe satisfacer. Tu no podrías hacerlo, con esa miseria…
Ya te dije que, cuando estés preparada como buena sumisa, el también
estará con nosotros. Serás nuestra doncella. A él, también
deberás obedecerlo en todo. Aquí eres, la última en todo. Manda
más mi perro, ese que esta fuera que tú, María. En tu vocabulario,
solo están las palabras obediencia y sumisión. Ninguna más.
-Se me ha ocurrido
una cosa fascinante María. Falta media hora para ir a comer. Vamos a
tomar el sol, las dos, en la terraza. Tú, tal y como vas vestida.
Quiero ver pronto esas marcas. Así, hasta cuando tú te desnudes,
veras que eres una señorita. Las marcas de bronceado de tu
sujetador, tu liguero… Quedaras marcada como mi nenita.
Mientras tomábamos
el sol, ella me iba diciendo que yo era muy libre de tener una novia
o ir a follar por ahí. Que si solo se trataba de un polvo, ella,
seria quien decidía si podía o no. Y que si era una novia, o algo
más que amiga, ella estaría al tanto de todo lo que hiciéramos y
debería contárselo TODO. TODO. Por cierto, me dijo que en adelante,
toda conversación que tuviera con alguna amiga o mujer, ella me las
supervisaría. Que como era suyo, mi intimidad era suya también. No
en mi faena o familia, pero si en mi ocio y… más con mujeres. Me
puso crema por todo el cuerpo, y me recordaba que si la obedecía,
seriamos muy buenas amigas. Pasamos casi una hora al sol y decidió
que teníamos bastante. Asi que nos metimos otra vez en casa.
Continuara…
El próximo martes se publicará el capítulo 3.
El próximo martes se publicará el capítulo 3.
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