martes, 18 de octubre de 2016

La vida de Maria 3.

Relato enviado por colaboración.

Ver capítulo 2


Ver el capítulo 1.


Hubo un momento en que sonó el teléfono y me indico que siguiera. Ella contesto y cuando acabo, se volvió a sentar.
-Estas de suerte María. Como ves falta poco para la hora de comer. Y como hoy tenía poca faena, mi marido, va a venir a comer aquí, con nosotras. Bueno, conmigo. Tu nos vas a servir. Puedes estar contenta. ¿Verdad?
Pare de andar, cambie de cara y empecé a sudar. Un sudor frio de esos que no sabes porque son pero casi siempre es de miedo. Con todo eso me dieron ganas de ir a orinar. Pedí a mi Señora si podía.
-Sí, María, ves. Siéntate y mea tranquila. Así igual se te pasa parte del susto. Jajajajajaja. Límpiate bien cuando acabes. Puedes estar tranquila (me dijo plantada frente a mi) el está al tanto de todo. O ¿acaso creías que vivía yo sola en esta casa, o que le ponía los cuernos?
Cuando acabé, y mientras me limpiaba un poco me dijo:
-Bueno María. El, está al llegar. Me voy a cambiar. Me sacare este camisón y me vestiré más “sexy” para que mi marido este contento. Si llaman a la puerta, quiero que vayas tu a abrir. Si es el, nada más abrir la puerta le haces pasar y te presentas. Le dirás exactamente: “Buenos días Señor. Soy la perra sumisa de su esposa. Me llamo María y le pertenezco a ella”. Mientras saca todo esto de la mesa. Lo pones en la caja grande y lo dejas ahí en un rincón.
Se fue. Yo fui recogiendo y guardando todo. Al rato oí una voz que me decía… Ve preparando la mesa María. Yo respondí un Si, Señora. No me había enseñado nada pero deduje que como en la mayoría de casas los cubiertos estarían en algún primer cajón de la cocina y los vasos en el escurreplatos. Lo fui llevando a la mesa. Al momento llamaron a la puerta. Me puse nerviosa como un flan. Volvió ese sudor frio y avance hasta la puerta. Respiré hondo y abrí. Ahí estaba el Señor de la casa, con unas bolsas en las manos. Tal como me dijo mi Señora lo recibí con un:
-Buenos días Señor. Soy la perra sumisa de su esposa. Me llamo María y le pertenezco a ella. Desea que le lleve las bolsas, Señor? Añadí.
-Si María. Cógelas y déjalas en la cocina.
Yo iba delante. Entre en la cocina y al salir detrás de él vi como la abrazaba y le daba un intenso beso. Ella iba vestida como el día en que me recibió a mí. Unos taconazos en negro, mallas de cuero i corsé en negro.
-Ves cariño, decía ella. No tenías nada que temer. Ya te dije que este perro, que se masturbaba cuando me veia, que se corria con mis fotos y pensando en mi, sería fácil de atrapar. Es sumiso y encima está ansioso por servirme. Y, además, ahora no va a poder correrse sin mi permiso. Llevo toda la mañana intentando que sea María, y creo que lo hemos conseguido. Ya te dije que no iba a meter a ningún hombre en casa. Ya te tengo a ti. Soy feliz y me satisfaces plenamente. Esta es una mujer desde que ayer, ella misma, hizo un … click … en su jaula. ¿Verdad que si María?
- Si Señora. Usted es mi Señora, mi Ama, mi Dueña. Yo, tan solo deseo ser, mientras Usted quiera, su puta perra y sumisa María.
-Ves a la cocina. En las bolsas encontraras la comida que ha traído mi marido. Prepárala y sírvela. Veras que es para comer todo de una vez e ir picando. Ponlo todo en la mesa. En cuanto esté todo puesto, vas y te sacas esas ropitas que tanto te gustan y te quedas tan solo con el collar. Ah y sacas la cadena que quedo en esa caja que recogiste.
Ellos mientras, se daban besos a lengua descarados delate de mí. El la manoseaba toda. Se estaban calentando bien.
Hecho todo, fui a desvestirme. Rebusque en la caja y se la lleve a mi Señora. Ella la cogió con cariño y se la dio a su marido.
-Toma cariño. Yo, ya he hecho de él, una sirvienta. Haz tu de ella, una perra. María, es tuya. Hazle las guarradas que desees a esta perra.
-Gracias cariño. Creo que va a ser fácil. Es una ventaja que sepa, de antemano, que si no me obedece a mí, es como si te fallara a ti. Esta loca por ti y me obedecerá. Tranquila.
Me puso la cadena y tiró hacia abajo. Me dijo que un ladrido era si y dos, no. Me recordó que tenía prohibido hablar. Mi señora fue a por dos platos hondos a la cocina. Los puso al lado de ellos. Me advirtieron que me pusiera frente a ellos. A cuatro patas. Lo hice y me dijeron que abriera mis pernas al máximo. Así en esa pose me tenían. Se sentaron y empezaron a ponerse comida y bebida. Yo contemplándolos a tres palmos de mí.
Echaron vino, en mi plato . Cogían algo del aperitivo, lo mordían y dejaban el trozo en el otro plato mío. Mi Señora , escupía algunas cosas ya masticadas. Iban haciendo esto mientras se reían y hablaban de lo que me hizo ella por la mañana. Se iban hartando y me iban poniendo cosas. En un momento dado, la Señora me dijo:
-Ya está bien de mirar perra, empieza a comer. Debes comer lo que tienes y más que te daremos. Y vas a beber todo también.
Me pusieron los platos en el suelo, frente a mi. Me daba un poco de cosa… pero agache la cabeza y empecé a comer. Era una sensación muy extraña esa comida, ya masticada, trozos, etc. Parecía una papilla con tropezones. La bebida era más incómoda aún. Vino, saliva… De mientras ellos hablaban..
-De toda la vida, aquí en los pueblos, se le da las sobras y los restos a los perros. Ahora ya tenemos a nuestra perra. Hará eso cada vez que esté aquí. Ya verás cómo deja los platos bien limpios. Ya acabamos perra. Limpia con tu lengua nuestros platos y las sobras, también. Cuando estés, lo recoges todo. Luego nos sirves el café y te vas a fregar y ordenar la cocina. Y deprisa que tienes más faena por hacer.
Recogí, les serví y me fui a limpiar. No sé por qué, pero la humillación sufrida y el estar ahí fregando platos, me excitaba. Cuando podía me tocaba los pezones o el aparato con intención de sentir un poco más de excitación.
En uno de esos momentos, entro mi Señora y me vio tocándome.
-Uyyyyy mira cariño . Nuertra chacha esta calienteeee. Jajajajaja.
Continuará….

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