martes, 1 de noviembre de 2016

La vida de Maria 5.

Relato
Bueno, el día viernes, transcurrió con normalidad. Me las idee para poder tomar el sol con mis ropitas. Las lave, para que estuvieran bien para el sábado. Luego ducha y depilación… Fue un día de muchos nervios, mucha excitación y más, teniendo que hacer la lista con todo lo que pretendía ser para ellos, que no aceptaría, ideas varias, etc.
Ya casi era de noche cuando recibí un mensaje:
-Quiero que mañana a las 8:00 estés aquí. Encontraras la puerta abierta. Entras, te desnudas. Te dejas tus ropitas. Te maquillas. Subes a casa. Te pones un delantal que encontraras en la cocina y preparas un desayuno para tres. Cuando lo tengas todo a punto y en la mesa, llamas a nuestra habitación y esperas.
Pues así ha sido. Ahora estoy a punto de llamar. Medito unos segundos, le doy un último vistazo a la mesa y llamo diciendo: Señora? Buenos días. Soy María y está todo a punto tal y como ordenó. Y oigo una voz que me dice: Muy bien María. Ahora vamos. Salen los dos y yo enseguida me arrodillo y les beso los pies. El con unos calzoncillos bóxer y una camiseta blanca. Ella… la había visto en bikini. Solo llevaba un tanga minúsculo y un sujetador de encaje con un camisón transparente encima. Todo en negro. Si no hubiese sido por la jaula, seguro que mi polla se habría puesto tiesa. Estaba maravillosa.
-Buenos días María. Que rojita estas, veo que tomaste el sol. Me gusta que seas obediente. Hoy desayunaras con nosotros y, aparte de hacer alguna tarea puntual, vamos a trabajar en tus condiciones tal y como acordamos. Con mi marido, hemos empezado a sacar cosas que se nos ocurrían y hemos buscado otras por Internet. Espero que tú, también hayas hecho los deberes.
Nos pusimos a desayunar y hablar del tema de las condiciones en que estaría si aceptaba, por encima. Sin entrar en muchos detalles. Una vez finalizó el desayuno, tuve que sacar todo y limpiar los platos y demás. Ellos sacaron un portátil y unas hojas y yo, una vez todo limpio, me fui a por lo mío y me senté con ellos. Eran casi las 10:00. Estuvimos hasta las 12:00 dándole vueltas a varios puntos y asuntos. (Al final escribiré como quedo redactado todo).
-Bueno creo que deberíamos descansar, e ir a comer María. Hoy iremos a un Restaurante que queda un poco lejos de aqui. Tú, vendrás con nosotros. Te dejas todas estas ropitas tan monas que llevas. Vas abajo, te desmaquillas y te pones tu ropa, encima de esta como vienes siempre. Nosotros nos cambiamos y bajamos.(Así lo hice)
-Bien María ya estamos aquí. Déjame que te vea. Ahora te voy a pintar los labios pero no sufras. Es un color idéntico al tuyo natural. Pero es solo para que, mmmm… ya lo veras después.
-Señora, las medias son rosas, y se ven entre mis zapatos y el pantalón.
- Jajajaja… María, eso va a ser una cosa que te hará sentir, en todo momento, como la mujercita que eres. Tendrás que estar pendiente de no enseñarlas jajaja. Y desabróchate un botón más de la camisa. De frente aún no se ve el sujetador, tranquila. Aunque a los camareros quizás se les escapara la vista a tus tetas…jajajaja. Como hacen con todas las mujeres. Tienen buenas vistas cuando sirven.
Nos fuimos a comer. El marido conducía y ella se sentó junto a mí, atrás. Ella me iba dando recomendaciones. Me dijo que sería el último en sentarme. Antes debería ayudarles a ellos con la silla. Cuando trajeran la carta, yo, ni mirarla. Pedirían ellos por mí. Tan solo podría beber agua. Tendría que dejar marcas de mi carmín en mi servilleta y vaso. Siempre visibles. Etc, etc…
Transcurrió todo tal y como me ordenaron. Sin nada que destacar. Volvimos hablando de cosas banales. Principalmente de las vistas del camarero a mi escote y el carmín. Ah! i la cara que se le quedo cuando, mi Señora dijo, mirándome: “Ella, solo tomara café”.
Al llegar volvimos al trabajo, con lo de las condiciones. Acordamos que se haría tipo contrato, anotando todas las condiciones, por grupos (derechos, deberes, castigos…)y que sería, únicamente, con mi Señora. Ya había unos apartados que le permitirían, a su marido (y otras personas), poder usarme, también. Pasada la media tarde, el acuerdo casi quedo a punto para “ponerlo a limpio” y firmar. El marido se fue a ello.
Ella se quedó en el salón. Se sentó en el sofá. Me hizo ir a ponerme los zapatos de tacón. Me ordeno pasear muy, muy, femenina. Al rato me llamo.
-Ven María. Siéntate a mi lado, querida. Estoy orgullosa de ti. Salvo nada grave, pasaras a ser mía. Toda tu, serás mía. En cuerpo y alma. Habrás conseguido tu sueño, tener una Ama y Señora. Y yo el mío. Tener cuatro sirvientas en una y gratis. Quiero hacer de ti, mi mejor y más confidente amiga. Mi mejor sirvienta y chacha. Haré que seas una puta caliente, ansiosa siempre de sexo, y dispuesta a dar placer. Serás una perra de compañía en ratos de ocio. Tocarme no me tocaras nunca si no lo deseo. Pero a partir de tu firma, podrás verme toda, incluso desnuda. Ya me ocupare yo, de que estés siempre caliente. Me desearas, más de lo que nunca me deseaste, en tu época de cerdo pajillero. Sabes que no será fácil. Que te tendré que castigar, cuando no obedezcas o hagas cosas mal. Te deberé abofetear o ponerte el culo bien rojo. Pero sé, que me lo agradecerás, pues deseas ser, la mejor.
Continuará…

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