Relato
Bueno, el día
viernes, transcurrió con normalidad. Me las idee para poder tomar el
sol con mis ropitas. Las lave, para que estuvieran bien para el
sábado. Luego ducha y depilación… Fue un día de muchos nervios,
mucha excitación y más, teniendo que hacer la lista con todo lo que
pretendía ser para ellos, que no aceptaría, ideas varias, etc.
Ya casi era de noche
cuando recibí un mensaje:
-Quiero que mañana
a las 8:00 estés aquí. Encontraras la puerta abierta. Entras, te
desnudas. Te dejas tus ropitas. Te maquillas. Subes a casa. Te pones
un delantal que encontraras en la cocina y preparas un desayuno para
tres. Cuando lo tengas todo a punto y en la mesa, llamas a nuestra
habitación y esperas.
Pues así ha sido.
Ahora estoy a punto de llamar. Medito unos segundos, le doy un último
vistazo a la mesa y llamo diciendo: Señora? Buenos días. Soy María
y está todo a punto tal y como ordenó. Y oigo una voz que me dice:
Muy bien María. Ahora vamos. Salen los dos y yo enseguida me
arrodillo y les beso los pies. El con unos calzoncillos bóxer y una
camiseta blanca. Ella… la había visto en bikini. Solo llevaba un
tanga minúsculo y un sujetador de encaje con un camisón
transparente encima. Todo en negro. Si no hubiese sido por la jaula,
seguro que mi polla se habría puesto tiesa. Estaba maravillosa.
-Buenos días María.
Que rojita estas, veo que tomaste el sol. Me gusta que seas
obediente. Hoy desayunaras con nosotros y, aparte de hacer alguna
tarea puntual, vamos a trabajar en tus condiciones tal y como
acordamos. Con mi marido, hemos empezado a sacar cosas que se nos
ocurrían y hemos buscado otras por Internet. Espero que tú, también
hayas hecho los deberes.
Nos pusimos a
desayunar y hablar del tema de las condiciones en que estaría si
aceptaba, por encima. Sin entrar en muchos detalles. Una vez finalizó
el desayuno, tuve que sacar todo y limpiar los platos y demás. Ellos
sacaron un portátil y unas hojas y yo, una vez todo limpio, me fui a
por lo mío y me senté con ellos. Eran casi las 10:00. Estuvimos
hasta las 12:00 dándole vueltas a varios puntos y asuntos. (Al final
escribiré como quedo redactado todo).
-Bueno creo que
deberíamos descansar, e ir a comer María. Hoy iremos a un
Restaurante que queda un poco lejos de aqui. Tú, vendrás con
nosotros. Te dejas todas estas ropitas tan monas que llevas. Vas
abajo, te desmaquillas y te pones tu ropa, encima de esta como vienes
siempre. Nosotros nos cambiamos y bajamos.(Así lo hice)
-Bien María ya
estamos aquí. Déjame que te vea. Ahora te voy a pintar los labios
pero no sufras. Es un color idéntico al tuyo natural. Pero es solo
para que, mmmm… ya lo veras después.
-Señora, las medias
son rosas, y se ven entre mis zapatos y el pantalón.
- Jajajaja… María,
eso va a ser una cosa que te hará sentir, en todo momento, como la
mujercita que eres. Tendrás que estar pendiente de no enseñarlas
jajaja. Y desabróchate un botón más de la camisa. De frente aún
no se ve el sujetador, tranquila. Aunque a los camareros quizás se
les escapara la vista a tus tetas…jajajaja. Como hacen con todas
las mujeres. Tienen buenas vistas cuando sirven.
Nos fuimos a comer.
El marido conducía y ella se sentó junto a mí, atrás. Ella me iba
dando recomendaciones. Me dijo que sería el último en sentarme.
Antes debería ayudarles a ellos con la silla. Cuando trajeran la
carta, yo, ni mirarla. Pedirían ellos por mí. Tan solo podría
beber agua. Tendría que dejar marcas de mi carmín en mi servilleta
y vaso. Siempre visibles. Etc, etc…
Transcurrió todo
tal y como me ordenaron. Sin nada que destacar. Volvimos hablando de
cosas banales. Principalmente de las vistas del camarero a mi escote
y el carmín. Ah! i la cara que se le quedo cuando, mi Señora dijo,
mirándome: “Ella, solo tomara café”.
Al llegar volvimos
al trabajo, con lo de las condiciones. Acordamos que se haría tipo
contrato, anotando todas las condiciones, por grupos (derechos,
deberes, castigos…)y que sería, únicamente, con mi Señora. Ya
había unos apartados que le permitirían, a su marido (y otras
personas), poder usarme, también. Pasada la media tarde, el acuerdo
casi quedo a punto para “ponerlo a limpio” y firmar. El marido se
fue a ello.
Ella se quedó en el
salón. Se sentó en el sofá. Me hizo ir a ponerme los zapatos de
tacón. Me ordeno pasear muy, muy, femenina. Al rato me llamo.
-Ven María.
Siéntate a mi lado, querida. Estoy orgullosa de ti. Salvo nada
grave, pasaras a ser mía. Toda tu, serás mía. En cuerpo y alma.
Habrás conseguido tu sueño, tener una Ama y Señora. Y yo el mío.
Tener cuatro sirvientas en una y gratis. Quiero hacer de ti, mi mejor
y más confidente amiga. Mi mejor sirvienta y chacha. Haré que seas
una puta caliente, ansiosa siempre de sexo, y dispuesta a dar placer.
Serás una perra de compañía en ratos de ocio. Tocarme no me
tocaras nunca si no lo deseo. Pero a partir de tu firma, podrás
verme toda, incluso desnuda. Ya me ocupare yo, de que estés siempre
caliente. Me desearas, más de lo que nunca me deseaste, en tu época
de cerdo pajillero. Sabes que no será fácil. Que te tendré que
castigar, cuando no obedezcas o hagas cosas mal. Te deberé abofetear
o ponerte el culo bien rojo. Pero sé, que me lo agradecerás, pues
deseas ser, la mejor.
Continuará…
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