domingo, 8 de enero de 2017

Mi marido explica....

Colaboración, para el blog de C.V.
Comparto una carta que escribió mi marido (a petición mía) sobre que sus sentimientos y deseos para compartirla con vosotras. Sé que este tipo de explicaciones os sirven de ayuda para entender algunas cosas reales. Le pedí la escribiera sin tabúes. Espero os sirva de ayuda. Aprovecho para declarar que Yo también le amo por cómo es.

Soy un hombre sumiso que estuve casado con una mujer que es ahora mi Ama 24/7. Aunque ya no estamos casados, mi función actual es la de esclava de mi esposa, Sara.
Mi esposa Sara y yo nos casamos a la edad de veintiocho años. Al principio de nuestro matrimonio, en la misma luna de miel, ya le conté mis fantasías sumisas y durante los primeros años, a veces, ella trató de jugar algún papel de Dómina conmigo, pero la mayor parte del tiempo ella me mostró su poco interés en esto de la dominación femenina. En estos primeros años, con algún que otro problemilla, considero que hemos tenido un buen matrimonio, pero a menudo nos peleábamos, ya que ambos teníamos distintos puntos de vista cuando se trataba de tomar decisiones que afectaban a nuestro matrimonio. En esos momentos que vi peligrar mi matrimonio, compré un dildo y una vara y le pedí que probáramos al menos una o dos semanas. Ella apenas usó alguna noche el dildo en mi trasero, pero no se atrevió a ir más allá con la vara.
Ella terminó por confesarme que no disfrutaba dominándome, así que trató de hacer las cosas a su manera todo el tiempo, más que nada por satisfacerme a mí.  Sentí oír eso, pero sabía que era lo mejor, la sinceridad. Aparte de nuestras esporádicas discusiones, normalmente disfrutábamos de una estrecha amistad y un buen matrimonio durante los primeros quince años. Luego, hace unos cuatro años, a la edad de cuarenta y tres, mi esposa descubrió que yo había estado visitando sitios FemDom en Internet. Mi esposa es informática y sabe más acerca de los ordenadores y no me di cuenta de que nuestra cuenta de correo mantiene un historial de todos los sitios que se visitan. Ya sabía que ella podía saber los sitios que estaba visitando en cualquier momento y desde cualquier lugar. Ya le había contado a mi esposa mis fantasías FemDom cuando nos casamos y habíamos intentado practicar una relación FemDom sin éxito, así que ella no estaba demasiado sorprendida por mis hábitos de navegación web. Sin yo saberlo, Sara comenzó a leer los sitios que visitaba y encontró unos pocos que a ella le interesaron también. Por su cuenta comenzó a investigar a partir de los sitios que yo visitaba y se encontró con otros a través de enlaces que conducían a otras páginas. Encontró muchos sitios FemDom, algunos exagerados y disparatados, otros eran más interesantes y hablaban de cómo las mujeres pueden utilizar las fantasías de su marido en su beneficio propio. Le gustó especialmente un sitio web, el de las señoras Lori y Patty y Ron, un sitio de castidad masculina en inglés. Y también encontró otros sitios relacionados con la castidad masculina, todos en inglés.
Sara no quería la idea de la dominación femenina que yo le planteé, pero aparecieron algunas dudas dentro de sí misma de si se trataba de un estilo de vida que ella querría vivir conmigo. Ella seguía vigilando mi actividad web y continuó haciendo su propia investigación durante meses. Un día, ella me habló de mis hábitos de navegación web y comenzó a hacerme preguntas. Hace tres años, Sara vino me preguntó si todavía quería ser dominado por ella en el dormitorio. Yo le dije que eso era lo que había fantaseado desde que era un adolescente. Sara me explicó con calma que ella estaría dispuesta a dominarme, pero tenía que ser una cosa normal para ella y no un juego para unas horas como había ocurrido la primera vez. Ella fue muy honesta y clara, me dijo que ella tenía que sacar algo de provecho de este estilo de vida. Me dijo que ese tipo de relación iba a tener que ir más allá del dormitorio con el fin de que le resultara satisfactorio para ella. Ella me explicó que quería probar eso de convertirse en la jefa de nuestro matrimonio, pero me exigía total sumisión a ella en todos los ámbitos de nuestra vida. Estaba excitado y tenía dudas acerca de su propuesta, pero siempre pensé que podría manipularla, por lo tanto, yo estuve de acuerdo. Tal vez, en ese momento, estaba subestimado su determinación y compromiso.
Al principio comenzó haciendo todo lo que había esperado y deseado durante años. Hablamos acerca de todo y Sara me preguntó qué tipo de actividades de tipo D&S deseaba y que ella quisiera practicar; compró algunos libros como "S&M 101" y "Amor distinto" para que pudiera estar bien informada sobre las actividades de D&S.
Comenzó comprando cosas de cuero para azotarme y atarme. Teníamos relaciones sexuales frecuentes durante estas sesiones y yo estaba disfrutando de verdad. Además, ella me estaba haciendo muy pocas exigencias fuera de la habitación, así que pensé que estaba satisfaciendo por completo mi sueño. Pero eso al poco tiempo comenzó a cambiar. Sara me compró una jaula CB6001 y me dijo que quería que me acostumbrase a llevar un cinturón de castidad de forma permanente. El pensamiento de su control sobre mi liberación sexual era emocionante para ella y aunque no era una locura esa idea, sabía que tenía que hacer cosas que le interesaban si quería que continuara dominándome en el dormitorio, así que accedí a llevar eso puesto. Fue incómodo al principio, pero finalmente llegué a llevarlo. Me dio instrucciones sobre la higiene: debía rasurarme el vello púbico y tenía que aplicarme vaselina varias veces al día. Al principio ella me liberaba una vez al día para la limpieza de la jaula. Una vez que empecé a acostumbrarse al CB6001, Sara comenzó a hacer que lo llevara durante una semana seguida, solo los sábados era el día que se retiraba para la limpieza.
Me encerraba en ese aparato y así fue cómo ella me tenía donde quería; comenzó a ejercer cierto dominio real sobre mí. Fue emocionante, pero empecé a sentir miedo cuando vi que mi castidad se prolongaba indefinidamente; a pesar de ello creo que ya estaba empezando a disfrutar de esto de la castidad. Nunca había visto este lado de Sara. Cuanto más tiempo se me negaba el sexo, yo estaba más excitado y me sentía más obediente y deseoso de complacerla a ella. Empecé a desear adorar a su cuerpo todo el tiempo. Sara me empezó a exigir tener su placer por vía manual y a veces oral durante sesiones interminables. Estaba siempre encerrado en el CB60001 y durante horas le daba masajes. Sara fue siempre una mujer sensual, pero ella se hizo aún más sexual con su nuevo dominio sobre mí. Ahora ya no era capaz de masturbarme y Sara ya no me permitía el orgasmo, empecé a contar los días, luego las semanas, y cuando pasó de dos meses sin orgasmo para mí, dejé de contar. Me pareció que esto iba a ser muy frustrante. Estaba empezando a soñar con Sara y su cuerpo. Ella estaba en mi mente casi todo el tiempo. Y los masajes, besos y atenciones se las daba yo con mucho placer, mientras a mí me era negado siquiera poder tocar mi pene. Me estaba convirtiendo en más sumiso hacia ella. Y al poco me sorprendí pues empecé a disfrutar de sus orgasmos, como si fueran míos. Ella estaba empezando a tomar todas las decisiones en nuestro matrimonio y me encontré cómodo no discutiendo con ella y no discutir nunca sus decisiones. Todo lo que quería hacer es que ella alcanzara un orgasmo por mí. Sara tuvo un montón de sesiones de masajes en la espalda no siempre era placer por vía oral, casi era un premio el autorizarme a eso, y cuando ella no podía obtener suficiente placer de mí, me indicaba que usara el vibrador. Yo mientras permanecía todo lo excitado que permitía el espacio hasta llenar la jaula CB6001 y mis bolas entonces comenzaban a doler por esa erección y por mi negación. Siempre tenía ganas de ir a la cama para el sexo, y fantaseaba con Sara, pero el único alivio que estaba recibiendo eran sueños húmedos ocasionales. Pero cuando le confesé esto a ella, ella me castigó con la administración de una buena azotaina. A Sara no le gustaba azotarme, no estaba ni está interesada en las áreas físicas de D&S. Sara disfruta el intercambio de energía psicológica que obtiene de la castidad masculina forzada, eso la excitaba. Sin embargo, ella me castigó físicamente cuando le desobedecí y ella entendió que los sueños húmedos eran una violación de sus reglas. Así que me ató a la cama y me azotó bastante fuerte con una fusta que había comprado en el Decathlon. Sara me estaba asignando tareas para hacer en la casa y ella estaba limitando severamente mi tiempo de televisión y de Internet. Me regaló una depiladora y quería que la usara en mi cuerpo y quería que estuviera sin pelo. Mis genitales estaban ya sin pelo, ya que era casi era una necesidad para el uso de la CB6001. Pero ahora Sara también quería que afeitara mis axilas, el pecho, las piernas y todo el cuerpo. Ella quería que yo estuviera suave y sin pelo para ella. Experimentó conmigo la idea de feminizarme y ella me exigió vestir con camisón para dormir, luego que hiciera todas las tareas de la casa con un conjunto de ropa interior que me compró. Luego me compró una bata femenina y demás cosas y al poco ya me tenía a su servicio, mientras que yo estaba vestido femenino en casa encargándome de todas las tareas. Una vez más, me estaba convirtiendo en más sumiso hacia ella. A pesar de eso, yo la deseaba más. También experimentó conmigo el uso de nuevos juguetes para ella como un strapon-gag, un nuevo vibrador Magic Wand, y un consolador. El sexo se convirtió únicamente en que toda la satisfacción fuera para ella, y la única mía fueran darle placer y proporcionarle orgasmos. A veces tuve algún orgasmo que fue supervisado en ​​sesiones de masturbación delante de ella de acuerdo con sus indicaciones.

En ese momento, se planteó la ampliación de los tiempos entre los orgasmos y muy pronto llegué a recibir alivio sexual tan solo una vez cada cuatro o seis meses. Sara pidió cita en un centro de depilación láser, quería que la depilación fuera permanente. Me dijo que yo le gustaba más cuando actuaba de forma femenina. Hace unos dos años a la edad de cuarenta y tres años, Sara quería el máximo control sobre mí. Le encantaba ser mi jefa y ella no quería volver a lo de antes. Encontró un sitio web en el que vendían dispositivos de castidad. En este sitio, hablaba sobre la conversión del marido en una lesbiana masculina. Esto realmente le interesaba a Sara, ya que esta es la forma en que nuestra relación prácticamente ya se había convertido. Se me permitía hacer el amor con mi mujer voluptuosa utilizando sólo las manos, a veces la lengua y sus juguetes. Ella estaba limitando mis orgasmos de nuevo a períodos de negación aún más largos. Sara vino a mí un día y dijo que necesitaba tener una charla importante. Sara sabía que había ganado el control increíble sobre mí, pero también sabía que este estilo de vida tenía que ser de respeto mutuo y con mi consentimiento. Sara me dijo que me iba a dar una opción. Le gustaba nuestra relación actual, pero quería poder tener un mayor control sobre mí. A pesar de que me había convertido en un buen marido sumiso, todavía sentía que a veces desafiaba su autoridad y no le gustaba la forma en que siempre le preguntaba acerca de sus idas y venidas. Sara me dijo que, a su juicio, lo que le impedía ejercer un poder total sobre mí era el hecho de que todavía me veía a mí como su marido y esto la llevaba a tratar de tener cierta igualdad con ella; me dijo que, si bien la mayoría de las parejas pueden equilibrarse entre los dos, que ella no podía. Ella fue honesta conmigo y me dijo que quería dominar y controlar a un hombre de la forma en que ya me estaba dominando y controlándome a mí; añadió que quería transformarme en una lesbiana masculina y que fuera su esclavo 24/7. Me mostró dispositivos de castidad permanentes con un piercing Príncipe Alberto. Sara me informó entonces que quería colocar un dispositivo de este tipo en mí. La elección era mía; podría ser su marido o su esclavo, pero no ambos. Si elegía ser su marido, todas las actividades de D&S se detendrían y nuestra vida FemDom quedaría a un lado. Sin embargo, si yo elegía ser su esclavo, entonces solo tenía que buscarme algún sitio que me hicieran ese piercing. Me dijo que quería que dejara de actuar como su marido y que yo me dedicara para atender sus necesidades y deseos sin derecho a cuestionarle nada jamás a ella. Ella me dio una semana para decidir, pero añadido que, si me decido a ser su esclavo, esta decisión sería con hechos, no con palabras, mostrándole si me había hecho el piercing. Era la última decisión que me permitía tomar.


No podía ser más dominante de lo que ya era. Ella estaba tan caliente y deseable para mí así. Me sentía débil y yo sabía que quería ser su esclavo. Si ella me habría dado esta elección un año antes, puede que hubiera optado por permanecer como su marido, pero después de experimentar su naturaleza dominante y controladora, sabía que no iba a estar satisfecha con ser otra cosa que no fuera su esclavo 24/7. Yo tenía una preocupación; le pregunté si en caso de que me decidiera a ser su esclavo, ¿podría seguir teniendo intimidad con ella? Sarah me dijo que disfrutaba mucho de mí si actuaba como su lesbiana masculina y que no tenía ningún plan para poner fin a esa parte de nuestra relación. Sin embargo, ella me dijo que una vez que yo fuera su esclavo, ella tenía el derecho de cambiar las cosas. Mientras le gustara lo que yo le hacía, lo más probable sería que permitiera el acceso para adorar algunas zonas de su cuerpo, pero que eso sería una recompensa y un privilegio y no un derecho. Ella también me dijo que iba a tener el derecho a salir, tener citas, e incluso tener algún amante si yo era su esclavo. Ella me prometió que no tenía a nadie en mente en este momento, pero quería que yo supiera que una vez que yo fuera su esclavo, eso no sería asunto mío. Dudé pero hacer realidad eso me excitaba. Tomé varios días, pensé en ello largo y tendido. Al final de la semana, le dije a Sara que me acompañara al local de piercings, me retiró la jaula, y me lo hice. Así fue como antes de finalizar el plazo le dije a Sara que la amaba y que había tomado la decisión de que lo mejor para nuestra relación era que ella estuviera a cargo de todo. Por lo tanto, yo había elegido ser su esclavo. Sara sonrió por mi decisión y mientras me arrodillaba ante ella, fue a buscar un collar de perro y lo puso alrededor de mi cuello y me indicó que besara sus pies. Sara me encargó la compra online de uno de los dispositivos de castidad para el piercing Príncipe Alberto.
A las pocas semanas, mi cuerpo sanó de la perforación y pudo colocar el dispositivo de perforación y la nueva jaula de castidad. Sara superviso las curas durante los siguientes meses. Yo era capaz de hacer todas las funciones, como orinar y ducharme. Sin embargo, este dispositivo era tan restrictivo, que ya no podía conseguir una erección completa. Sara no me dejó salir de ella (el cinturón tenía un sistema de bloqueo con llave y ella la tenía) pero ella me dio un orgasmo mensual a través de un ordeño de próstata. El ordeño era para liberar un poco de semen, pero no para mi placer. Era muy frustrante, pero esto sólo excitaba más a Sara. La buena noticia para mí fue que cuanto más se excitaba más podía darle placer a ella. Sara compró, junto con el dispositivo de castidad, una funda de látex que se colocaba sobre el dispositivo de castidad por lo que la mujer puede tener relaciones sexuales, pero el hombre no siente placer. Esto era increíblemente frustrante. Sara montaría sobre mi pene y yo no podía sentir ninguna sensación. Me encantó ver cómo sus pechos rebotaban hacia arriba y abajo y sentir su cuerpo sobre el mío, pero era realmente extraño no sentir su coño a pesar de que estaba dentro de ella. Una vez que Sara determinó que podía estar en mi dispositivo de castidad de forma permanente, ella guardaba más sorpresas para mí. Sara ejercía su poder y control sobre mí, pero quería que el control fuera total y completo. Sara me pidió las claves online de mis cuentas y me dijo que había encargado los documentos legales para una demanda de divorcio y que tenía cita. Sara había encontrado una abogada y me llevó a verla, junto con una amiga del trabajo que actuaba de testigo. Sara me sugirió firmar el acuerdo amistoso de divorcio en la que cedía los bienes en común a ella a cambio de una compensación económica. Estaba un poco asustado por todo esto pero cuando la abogada me presentó el acuerdo para que lo firmara, sentí que debía hacerlo. La mujer que nos acompañó, su amiga, me dijo que se encargaría de los trámites ya que la separación amistosa era legal. Yo estaba allí, en presencia de tres mujeres, mi mujer, su amiga y la abogada. Nunca olvidaré lo sumiso y humillado que me sentí cuando Sara me dijo que firmara los documentos del convenio de separación amistosa. Yo también estaba excitado y aunque no pude conseguir ninguna erección debido al dispositivo de castidad, estaba lleno de sumisión y de excitación sexual. Voluntariamente firmé los documentos y Sara y la abogada y su amiga que actuaba como testigo añadieron sus firmas. Tan solo faltaba ratificarnos ante el juzgado. Entonces ya sería oficial. Ahora estaba bajo control y dominio total de mi esposa. Sara había logrado su objetivo, pero eso no fue el final de la misma para mí en este día. Después de que dejamos la oficina de abogados, volvimos a la casa con su amiga y me retiró el dispositivo por primera vez en más de seis meses, pero rápidamente lo volvió a instalar, pero esta vez con tornillos rompibles. Sara entonces me informó que ya no era su marido, pero sí su esclavo, y que mi castidad sería permanente. Una vez que el dispositivo estaba firmemente en su lugar, apretó los tornillos hasta que las cabezas se rompieron. Ahora la única salida posible sería el corte de la jaula. Mi esposa y su amiga brindaron con champán mientras yo permanecía desnudo a cuatro patas en el suelo totalmente sumiso y entregado.
He estado en este dispositivo desde entonces y me ordeña una vez cada varios meses y ya no soy capaz de conseguir poner el pene totalmente erecto. Desde ese día, Sara realmente ha intensificado su dominio sobre mí. Hago todo el trabajo de la casa y ahora ya no duermo con ella en la misma cama, estoy en otra habitación. Únicamente estoy autorizado atenderla como una recompensa o cuando ella discrecionalmente lo decide así. Sara me hace trabajar duro. Estoy en total sumisión a Sara. Ella es ahora mi Ama y ya ni siquiera es mi esposa en un sentido legal. Además me ha asignado tareas de asistente tres horas al día en casa de su amiga. Su amiga una vez a la semana me disciplina y también hago todo el trabajo doméstico para ella. Sara es dueña de todo y yo soy su esclavo. La deseo de forma sexual todo el tiempo y me he convertido en su lesbiana masculina cuando ella me permite la intimidad que no es siempre. Ha sido un verdadero desafío para mí adaptarme a esto, pero en general he de confesar que estoy feliz. La amo y me siento muy unido a ella. Hemos conectado de una manera que nunca habría soñado que era posible.
Yo estaría muy satisfecho si el tiempo se detuviera aquí. Sin embargo, ella quería ir aún más allá. Sara conoció a un hombre más joven (treinta y pocos) y tuvo una citas con él. Resulta que él también es un hombre sumiso y Sara lo entrenó para ser un buen sumiso y después de que ella se sintiera cómoda con él, lo llevó a la cama. Su nombre es Esteban y se ha convertido en el novio y amante de Sara. Ella tiene relaciones sexuales con él y no estoy hablando sólo de lo que le permite adorar su cuerpo. En realidad se ponen a follar. Sara me dijo que ella siente que esto es bueno para mí, ya que me está deshaciendo de todos los celos masculinos y que estoy aprendiendo humildad. Ella me dijo que tengo que poner sus necesidades por delante de las mías y que yo debería estar feliz de que ella sea feliz con su joven amante. Sara me dice que todo esto es una parte del proceso de su control y de dominación.
Aquí es donde estamos hasta la fecha. Esa es nuestra historia de vida real. He leído muchas cosas sobre los cuernos en vuestra página y ahora tengo una mejor comprensión de lo que mi esposa me está haciendo. La mayor diferencia entre Sara y yo y las parejas que escriben sobre los cuernos es que no se incluye en su vida el amor con el otro, en este caso Esteban. No tengo ni idea de lo bien dotado que es o de ningún detalle íntimo. Sara no habla conmigo. A veces les escucho tener relaciones sexuales, pero Sara no es apenas ruidosa a propósito, tal vez para humillarme. Los escucho sólo porque las paredes de la casa no son muy gruesas y de noche se oye algo si estoy muy atento. Debo admitir que no me gusta que ella tenga un novio, pero no me atrevo a discutir con ella. Yo sé que ella diría que no es de mi incumbencia, ya que ahora soy su esclavo. No me atrevo a discutir con ella porque me temo que ella se molestaría y no me permitiría adorar su cuerpo. Ahora que ella tiene un amante, me doy cuenta de que ella no me va a permitir el acceso a su cuerpo igual que antes; está recibiendo mucho placer si yo soy su lesbiana masculina. Yo vivo para ella. No quiero hacer nada para poner en peligro esta relación, nuestra relación. Sara es mi Ama y al hecho de que ella puede hacer lo que le plazca sin poderle pedir explicaciones, me hace sentir que debo trabajar duro para ella y su amiga, estar cerca de ella es mi recompensa. Me gustaría poder decir que yo soy el esclavo perfecto para ella, pero tengo mis malos momentos por lo que ella en consecuencia se encarga de corregirme. Me encanta Sarah y en general estoy feliz. Debo decir que me encanta ser esclavo de una mujer y no sé qué tiene esta mujer que ejerce tanto poder y control sobre mí. Mi único problema es que lucho con pensamientos negativos a veces. Estoy a punto de cumplir cuarenta y seis años el próximo mes y todavía soy un hombre joven y saludable. A veces siento que ser negado de manera permanente y ser esclavo de mi ex-esposa me resulta difícil de manejar emocionalmente, especialmente cuando más tiempo pasa con su joven amante sumiso. Le he dado todo. La amo y estoy feliz la mayor parte del tiempo en este papel. Se siente bien y me encantan los sentimientos de sumisión que inundan mi mente cuando estoy sirviéndola. A veces tengo emociones negativas, pero no están dirigidas hacia ella, sino hacia a mí. A veces siento que le he dado demasiado poder sobre mí y, como me resultado, he perdido mi dignidad humana. No me malinterpreten, no me siento de esta manera a menudo, la mayoría de las veces me siento en paz conmigo mismo. Pero hay esos momentos que siento que yo quiero a Sara y deseo tener de nuevo relaciones íntimas que yo realmente pueda sentir. Estoy tan acostumbrado a este dispositivo de castidad que no sé dónde mi carne termina y donde se inicia el dispositivo. Me siento erecto en mi mente todo el tiempo, pero no puedo lograrlo debido a este dispositivo. Estoy tan loco por Sara y sueño con poder tocar su cuerpo. Sé que es egoísta, pero no puedo resistirme a ella. Su egoísmo la hace más atractiva para mí y creo que esto es lo que yo desprecio de mí mismo. No tengo ninguna dignidad ante sus ojos y eso es lo que ella quiere. Yo quería esto desde que era un niño y sé que si ella fuera a liberarme mañana, yo desearía convertirme en su esclavo de nuevo. Así que ese es mi dilema. Luché contra esta necesidad de ser sumiso toda mi vida. En el fondo, sabía hacia dónde esto me dirigía. Yo sabía que si compartía la fantasía de la dominación femenina con mi esposa, ella me esclavizaría a la larga. Temía esto, pero cedí a ello, no obstante. Ahora me ha dicho que tiene planes de boda con Esteban, se va a vivir con nosotros, ya no hay escape para mí e incluso si lo hubiera, no quiero escapar. Una parte de mí quiere ir aún más profundo en la sumisión a ella. Así que aquí me tienen: de casi cuarenta y seis años de edad, divorciado, castigado de forma permanente y que ahora es esclavo de su exmujer.

1 comentario:

  1. me gusto mucho el relato,quisiera ser igual porque me siento asi sumisa y esclava

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