martes, 7 de marzo de 2017

Cambio de rumbo. Cuarta parte.


Relato enviado por colaboración de David Tsuno.


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CUARTA PARTE

Siempre me ha encantado probar cosas nuevas en la cama, de verdad. Pero si yo era cerrado de mente para algunas cosas, Ella aún lo era más. Por eso me extrañaba tanto que ahora me animara a lamerla, habiéndolo tenido prohibido durante tanto tiempo.

  • Sé que me he negado muchas veces, pero no sé, quizás no me relajaba o no me he tomado el trabajo para guiarte. Creo que ha llegado la hora de que vayas aprendiendo y que yo te enseñe. Así disfrutaremos los dos. Si te portas bien, te daré un premio al final...

¿Un premio? ¿Cómo habían cambiado tanto las cosas como para que no pudiera ponerla en la postura del misionero y penetrarla, eyaculando dentro como siempre? Pero estaba demasiado desesperado como para poner trabas, y al verla bajándose la bragas y empujando mi cabeza bajo su vestido ancho, me dejé hacer. Ella fue indicándome, arriba, abajo, un poco más allá, ahora chúpame las tetas, ahora vuelve abajo. Tomó el control totalmente, sintiéndolo especialmente cuando juntaba sus muslos fuertemente o me tiraba del pelo, dando pequeños gemidos de placer. Nunca la había visto en ese estado de excitación. Sudaba, resoplaba y apretaba la almohada. No me cabe duda que todo aquello fue una mejora para Ella.

Cuando acabé y salí de allí, desnudo y empalmado, me dirigí corriendo al cuarto de baño a lavarme la cara. Estaba totalmente sudado, incluso extenuado, sin saber cuanto tiempo había estado allí. Apenas me estaba secando, cuando noté como Claudia, juguetona, tomaba mi miembro desde atrás y lo comenzaba a bombear. Apreté los dientes.

  • ¿No vamos a follar?

  • "Shhh... - decía mientras tiraba de mi pene, sacándome del baño, hasta que llegamos a su cuarto. - Ponte a cuatro patas en la cama, anda...
  • ¿A cuatro patas?
  • Me ha encantado antes cuando te he visto, me pone a cien, ¿lo harás por mi verdad?


  • Me sentía un poco humillado de nuevo, viéndola a Ella totalmente vestida, y estando yo desnudo, con un calentón y a cuatro patas.

    • Mira, Javi – dijo acariciándome la cabeza estando Ella de pie – A mi ya no me apetece seguir, pero voy a ser buena y voy a hacerte un favor, dejando que te corras, ya sabes que no lo tienes que hacer muy a menudo...

  • ¿Un favor? Venga ya...
  • Si quieres lo dejamos para la semana que viene.
  • No, noooo, por favor, lo haremos a tu manera.
  • Eso está mejor, espera que traiga algo para que no se manche la colcha.


  • En un instante volvió con una especie de bol de perro que estaba dando vueltas por el piso.

    • Por lo visto, se lo dejaron unos antiguos inquilinos y como no hay mascota lo usaremos para esto. Eso sí, luego lo friegas, ¿vale?

  • Claro, Claudia.
  • Muy bien. Quédate tal y como estás, no te muevas. Hoy vamos a probar cositas nuevas, ya hacía tiempo que no te hacía una paja, pero sabes que odio pringarme...


  • A través del espejo que tenía en la cabecera de la cama podía ver como comenzaba a colocarse unos guantes de látex de esos desechables que utilizaban en el laboratorio, se untaba una crema con lubricante y se acercaba a mi. Noté como me indicaba que abriera las piernas, estando yo a cuatro patas, y desde atrás, tomó mi pene y comenzó a bombearlo hacia el cuenco.

    • Así lo tendremos que hacer a partir de ahora, no quiero ensuciar nada, ¿has entendido?

  • Si, Claudia.
  • Uy, uy, uy qué bien te ha ido la castidad, no te veo nada respondón. - decía mientras iba bombeando - ¿Sabes que no quiero que te toques más tú solo, verdad? ¿A qué sientes mucho más después de este periodo de castidad? ¿Me juras que jamás lo volverás a hacer?
  • Síiii, lo juro...
  • Bien, nene. Otra cosa, quiero decirte mientras estamos con las manos en la masa... - siguió bombeando pero bajando el ritmo al ver que me iba a correr rápido. - Sería mejor que durante la semana que viene no nos viéramos. Verás, Lucía lo ha dejado con su pareja y está algo “depre”, le he prometido que íbamos a dar una vuelta por ahí para animarla, ¿no te importa, verdad?
  • Noooo... - dije mientras la voz se me iba
  • Así me gusta, cariño.


  • De pronto estallé. La mente se me puso en blanco y sentí como 3 orgasmos a la vez. Ufff qué intenso, comenzaron a temblarme las piernas. Para terminar, me dio un pico que me dejó más atontado aún.

    Tras limpiar el plato y ordenar su cuarto (cómo me había pedido que hiciera cada vez que viniera al piso), me fui escaleras abajo. Una vez en el coche, pensé en todo lo que había ocurrido. No tenía lógica, no lo entendía, pero me había excitado de sobremanera, ¿cuál era la causa? ¿Habría sido por la semana en castidad? ¿Quizás por la humillación y el inesperado carácter dominante de Claudia? Por aquel entonces no había aceptado aún mi lado sumiso y me creía un mero pervertido. Pero el futuro me depararía nuevas sorpresas.

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