Leer el prologo.
Leer la primera parte
Leer la segunda parte
Cambio de rumbo. Cuarta parte.
Cambio de rumbo. Quinta parte.
SEXTA
PARTE
Aunque
las cosas iban cambiando poco a poco, podía seguir sintiéndome
afortunado. Con la entrada del otoño, Claudia había desplegado todo
su potencial sexual, y de alguna forma, me tenía comiendo de su mano
en todo momento, con la promesa de mi alivio bisemanal. Que si
cómprame esto, que si lleva aquello, que si friega esto. La verdad
es que me convenció, Ella estudiaba un curso decisivo en su carrera
y apenas tenía tiempo para dedicarse a tareas domésticas, era justo
que cuando yo estuviera libre, en el único día en que me dejaba
acercarme por el piso, le hiciera algunos favores. Yo me dejaba
llevar, pensando siempre en mi “premio”...empezó haciéndome
tirar la basura, preparando las comidas, fregando los platos, etc. Y
todo eso delante de Lucía, que de vez en cuando soltaba perlas como
estás delante de Claudia y de mí...
- Pero qué bien enseñado lo tienes, chica, ya me hubiera gustado tener uno así para mí.
- Hay que ver lo guapos que están los hombres con mandil...
- Eres todo un caballero, Javi, sigue así...
Lucía
se atrevía cada vez más a menudo a expresar su pensamiento
feminista en mi presencia, y estaba claro que influía más y más en
Claudia. Yo en cierta forma, siempre me había considerado algo
sumiso ante las mujeres, y más si tienen el carácter fuerte, así
que las dejé hacer. Además, uno no podía ponerse en contra de un
movimiento, que cómo decía Lucía, sólo perseguía mejorar la
calidad de vida de las Mujeres y ponerlas en el sitio que merecían.
Con
el paso de las semanas parece que todo se relajó entre Lucía y yo,
aunque me sorprendió mucho que me invitaran a una cena al estilo
parejitas en el piso. Al principio pensé que traería a una
amiguita, pero me llamó la atención saber que seríamos Claudia,
Lucía, yo, y un amigo gay de Lucía, un tal Jorge. No le di mucha
importancia, pero la verdad es que me gustaba que nuestra relación
se normalizara. No quería sentirme más incómodo en aquella casa.
La
cena estuvo bien, las chicas cocinaron y nosotros nos entonamos
tomando un vino que habían traído. Jorge me cayó muy bien, la
verdad. No tengo ningún prejuicio contra los gays, y me pareció muy
simpático. Era un tipo pelirrojo, musculado y fuerte, de estos que
van al GYM a diario, pero con la cabeza bien amueblada. El caso es
que era bastante atractivo, seguro que más de una diría que era un
despilfarro de hombre...
La
comida estaba riquísima, no sé si fue por el vino o por los
chupitos que tomamos después pero la cosa se estuvo animando
demasiado y acabé cogiendo una cogorza de espanto. Apenas pude
recordar nada al día siguiente, incluso me extraño en un primer
momento encontrarme en mi piso de alquiler, sólo en la cama. Poco a
poco, y entre dolores de cabeza, tuve algunos flashes, parecía que
nos habíamos corrido una juerga, pero no tenía nada claro. Se
supone que Jorge me acompañó en taxi a mi piso y nada más.
Hoy
era sábado, bien entrada la mañana. Me levanté de la cama con unas
ganas tremendas de vomitar. Una vez me hube desahogado en el cuarto
de baño, me pegué una ducha rápida y me puse a ver la tele.
Emitían un programa malo, de estos concursos tipo “Ruleta de la
Fortuna” pero en un plan amañado de no te menees. No sólo tenías
que adivinar una frase del tablón, si no después sacar un número
del 1 al 20. En fin, muy pocas posibilidades. Hoy estaba tranquilito,
no sé, notaba que no tenía tantas ganas como de costumbre al estar
en castidad. Me sentí relajado y a gusto, aunque no pude evitar
fijarme en los sugerentes pechos de una de las azafatas del
concurso...y vaya taconazos...De pronto, mi móvil comenzó a vibrar,
eran mensajes por LINE, seguramente de Claudia...otra sorpresa que me
iba a caer encima...
- LUCÍA ¿Qué haces, guarra?
No
me lo podía creer, ¡el mensaje era de Lucía! ¿Cómo había
conseguido mi número de teléfono? ¿Por qué me insultaba de esa
forma? Me volví loco, lanzándole preguntas al aire...
- LUCÍA ¿No te acuerdas de lo que pasó ayer, verdad? A ver si esto te refresca la memoria...
Tuve
que sentarme para ver lo que se me venía encima. Mi móvil comenzó
a vibrar, volviéndose loco con las fotos que aparecían en mi
pantalla, una a una, en las que salía desnudo, en otras vestía
lencería femenina de Claudia, otra corriéndome en el suelo, a
cuatro patas en el salón, pero lo más fuerte fueron las dos
últimas...en una aparecía vestido de esa guisa prácticamente
manoseando el pene de Jorge, mientras que en otra, era él el que se
ponía detrás mía, con el pene tieso y hacía amago de querer
penetrarme a cuatro patas mientras sonreía a la cámara. En ese
momento me quise morir, no atendía a los mensajes que seguía
enviándome Lucía...
- LUCÍA Como puedes comprobar, estás hecha toda una guarra, pero no te preocupes, tu queridita novia no dejo a Jorge desfogarse...eso sí, ¿qué te parecería que le enviáramos estas fotos a tus compis de la oficina? Ayer me copié todos tus contactos a mi móvil...
- YO Pero, ¿Qué estás diciendo? ¿Por qué me haces esto?
- LUCÍA Eeeeh, para el carro, que tu Claudita está al tanto de todo, yo sólo la estoy echando una mano para librarse de un cerdo que no se la merece...ya me contó lo de tus tonteos, tus ideas machistas y las fotos guarras esas que ves cuando te quedas sólo, un pajillero, vamos...
- YO De verdad, no volveré a hacerlo, pero elimina esas fotos
- LUCÍA ¿De verdad te crees que va a ser todo tan fácil? No, no, “nene” (con rintintín) está tarde te quiero ver aquí, a las 5 en punto, y te quiero ver muy sumiso y receptivo, porque me has caído bien, y te vamos a ofrecer un trato si quieres seguir viendo a Claudia, y sobre todo, que estas fotos no sean mandadas. Y ni se te ocurra llamarla, pene con patas, ¿entiendes? Ya la cuido yo.
- YO Sí.
Apagué
el móvil en cuanto terminó la conversación. La cabeza me daba
vueltas. ¿Qué demonios había pasado ayer por la noche? ¿Cómo
podía encontrarme en una situación tan vergonzosa? ¿Qué querrían
conseguir de mi con ese chantaje? Aquella misma tarde lo averiguaría.
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