Leer el prologo.
Leer la primera parte
Leer la segunda parte.
SEGUNDA
PARTE
TERCERA
PARTE
Después
de nuestro último encuentro, aquella semana, pude verla cada vez
menos, entre las clases, los trabajos, prácticas y estudiar, apenas
teníamos tiempo para quedar un día para pasarlo juntos. Yo no me
cansaba de decirle que aquello de no poder masturbarme se me estaba
haciendo cuesta arriba, pero Ella parecía no escucharme y seguía
dándome largas.
-
- Lo has prometido, ahora no te puedes echar atrás. Si te pillo algún día me voy a enfadar eeeh, ¿porqué no te deshaces de todo ese porno que tienes en el ordenador?
Y
dicho y hecho, le eché valor al tema y me mantuve casto como pude.
La cosa es que todo aquello me excitaba de sobre manera, sabiendo que
Ella, por la noche, o durante los fines de semana cuando no estábamos
juntos, se tocaba con aquel consolador vibrador de 20 cm. Yo lo había
visto sólo una vez, pero no se me iba a olvidar en la vida...
- Ven, nene, ¿no te apetece ver mi juguetito? Al fin y al cabo, lo he pagado de tu bolsillo...
Me
acerqué en calzoncillos, desconfiado. Ella abrió el cajón de su
cómoda y me lo enseñó...me pareció descomunal, no sé, aunque
muchas chicas iban diciendo por ahí que el tamaño ideal eran 20 cm.
no creía que fuera tan grande. Era de color rosa, con brillos, suave
y esponjoso. Tenía un sistema de vibración de varias velocidades
incorporado y una especie de punta en el otro extremo que sobresalía,
con forma de conejito, para acariciarse el clítoris, según me contó
Claudia. Estaba encantada con él. Por un momento, se quedó mirando
mis boxer negros, notando el aumento del bulto de mi entrepierna ante
aquella conversación:
- A ver...ven aquí...
A
continuación, curiosa, bajó mis calzoncillos y me dejó desnudo.
Aquella situación me descolocó un poco, Ella iba totalmente
vestida, con un vestidito inocente hasta las rodillas, y yo, desnudo
después de ducharme. Con una de las manos tomó mi miembro erecto,
mientras que con la otra sostenía a la misma altura, su querido
consolador.
- ¡Ja, ja, ja, qué cosita! No puedo creerlo...que pequeñita se ve la tuya a su lado.
¿Habéis
sentido alguna vez la sensación, aún estando en tierra firme, en la
que caéis por un abismo o zozobráis como en una barca? Así me
sentí yo, qué gran humillación...mientras Ella no paraba de reir y
juntar mi miembro con su grandioso compañero.
- Ufff, que barbaridad, no me extraña que...uys, y si...quédate así, que quiero hacer una cosa. - como una estatua de sal me quedé...
- Vamos a ver...
Acababa
de girarse y tomando una regla la apoyó en la base de mi pene,
midiéndolo en toda su extensión, estando completamente erecto.
- ¿Eeeeeh? 11 cm. No puede ser...¿de verdad? - dijo Ella poniendo caras de sorpresa
No
sabía donde meterme, ¿cómo podía hacerme todo aquello? Pero lo
peor de todo es que seguía erecto y con una ganas tremendas de
eyacular después de una semana de inacción...
- Perdón, cariño...¿te pasa algo? Te noto raro, ¿no te habré ofendido, verdad? - dijo mirándome desde su silla hacia arriba.
- No, no pasa nada jeje... - dije con una risa nerviosa.
- No te preocupes, cariño. Tú sabes que el tamaño no lo es todo, pero, hablando en serio, ¿ahora comprendes el problemilla que teníamos en la cama, verdad?
- Sí, ejem, supongo. - dije dubitativo. Casi no reconocía a Claudia en aquella situación surrealista, tan segura de si misma.
- Te vuelvo a decir que no te preocupes, ¿lo importante es que lo pasemos bien los dos? ¿Te pongo, verdad? Estarás con muchas ganas de sexo...después de una semana...¿No te habrás tocado?
- Para nada, ni una vez. - dije firmemente.
- Así me gusta...pero claro, volviendo al tema de siempre, vamos a tener que cambiar algunas cosillas para poder disfrutar los dos. Entiéndeme, después de probar esto... - dijo cogiendo el consolador – Quizás sólo sea abrir un poco la mente, no lo hemos hecho nunca, pero... ¿sabes hacer un cunnilingus? - dijo levantándose el vestido poco a poco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario