El turismo es
uno los motores económicos de Senegal, un país con 15 millones de
habitantes y donde un 95% de población que profesa la fe musulmana.
A pesar de ser un país musulmás recibe cada año más de 2
millones de turistas anuales; la mayoría busca turismo disfrutar de sus
playas y su buen clima durante todo el año.
Pero hay más.
Dentro
de Senegal prolifera otro tipo de turismo, europeo en su gran mayoría,
que además de sol y playa, buscan sexo. Éste es un turismo prácticamente
imposible de controlar por las autoridades,además de despreciado por la
mayoría de los senegaleses que creen que ultraja la religión y
costumbres de la población.Pero hay más.
“Conocí a una señora francesa en la playa que me mantiene hoy en día. Llegó a comprarme una casa, en la que vivo actualmente, y dos taxis”, afirma un joven senegalés
En este
documental escucharemos el testimonio de personas que viajan a este país
africano en busca de sexo , un turismo que guarda ciertas
particularidades respecto de otros países donde se producen fenómenos
similares como Cuba o Tailandia. Peró aquí no son hombres: hablamos del turismo
sexual femenino. Son mujeres de cierta edad, europeas casi en su
totalidad, que organizan vacaciones eróticas buscando hacer realidad
algunas de sus más tórridas fantasías sexuales con jóvenes senegaleses.
Muy
cerca de la capital, Dakar, en ciudades como Saly, además de playas
paradisiacas encontramos a numerosos jóvenes cuya única ocupación es
pasearse, entrenar y lucir cuerpos fibrosos y musculados en la arena, en
busca de alguna mujer europea y blanca, dos y hasta tres veces más
mayores que ellos. El objetivo es convertirse en su acompañante diurno
(y nocturno) durante su aventura africana, esperando obtener alguna
dádiva, dependiendo exclusivamente de la buena voluntad de su amante
temporal que llegó de vacaciones desde la vieja Europa.
Muchos
han hecho de esta ocupación su sustento. Algunos obtienen divisas
extranjeras que al cambio les permiten subsistir hasta que aparezca una
nueva señora blanca que reemplace a la anterior. Otros, los más
afortunados, encuentran abuelas-amantes que les cambian la vida con
regalos importantes y remesas de dinero mensuales que les llegan desde
Europa.
Un guía experto en estos
escabrosos senderos nos conduce a un mundo inexplorado de pobreza,
intereses y sexo. Conoceremos incluso a un joven senegalés que en la
actualidad vive gracias a una sexagenaria señora francesa, que no sólo
le envía dinero mensualmente, sino que le compró una casa, dos taxis.
No en vano, Senegal se alza hoy como el paraíso sexual de las abuelas europeas.
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