jueves, 2 de marzo de 2017

No te corras!!

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Tengo 42 años, soy marido, padre, y el esclavo sexual de mi esposa a tiempo completo. Llevamos casados 11 años, y nunca he estado más enamorado de ella. Nuestra vida sexual nunca ha sido tan caliente de lo que ha sido desde hace aproximadamente 2 años cuando le di un control total sobre mis erecciones y orgasmos. Sé que puede parecer una locura, pero el sexo se ha vuelto muy intenso desde que he perdido el control. Las cosas se vuelven más importantes cuando las pierdes..
Al cabo de los años, nuestra vida sexual se había vuelto monotona, rutinaria y predecible. No estaba mal pero era poco sorprendente. Pero, ahora es un lujo fantástico que mi esposa me permita tener sexo solo cuando ella decida. Mi satisfacción sexual se ha convertido en la última prioridad (o no tiene ninguna prioridad en absoluto) en nuestra relación. Cuando mi esposa me permite participar en actos sexuales con ella, es sólo para darle placer a ella, y ella me recuerda continuamente de esto, además de la frase "No te corras!". Ella tiene la llave de mi dispositivo de la castidad, que me obligan a usar sólo cuando llego a casa. Cuando salgo ella me libera o me deja la llave para que lo haga.  También me ha obligado a depilarme, y me aplica una cera brasileña dos veces al mes, para mantener mi polla y el culo suave y sin pelo. Su control sobre mí está completo. No sólo me niega los orgasmos normales, sino que me niega las erecciones siempre que estoy en casa. Ella me dice que "mi" polla es suya, y ella decide cómo y cuándo se utiliza, y la amo por ello. A pesar de que podría masturbarme fuera de casa, ni siquiera se me ha ocurrido intentarlo. En general cada 7-8 semanas tengo alguna liberación pero no es algo fijo o programado, he llegado a estar más de 3 meses, cuando eyaculo cosa que sucede raras veces al año, lo más común es un arruinado y alguna un ordeño prostático. Mi señora dice que el ordeño me limpia sin permitirme el placer de un orgasmo. Mi placer y mis orgasmos son cosas más bien del pasado. Ahora mi placer es darle placer. Mi esposa en cambio tiene sus orgasmos de forma regular. Hay muchas maneras en que ella me sugiere darle esos orgasmos. Tened en cuenta, que yo llevo jaula cada vez que la estoy atendiendo. La señora me dice que esto mantiene mi mente concentrada en lo que es importante: su satisfacción, en lugar de mi propia polla. Tiene toda la razón. Cuando estoy realizando mis deberes sexuales para ella, siempre hago lo mejor que puedo para que ella esté completamente satisfecha, porque sé que esa es la única manera en la que tendría una oportunidad de liberación. Si hago la menor cosa que le disguste, normalmente me garantiza que no va haber liberación en las próximas semanas hasta que se le olvide su disgusto, el otro día, por ejemplo, después de darle a ella su orgasmo se me cabreó un montón por sugerirle si podría liberarme un momento y tocar mi pene. Y las veces que lo hago todo bien, ella a menudo tampoco me permite una liberación. Ese es su derecho y se cabrea mucho solo de sugerirle algún cambio. No me malinterpreteis, no me quejo. Esta es la forma en que debe ser, y le estoy agradecido por mantener su firme control sobre mí, y la verdad es muy, muy estricta con eso. Se ha tomado muy en serio que yo no tenga orgasmos. Ella es mi señora y su placer es todo lo que me importa. Mis eyaculaciones son un regalo que ella me permite tener cuando ella quiera sin recibir ninguna presión por mi parte. Sé que no puedo ganarlos, ella sólo puede concederlos discreccionalmente. Cuando ella desea sexo, ella calmadamente y con naturalidad me hace ciertas poses o gestos que yo debo entender como que quiere tema. Debo estar atento a ella, pues no dice nada, debo captar la señal y obedecer de inmediato sin hablar ni cuestionar. No importa donde estemos.  Independientemente de su estado de ánimo, siempre me obliga a comenzar por masajes en su espalda, antes de poder pasar a la parte delantera. Ella no permite que refriegue la jaula sobre ella, y ahora ya ni siquiera me permite comerla, aunque sabe que lo deseo, es un premio que hace meses no me concede. Cuando ella tiene su orgasmo la sesión termina y yo me quedo a su lado sin esperar nada a cambio, a veces sólo quiere mi boca para ayudarla con el vibrador que yo me debo encargar de traerlo y guardarlo. Esta forma de servicio es la más común, ella puede tenerlo en cualquier momento que con gestos me indique. Mi señora por lo general no me permite tener sexo con penetración, ya que ella cree que la posición es "demasiado dominante" pero a veces me concede una liberación con la advertencia de que no me corra. Compré retardante para poder aguantar más, pero no me autoriza a usarlo, quiere que sea natural. Debo concentrarme para no eyacular, si lo hago tardaré más tiempo en volver a tener sexo. A veces me permite el uso de fundas pero no siempre. Su enojo es mayúsculo cuando ve que me he corrido, siempre me pide ver el preservativo para cerciorarse que no me he corrido. Ella me dice que puedo follarla tanto como quiera, siempre que la tenga bien dura y no me corra. Esta forma de estimulación sexual es una delicia (incluso sin orgasmo) y se me concede con moderación, mientras cumpla con la norma "NO TE CORRAS!". Si algún día descubre semen en mi preservativo ella se sienta sobre mis rodillas), y lo vierte en mi boca, y me obliga a tragarlo. Tengo que mantener contacto visual con ella mientras ella me alimenta de mi venida para que recuerde las razones por las que se me obliga a tragar mi propio esperma: porque ella me controla, porque no he cumplido, y simplemente porque ella quiere que lo haga. Me trago mi venida como un tributo a ella, y para mostrar mi amor y obediencia. 

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