miércoles, 6 de septiembre de 2017

Autobiografía. Historia real. Memorias y forja de un cornudo casto: Capítulo V - Otra vuelta de tuerca para el cornudo: la intromisión.

Autobiografía. Historia real. Memorias y forja de un cornudo casto:
Capítulo V - Otra vuelta de tuerca para el cornudo: la intromisión.

(He cambiado los auténticos nombres para respetar la confidencialidad e intimidad de las
personas aludidas, aunque son similares a los reales)
A partir de ese momento se cumplieron escrupulosa y estrictamente las condiciones impuestas por
María. Yo vivía solo y exclusivamente por y para ella, le mandaba whatsapps constantemente,
narrándole íntegramente los pormenores de mi vida con gran lujo de detalles, por trivalies y
vanales que fueran, todo lo que hacía… le envíaba siete u ocho sms cada media hora (en vez del
uno mínimo que ella me exigía)… le relataba hasta lo mas insignificante y cotidiano con pelos y
señales, tanto lo mío como lo que atañía a mi mujer… si ella estaba con otro… qué hacía yo en mi
trabajo, si me atraía alguna compañera, si iba al wc y qué hacía dentro (a veces me pedía foto para
comprobar si era cierto), a la ducha, si mi esposa tenía la regla, qué ropa nos poníamos ambos
(incluida la interior), con quién salia mi señora… era una dominación… en toda regla… en
cambio María me escribía muy poco, ¡y me contaba menos! Se ve que todo lo que tenía que
explicar me lo había detallado en la primera cita.
Solo me llegaba un sms cuando le hurgía tocarse su rendijita, entonces me conectaba a skype
rápidamente (para que no se enfadara)… en ciber se abría completamente de piernas ante su
webcam de alta definición, era un espectáculo que siempre me compensaba las largas horas de
espera, hembra fogosa, ardiente, libidinosa… sus orgasmos eran espectaculares, cuando le daba el
“apretón” se aseguraba de que la viera bien abierta, despatarrada, bien mojada azotando y
pellizcando su pepitilla sin compasión, sobando su coñito, penetrando su ojete, yo con buen
cuidado enfocaba con la cam a mi miembrito (como me tenía ordenado) para que apreciara que no
me la palpaba y que no tenía la más leve erección para no parecer un pervertido ni derramarme sin
su permiso. Le incomodaba tener un “mono pelándosela” mirando mientras ella disfrutaba (eso me
lo dijo textualmente) Yo era su adorador-casto entregado por completo a su Reina, María era muy
posesiva, controladora, calculadora, manipuladora, autoritaria, justo lo que yo necesitaba.
Como había dispuesto en sus normas, mi mujer y yo ni dialogábamos ni compartíamos ninguna
actividad conjuntamente como matrimonio… Por supuesto dejé de hablar y salir con mi esposa,
tampoco eso me representó ningún hándicap, mi mujer hacía mucho tiempo que me había retirado
la palabra, para mi señora era un simple parásito chupasangres, un insecto vil y abyecto que no
tenía derecho a la existencia… mi esposa disfrutaba su vida (con sus amantes) mientras yo
vegetaba en casa esperando ansioso que sonara el whatsapp de María para conectarme por webcam
para su cotidiano “dedito”. Cumplía a rajatabla sus órdenes y disposiciones pero… ¿acaso tenía
otra alternativa mas atractiva?, ¿alguna otra opción?, si quería tener algo del sexo era lo mejor que
se me iba a ofrecer en mi vida, sin lugar a dudas… nunca me iba a ver en otra ni parecida, ni con
una hembra de tal calibre!!… eso era más que evidente, estaba claro…
Cuando era en real, quedábamos en persona y me dejaba eyacular, me pajeaba normalmente en
lugares públicos, eso la excitaba mucho… me la meneó en ascensores, probadores en tiendas de
ropa, en el coche (muchas veces cuando el tiempo era escaso y apremiaba), cine, parkings,
playa… Como me derramaba increíblemente rápido, había poco “riesgo” de ser descubiertos… por
ejemplo, si era en el ascensor le daba del 1º al 5º (aunque en el 3º yo ya había terminado y
eyaculado) le sobraba en ese tiempo. La manera de masturbarme era muy poco erótica,
protocolaria, María colocaba un kleenex sobre la palma de su mano, mi minipito sobre el kleenex,
con dos dedos de su otra mano apenas me rozaba el penecito, dos sacudiditas y me corría… casi
sin aumentar de tamaño ni ponerse dura, eyaculaba antes de estar erecto, entre el tiempo que
llevaba en abstinencia y mi eyaculación ultrafugaz el ritual completo pasaba en un instante… en
dos segundos estaba “descargado”.
Cuando me la cascaba en el coche me la sacaba de golpe y en un par de toquecitos con sus dos
deditos ya estaba lista, yo intentaba disfrutarlo al máximo, pero debido al tiempo de negación, lo
buena que estaba, las ganas que tenía acumuladas… mi eyaculación precoz… los nervios de que
no sabía cuando habría “otra ocasión”… originaban que el hecho objetivo y constatable fuera que
casi nada mas sacármela María, exponerla “al aire” y sentir el suave tacto de la puntita de la yema
de sus dedos en mi glande, ya me había corrido… María completaba su “obra” siempre con
idénticas preguntas retóricas e hirientes:
¿¿y ya está?? ¿¿¿Eso es todo??? …a veces pienso que esa fingida sorpresa solo perseguía el fin
último de rebajarme un poco mas… humillarme moral y psicológicamente en el profundo pozo de
mis miserias en el justo momento en que mi vergüenza por mi cuestionable hombría y descrédito
como macho se encontraba en su momento “mas bajo” (y flaccido)…
A esta circunstancia había que sumar que el protocolo de mi “alivio” lo hacía sin expresividad
alguna en su rostro, con indiferencia, como un trámite mecánico de ordeño, como un patético
trabajo rutinario… simplemente dos toquecitos en el micropito y caían un par de gotitas de semen
en el kleenex. Con un mismo gesto le daba media vuelta a la servilletita envolviendo raudamente
mi minipitín limpiándolo y haciendo el kleenex una bolita automáticamente agilizando “la tarea”
… la pelotita con mis “residuos” la guardaba en su bolso… a pesar de su poco interés yo intuía que
este anómalo contrato de intercambio le gustaba, era muy poco esfuerzo para ella y muy rápido…
así cuanto mas breve fuera mi minieyaculación, más tiempo podía dedicarle a ella. Me pajeaba en
dos segundos y luego estaba como unos tres cuartos de hora dedicado a mi musa, a mi
poseedora… a mi propietaria.
No se me escapaba la percepción de que a María le agradaba esta situación, que me corriera
enseguida con sus dos deditos nada mas tocarla, le parecía una divertida humillación… para mi
pesar no es que le resultara mínimamente atractivo, ni satisfactorio hacerme mi pajita desde un
punto de vista sexual, simplemente le parecía jocoso, ridículo, ultrajante para mí… aunque al
menos yo captaba que no le incomodaba. Creo que también le gustaba sentir y paladear el infinito
poder que ejercía sobre mí, la estimulaba la dominación en sí misma. Luego me decía, ya no sé
hasta cuando volverá tu colillita a “escupir”, así que reprímete tus ganas de pajearte, ya sabes que
los marranillos no me gustan, ¡y no te toques tu cosita o rompemos nuestro pacto!...
Yo: Por supuesto, María… así será, ya lo sabes…
Ciertamente, María me dejaba palparla, acariciarla, besarla, babearla, degustarla, ponía a mi
disposición su ano, su coño, su cuerpo entero sin reparos… masturbarla resultaba delicioso, era
una hembra lúbrica, prodigiosa, bien fogosa… se dejaba hacer, se abandonaba a mi boca, mis
manos, henchida de gusto, temblorosa, puro sexo, horas y horas de erotismo sin límite para ella
(yo estaba recién eyaculado)… podía acariciarla, tocarla, pellizcarla… poco a poco fui
descubriendo y adiestrándome en lo que le gustaba y como le gustaba, me convertí en “experto en
María”, en lo que ponía bien húmedo y babosillo su coño, en un técnico-especialista de su
chochete, era curioso, a su marido no le permitía tomarla por la puerta trasera pero a su amante
Jorge sí…
…conmigo le volvía loca que le introdujera uno de mis deditos por el culete nada más
empezar dejándoselo ahí todo el tiempo que duraba nuestro encuentro, en ese instante se le
humedecía el chumino, se mojaba antes de tocarla, percibía mis dedos de la otra mano
impregnados con los flujos de su coñito… me encantaba recorrerle interminablemente, sin
descanso, la rajita de arriba abajo con mi lengua… su botoncito erecto, excitado, rojo de placer,
vibrante, receptivo a mis caricias, agradecido a mis atenciones… incluso sus pechos culminados
por sus sonrosados y erectos pezones, duros como piedras, saborearlos, los chupaba, los mamaba,
le daba bocaditos… cuando estaba casi en el climax introducía el segundo dedito por retaguardia,
el éxtasis estaba muy cerca… sus ojos se ponían en blanco, comenzaban las contracciones de
placer, primero de forma imperceptible, luego convulsiones casi epilépticas e incontroladas que le
recorrían el cuerpo entero… eléctricas…
El preludio de su extasis lo notaba en el dedo (o dedos) que tenía profundamente introducido en su
ojete, se aceleraban las contracciones de su perfecto culito, notando cada uno de sus espasmos mas
potentes y rápidos apretando fuertemente, casi con violencia, mi dedo con su ano palpitante, esa
presión de su ojete en mi dedo me indicaba indefectiblemente que el climax era inminente, con la
mano que tenía en su chumino intensificaba fuertemente mis caricias en su coñete destrozando su
clítoris... mi mano se empapaba con los caldos que manaban producto de su gozo… eran auténtico
superorgasmos como correspondían a una supermujer…
…era multiorgásmica… no paraba de tener verdaderos calambres y estremecimientos de gozo,
notando cada uno de ellos en mis dos manos a la vez, por delante porque le tenía bien cogido el
chichi íntegramente, bien apretado y agarrado a mano llena, aprisionado dentro de mi puño mojado
por sus flujos de placer y por detrás con mis dedos introducidos en su ojete hasta el fondo… Las
corridas que llegaba a tener eran brutales, bestiales, salvajes… llegaba a derramarse con una
eyaculación, chorreaba (hasta entonces no supe que una mujer podía eyacular)… en cuanto
terminaba su orgasmo y le realizaba con mi lengua la “función” de “repaso” y limpiado higiénico
de su chochete, me echaba de su lado y me largaba rápidamente a mi casa… yo solo cumplía
estrictamente la función de consolador humano.
Me aprendí su sexo al milímetro, mil veces se lo recorrí, se lo comí, degusté, lamí… introduje
miles de veces mis cada vez más adiestrados y hábiles deditos en su interior, por delante, por “la
puerta de atrás”, eficazmente adoctrinados por ella para su “servicio” parándome y recreándome en
su clítoris erecto, rojo, humedecido… nunca paraban de manar sus jugos, chochete lubricado,
fluidos de excitación, realmente gozaba intensamente mis comidas de chichi, mimos y caricias…
hmmmm… placer infinito, sus grititos, gemidos guturales apagados y exclamaciones de intenso
gozo… su primorosa rendijita entregada… inhalando el aroma de su placer, bebiendo el jugo de
su excitación, mordisqueándole su pepitilla que rígida y enhiesta me mostraba su descarado
agradecimiento a mis labios… mi lengua incansable… minuciosa y sabiamente educado por ella y
para ella, era buen sabedor de lo que le gustaba, cómo le gustaba, dónde le gustaba… hmmmm
Sí, definitivamente me convertí en lo que ella deseaba, un “profesional especializado en satisfacer
a María”, un auténtico “especialista en María”.
Tras cada intensísima sesión erótica siempre hacía lo mismo, simplemente se quedaba igual que
cuando llegó, hierática, inexpresiva y me largaba para mi casa de una patada en el culo tras
haberme usado y haberse desfogado… ya no le era necesario.
A mí no siempre me pajeaba y a veces debia esperar de nuevo a ver si había suerte en la siguiente
cita… era como una mantis religiosa que tras acabar la cópula con el macho se lo come… pues ella
me mandaba inmediatamente a la mierda… me despedía de malos modos desapareciendo
instantáneamente… el único vestigio que me quedaba de lo ocurrido, de que había sido verdad, era
el dulce e inconfundible aroma de sus jugos entre mis impregnados dedos, inhalando el
maravilloso perfume como prueba de que no había sido todo un sueño… hmmmm… olía
incansable su reconfortante aroma transferido a mis manos por su pasión una y otra vez para
cerciorarme, convencerme que no había sido una efímera fantasía de mi calenturienta mente, un
sueño del que fuera a despertar de un momento a otro…
Personalmente y, como buen y bobo omega empecé a albergar sentimientos hacia ella, enseguida
me enamoré (era fácil enamorarse de María), en aquellos tiempos yo era como su perrillo faldero,
en general en cuanto se me daba algo de cariño me entregaba emocionalmente… paulatinamente
me producía mas celos el saber que cada día, cuando se conectaba a la webcam para el cibersexo,
venía ya bien saciada y follada de su oficina por el pollón de su Jorge, incluso cuando se tocaba
ante mí por skype pensaba en él y el “jugoso y extremo” polvo del día… Por otro lado los fines de
semana la taladraba su marido salvajemente… la perforaba sin contemplaciones sin siquiera
esperar a que se lubricara… simplemente se la metía.
Me dolían mas esos cuernos que los de mi señora… (con el tiempo me enteré que no era así, que
con su marido tenía sexo solo algunos sábados y le producía auténtica repulsión, le repugnaba
solo que la rozara mínimamente, le daba tanto asco que su vagina no se lubricaba cuando la
follaba, no segregaba flujo, se quedaba seca y le producía auténtico dolor la penetración) así que
yo era relegado a la tercera opción… siempre y cuando respetara votos de castidad y fuera ella
quien me descargara mis bolitas. Era obvio que poseerme en cuerpo y alma la excitaba, que el
hecho de ser un objeto de su propiedad de alguna forma la satisfacía eróticamente, la estimulaba
psicológicamente, aunque sexualmente yo no le interesara para nada… mi dependencia y
esclavitud hacia ella complementaba sus tendencias exhibicionistas y de dominación. Como me
dijo cuando nos conocimos: “Yo era el monje-casto ideal”
Para los que tengáis dudas o hayais albergado alguna mínima esperanza, os diré que,
desgraciadamente para mí, María jamás me dejó metérsela, penetrarla (solo con mis dedos por
delante y retaguardia)… nunca consumé una relación sexual normal y completa.
Por webcam, virtualmente, casi a diario le gustaba hacerse un dedito por skype y a mí me
encantaba verla, yo creo que venía cachonda, que le duraba la calentura de su Jorge de vuelta a su
casa (en la oficina siempre estaba “a su disposición”, “al antojo” de su jefe) y necesitaba una
réplica de su cotidiana follada, como cuando hay terremotos y luego hay replicas, por mi parte yo
esperaba ansioso ese momento de cada día en que se desnudaba lentamente se abría de piernas y se
tocaba la rajita enfoncándose bien la webcam a su chocho recordando los maravillosos polvos que
le había echado su jefe esa jornada… su jefe… el auténtico macho.
Como su sacerdote célibe y casto solo vivía por y para ella, era la razón de mi existencia…
contándoselo todo, lo que me pasaba a mí y a mi mujer, fuera y dentro de casa… desesperado
mirando el móvil a cada instante y rezando para que me escribiera algo (que no era lo habitual)...
teniendo que conformarme con el cibersexo cuando ella disponía de una coyuntura favorable que
aprovechaba para pajearse tranquila y relajadamente, podía pasarse casi una hora palpándose, se
recorría con sus manos su cuerpo íntegro con detenimiento ante mí, se abría para que mi visión
fuera la mejor y en alta definición, se entretenía en su pepitilla que saltaba desafiante al tacto,
como un resorte, yo no perdía detalle y a ella le encantaba que alguien la observara…
Los condicionantes para vernos personalmente eran demasiados… que estuviera de turno la
canguro que tenía contratada para “colocar” a los niños, que no estuviera su marido, que no tuviera
a mano a su Jorge, que le diera un “achuchón” y que se acordara de mi para calmar su “estado de
urgencia vaginal”, eran muchas las variables que tenían que confluir… pero esa coyuntura era la
única manera en la que mi miembrito podía “descargar”… mientras en castidad, ya me lo tenía
avisado… y por mi parte tampoco quería que nadie más se encargara de mi pequeño sexo, tampoco
requería una atención mas continua, mas frecuente, ni mas intensa… cada dos o tres semanas era
más que suficiente para mi nada exigente colillita.
Calmados sus ardores de chuminillo apagaba la webcam inmediatamente sin siquiera despedirse…
aunque yo estaba disponible las 24 horas del día, reportando mi estado cada cinco minutos por si
“me necesitaba” o “solicitaba” de mis servicios de mirón para alguna eventualidad masturbatoria,
no voy a negar que me parecía maravillosa esa situación, que yo también la disfrutaba
intensamente sin creer que me estuviera pasando a mí, vivía esperando ese cotidiano y erótico
desahogo…
A pesar de mi abstinencia y frustración yo estaba en la gloria… pero el sarcástico e
inexorable destino que nunca duerme, se confabulaba contra mí diseñando otra inesperada vuelta
de tuerca para este casto de nacimiento... ocurriendo algo extraño (o más extraño aún si cabe) y
como buen omega yo nunca me entero hasta que es tarde.
Cuando me llamaba por skype para el rutinario “dedito” yo había de permanecer siempre en cueros
también, no porque tuviera el más remoto interés en verme desnudo ni por mirar mis irrisorios
genitales, sino como signo de mi entrega, de respeto a su autoridad, para que ella no se sintiera en
un plano de inferioridad respecto a mí cuando se “restregaba” con vehemencia el chuminete
aplicándose especial atención a su pepitilla, y para comprobar que no me empalmaba viéndola
acariciarse su conejito… no deseaba de ninguna manera que me tocara cuando se autosatisfacía,
se masajeaba sus bellísimas tetas o se pellizcaba sus rotundos, sonrosados y erectos pezones…
pero aquel día algo cambió, todo sería distinto… e irreversible.
Ya dije que esta relación no era talmente Ama-sumiso… pero se le parecía mucho, era una
evidente situación de dominación pero descafeinada… o eso creía yo hasta ese día… en que mi
sometimiento se multiplicó exponencialmente, mi sumisión fue mas dura, más obvia y patente
comenzando a alarmarme realmente mi situación.
Mi relación con María duró en total unos cinco años, y rondaba el tercero cuando ocurrió
un hecho extraordinario…
Me encontraba como era costumbre encerrado en mi habitación de la que nunca salía y a la
que mi mujer nunca accedía, yo era un apestado para ella... María y yo estábamos conectados a
skype para su diario y estimulante esparcimiento y orgasmo, eran sobre las nueve de la noche,
llevaba unos 45 minutos haciéndose su rutinario dedito por cam ante mí (ella “se daba” su
tiempo), yo sabía que su eyaculación estaba cerca porque comenzaba a tener espasmos en todo su
cuerpo, cuando finalmente se corría siempre se repetía un idéntico ritual, se enroscaba sobre sí
misma convulsionando de gusto… haciéndose una rosquilla… hasta que “se reponía”, ese día no
parecía ser diferente al resto pero… algo cambió… ya que tras disfrutar de su merecido, bestial y
compulsivo orgasmo… cuando yo pensaba que iba a apagar la cámara tras “utilizarme” sin
dirigirme la palabra como era la costumbre, me comentó inopinadamente:
María: Enfoca tu cam para que vea el cuarto entero… un ángulo general, que vea íntegramente tu
habitación. Tengo que contarte algo pitito que lo mismo te resulta un puntito… digamosss…
incómodo…, he pensado que… que me gusta este tipo de peculiar relación que mantenemos, que
seas como…. Mi adorador eterno, mi monje casto particular… que dependas de mis caprichos, de
mis deseos, me resulta agradable a la vez que excitante, así que creo oportuno atarte más en
corto… y no quería comentártelo estando caliente o mojada mientras me hacía el dedito diario, no
deseaba que tú estuvieras nervioso ni “desconcentrado” para mi pajita de hoy, ni deseaba estar
mojada cuando ocurra lo que indefectiblemente ha de suceder, quiero actuar racionalmente,
“profesionalmente” tener la cabeza fría y el chichi sequito, para “disfrutar” mas lo que va a ocurrir
en un unos instantes…
Yo: Pero… dime María… no entiendo… me estas asustando…
María: A partir de ahora habrá alguien que te vigile más de cerca… una persona en quien confío
y que sé que no me va a engañar, así me aseguro que “te portes bien” y que lo que me cuentas sea
cierto… que te sea muy cercana… también me “agrada” y excita esa situación.
Yo: pero María, sabes que solo me autorizas tú, solo me corro contigo… que yo no…
María: Cállate Pitito, me aburres!!... solo me vales para lo que me vales!! ¡…y tú lo sabes,
basurilla!, lo único que tienes que saber es que ahora llamarán al timbre y tú abrirás la puerta tal
como estás, EN PELOTAS!!... con tu colín al aire… no has de cubrirte en ningún momento tu
ridículo pingajillo…
Yo (con un hilo de voz): …pe …pe …pero María, por favor… te lo ruego… si mi mujer se entera
me pone de patitas en la calle… yo… yo… lo perdería todo, no puedes hacerme esto… no sabría
qué hacer… no tendría donde ir… todo está a su nombre, el coche, la casa, todo es suyo… te lo
ruego María, por favor… me portaré bien, haré lo que quieras… (ella me veía por la cam, caí de
bruces me puse de rodillas ante ella… lloriqueando para ablandarla, conseguir su clemencia, que
diera marcha atrás en esa descabellada idea).
María: Deja de gimotear, imbécil… además ¡¡ya “haces lo que quiero”, estúpido!!
Yo: …pero María, por favor… yo…
María (claramente enfadada): que te calles, impotente!!!...
Ding-dong… ding-dong…
(me quedé petrificado al escuchar que llamaban a la puerta, al comprobar que no era un farol
para asustarme, sino que era real y estaban tocando el timbre… ERA CIERTO!!!) (continuará)

1 comentario:

  1. Lo dejas en el momento cumbre!
    Yo apuesto porque la vigilante es tu mujer!

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