jueves, 28 de septiembre de 2017

Infidelidad consentida....Capítulo 2.

Ver capítulo 1.


Capítulo 2.
La sala de estar estaba impecable. Nunca me había resultado tan excitante hacer las tareas de la casa. Yo estaba muy excitado, y podía sentir mi corazón latiendo de emoción. En ese momento, me atraía poderosamente la idea de ser humillado, rebajándome. Yo estaba muy caliente. Aprovecha al máximo la ocasión, me dije a mí mismo, porque cuando te corras te darás cuenta del ser patético que eres, a la vez que sabía que eso mismo podía hacerme ir perdiendo a mi esposa. Que ella ya nunca me verá igual de nuevo. Cuando le cuente a su hermana lo mío, ¿qué pasará con el resto de su familia? ¿Serían capaces de aceptarme de nuevo una vez que lo supieran? Me froté mi polla erecta. En ese momento ese pensamiento fue muy excitante. Muy humillante. Pensé que su hermana se reiría de mí. ¡Yo quería correrme allí mismo, ahora mismo! pero luego me dije, "No, si me corro se convertirá en la peor noche de mi vida". Me mantuve al límite de la corrida. Débil, humillado, excitado.
Oí a Julia bajar las escaleras; Podía oler su perfume incluso antes de que ella entrara en el salón, con su teléfono móvil pegado a su oreja. Me dejó sin aliento. Estaba impresionante. Vestida con zapatos negros de tacón de aguja, vestido de fiesta corto y ajustado, corte bajo, y sus amplios pechos firmes que se asomaban peligrosamente por el top. Ella lucía muy erótica. El maquillaje y y el peinado hecho a la perfección. Mi esposa, preparada tan sexy para otro hombre. Un hombre que me la estaba quitando. Estaba perdiendo en brazos de otro hombre a quien una vez había sido mía. Iba a llevarse a mi mujer delante de mis narices, y todo lo que yo hacía era empalmarme, ver cómo crecía mi polla dentro de mis pantalones vaqueros. Me sentía muy celoso, imaginándolos juntos, follando, dando vueltas, y luego ella en sus brazos, desnuda, húmeda, encantada por su polla. Ser tomada como una mujer por un hombre de verdad. Como yo no había sido capaz de hacer durante tanto tiempo a causa de mis fantasías sexuales. Yo la había llevado a todo esto.
"No, no", se rio en el teléfono. "No esperes en el taxi cuando llegues aquí. Ven y llama a la puerta. ¡Quiero que te conteste y te abra!" Ella me lanzó una mirada burlona, ​​y luego se volvió, escuchándolo decir algo. "No, todo irá bien. Te lo he dicho, está de acuerdo y no pondrá resistencia." Me sentí enrojecer mientras los escuchaba hablando de mí. "Lo sé, cielo, es difícil para ti comprender que un marido acepte el hecho de que otro hombre se lleve a su esposa delante de él sin pegarse. Paco, eso es porque eres un hombre de verdad. Él no lo es." Se volvió y me miró de nuevo. "Mira, él está de pie aquí conmigo ahora, se lo pregunto. Le abrirás la puerta a Paco cuando llegue, ¿no?" Ella levantó una ceja mirándome.

-Sí -musité.

-¿Perdón? -dijo ella.

"Sí lo haré", dije con más claridad. "Mira, ya te lo dije," dijo mirando hacia mis ingles. "Adivina, se ha empalmado." Ella se rio de su respuesta. "Lo sé, es increíble. ¿Cuánto tiempo te falta para llegar? ¿Que estás cerca? Estupendo. No puedo esperar. Nos vemos pronto, mi chico caliente." Ella le sopló un beso y colgó.
Unos minutos más tarde oí un coche parando cerca con el motor en marcha. Mi corazón se aceleró cuando me di cuenta de que sería el taxi. Entonces sonó el timbre de la puerta.
"Ve y contesta, debe de ser él", me dijo Julia, repasando su lápiz de labios en su espejo de maquillaje.
"No sé si puedo," gruñí, de repente me di cuenta de que iba a ser humillado, de que iba a mostrar mi verdadera debilidad a este hombre. Este hombre que quería a mi esposa para él.
Ella me lanzó una mirada. Dijo: "Esto es lo que siempre has fantaseado. Esto es lo que me hiciste contarte en la cama. Es por eso que ya no te veo como un hombre. Con tu permiso sexual o sin él igual lo haré. Por eso no me excitas. Por eso no te respeto. Ahora tienes lo que querías, ahora vive tus perversas fantasías".
"Contesta a la puerta," su voz era firme, dominante. La voz que ella sabía que me gustaba oír en nuestras fantasías sexuales, donde ella tomaba el mando. Me alejé lentamente del sofá y comencé a caminar hasta la puerta principal. Mis piernas se sentían pesadas. Me sentí como si estuviera viéndome en una película mientras abría la puerta principal. Esto no era real, ¿verdad? ¿Realmente estaba permitiendo entrar a otro hombre en nuestro secreto juego de alcoba? ¿Era yo un marido patético y perverso que se excitaba al saber que otro hombre iba a follar a su esposa?Cuando abrí la puerta, sentí que no había marcha atrás. Esto ya no era una fantasía. Esto era la vida real.
Se plantó ante mí un hombre alto, más joven y guapo. Me di cuenta que estaba un poco suspicaz. Tal vez esperaba una pelea. No creo que realmente pensara que le abriría la puerta sin más. Sin agredirle o gritarle. Defendiendo mi matrimonio, mi honor, mi esposa. Eso es lo que cualquier hombre esperaría de otro marido despechado.
En cambio, él me tenía mirándolo con ojos tímidos. "Hola, Paco, voy a avisarla que has llegado."
No podía ocultar su mirada de asombro e incredulidad. "Gracias", fue su única respuesta.
-Julia, ya ha llegado Paco para recogerte -la llamé.
-Gracias -dijo Julia, saliendo de la sala. Me empujó a un lado y rodeó con sus brazos desnudos su cuello y le dio un profundo beso. "Hola, guapo", ronroneó. "Vamonos." ....continuará...mañana con el capitulo 3

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