-Vaya, vaya. Que haces
tocándote, María José? La putita está caliente? Ves a vestirte con la
ropa interior de antes. Veras que hay también una minifalda y una blusa.
Te lo pones. Repasa un poco tu maquillaje un poco
y vienes al salón. Estaremos allí.
Lo hice. Estaba ardiendo, no
caliente. Me vestí. Hice lo que pude con el maquillaje. Y fui ante
ellos. A una señal de ella, entendí que debía ponerme de rodillas y lo
hice.
-Sabes que te has portado mal
puta. (me dio dos sonoras bofetada). Que no vuelva a ocurrir (otras).
Sabes que tienes totalmente prohibido tocarte sin mi permiso o el de mi
esposo (i otras). Mira que bien te queda este
colorete rojo, te hace más puta aun. Levántate y paséate. Y no olvides
las maneas. Eres una puta. Menea ese culo y provócanos.
Lo hice. Me levante con las
mejillas ardiendo y empecé a pasear. Exageraba los movimientos y e iba
de un lado a otro. Ellos no paraban de silbarme, insultarme y reírse de
mí. Me hacían agachar a recoger cosas sin doblar
las rodillas para verme el culo… Se besaban y magreaban. Ella incluso
lanzaba algún gemido. Se levantó y me ordeno desnudarla. Me hizo poner
de rodillas para que le sacara los zapatos. Me los hizo lamer y
restregar su talón por mis pezones. Los coloque a un
lado con mimo. Me agarro del pelo y me restregaba su coño por la cara.
Sin miramientos. Se dio la vuelta y su culo, también.
-Aprovecha ahora puta y lámeme
bien, toda. Quiero que babees y mojes mis mallas con tu saliva. Estas
ardiendo puta. Si fueras un hombre ya tendrías el rabo entre las manos
pajeándote, cerda. Levántate y haz lo mismo
con mis tetas. Magréalas bien con tu cara. Si osas tocarme con las
manos te las corto.
Su marido se levantó, con una
erección visible de sobras bajo el pantalón. Agacho mi cabeza al coño de
ella y me ordeno seguir. El mientras, le desabrocho la blusa y se la
saco. Me levanto la cabeza y sin miramientos
me arranco la blusa a mí.
-Mira como manoseo a mi
esposa. Tócate tú, como lo hago yo, con ella. Ponte más caliente aun
puta. Ella es mía. Tu, perra, jamás la tocaras. Quítate la falda.
Él le ayudo a ella a sacarse
las mallas y le metía mano por fuera y por dentro. Yo me saque la falda y
mientras me acariciaba los pezones. Ella gemía. Se sentó en el sofá
abierta de piernas y empezó a masturbarse. El,
agarrándome de los pelos, me acerco la cara a su coño y me ordeno que
me tocara. Que acariciara mis huevos y me tocara la celda. Que la
deseara. Que me masturbara. El se reía a tope. Ella se corrió
intensamente. Un poco recuperada se sentó y me ordeno que
desnudara a su marido. Que lo hiciera como una puta. Que le besara y
lamiera.
-Vamos cerda, mi marido no es
gay. Es muy hombre. Lo notaras por ese bulto tan gordo, que tú no
tienes. Pero si que le gustan las putas como tú. Lámele los pezones.
Excítale. Así. Y ahora cuando le saques los calzoncillos,
quiero toda esa carne en tu boca. Toda. Y le pones esto. Como hacéis
las putas.
Me dio un preservativo. En mi
boca no entraba tanta polla y me daban arcadas pero note que alguien me
empujaba. No podía soltarla. Al rato, me hizo ponerle el preservativo. Y
él se abalanzó sobre ella como un poseso
pero mimosamente. Ardía. Se tocaban, y follaban como posesos.
-No pares de acariciarte María
José. Él es mi hombre. Ves cómo me hace chillar de placer? Eso es lo
que tu deseas y jamás podrás hacer. Debes estar orgullosa de que el me
haga feliz.
Nada más correrse su marido,
ella cogió el preservativo y lo vacío en mi boca. Una vez vacío, también
dejo el preservativo dentro.
-A las putas os gusta la leche
calentita verdad? Saboréala y saborea el preservativo también. Está
empapado con mis jugos. Así… que buena puta eres. Él tampoco te dará por
el culo. Así que serás casta en todo. Solo
tu boca tendrá que trabajar, cuando se te ordene. Traga ya y saca el
condón bien limpito. Ahora que estamos contentos todos, vamos a redactar
un borrador de tu contrato sumisión a nosotros. En él, participaras
como quien eres fuera de esta casa. Sin impedimento
ninguno y con tu propia voluntad. Entre los tres, lo haremos bonito.
Con su firma, y una última prueba después de eso, serás nuestro.
Así, lo hicimos, charlábamos,
añadíamos, sacábamos…. Y hasta que llegamos al final y firmamos. Aunque
antes de ello, me preguntaron por activa y por pasiva si quería firmar y
les dije una y mil veces que si. Una vez
todo formalizado, me hicieron desnudar del todo. Bajamos a un sótano y
allí, me ataron a un pilar redondo de la estructura. Las manos por
encima de la cabeza y atrás rodeándolo. Me vendaron los ojos. Y
empezaron a atarme a cada palmo. Tobillos, pantorrillas
rodillas…. Iban subiendo. Y notaba que me ataban fuertemente. No podía
moverme ni un milímetro. Al rato oí que ella le decía a su esposo que
fuera a la barbacoa a buscar “eso”. Al rato note un calor intenso entre
mi ombligo y mi polla. Fue eso y …notar un
dolor tremendo y un olor desagradable. Un dolor que me hacía trabajar
todos los músculos del cuerpo pero no podía mover ni uno. Unos segundos y
estaba llorando pero note que ya no dolía tanto. Solo note como
trabajaban allí. Como si me pusieran pasta, esparadrapo…
yo que se.
-María José. Con tu contrato y
tu marca, que veras en cuanto sane, ahora eres nuestra para siempre.
Enhorabuena y bienvenida a tu nueva vida.
PD del autor. Este relato que
se ha presentado y ocurre en pocos días… supongo que entenderéis que ha
durado unas semanas. En una mañana, no se aprende a feminizarse, ni en
una tarde a ser una perra educada, y a la
noche, marcado y aceptado. Espero que os haya gustado.
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