miércoles, 10 de enero de 2018

Autobiografía (Historia real). Memorias y forja de un cornudo casto:

PARTE 3

Autobiografía (Historia real). Memorias y forja de un cornudo casto:

Capítulo I. Pubertad y adolescencia (Parte III y última de este capítulo)

Las sucesivas “tortillas” mas la intensa vergüenza que padecía por la presencia de
compañer@s que contemplaban mi castigo con vivo interés sin perder detalle, causaban
el humillante efecto secundario de que la tímida colillita menguara más (todavía) en
público. Nada más sentarse el macho en mi pecho para la inmovilización se producía
una directa relación causa-efecto...al bajar pantalones estaba absolutamente arrugada,
encogida, propagándose como un rayo mi fama de micropene en el colegio...
...ya me iban conociendo hasta alumnos de otros cursos superiores e inferiores con el
sobrenombre y apelativo cariñoso de “el Mini”... hasta me saludaban con un agradable
“Hola, Mini” con la mayor naturalidad y sin ánimo de ofender (...bueno, algunos sí), el
mote comenzó en mi clase y se extendió jocosa y velozmente como la pólvora...
haciéndose muy popular, simplemente yo era el “Mini” por mi “recortada” y “escueta”
virilidad, no existía quien no supiera de “mis aventuras”, o desventuras mas bien... no
había quien no hubiera visto “bien ventiladas” y aireadas mis escuetas intimidades en
repetidas ocasiones en mi curso (... o si eras de otro nivel o edad en el recreo, espacios
de uso común o en la mismísima calle... niñ@s de mas edad, de menos, daba igual...)
Acostumbrados al show, había gente que ya ni prestaba atención, charlaban, estudiaban,
jugaban al futbol, leían cómics... iban a lo suyo dada la “normalidad” y reiterado de lo
que ocurría... y si orientaban la vista hacia mi habitual correctivo diario era de manera
fugaz e involuntaria dibujándose en su rostro un mohín de indiferencia, desdén,
hartazgo... y censura... pero hacia mí!!!
De esas críticas miradas se deducía claramente una evidente recriminación por mi
comportamiento inadecuado y la rutinaria exhibición que hacía de mis mínimos
genitales ante quien fuera, enteramente parecía como si fuera yo mismo el causante y el
culpable de mis propios padecimientos y desgracias... como si fuera yo mismo quien
reclamara y buscara voluntariamente el castigo de la jornada y enseñarla... pero jamás
atisbé, por parte de esos mismos compañeros, un mínimo gesto de desaprobación ni
reprobación hacia los machos alfa que en esos momentos exprimían eficaz y
animosamente mis aporreadas y supervistas por todos bolitas.
El que lo presenciaran alumnos de cualquier edad o curso ya no era novedad...
Rezaba por que lo divertido del día se quedara meramente en un imperativo “Mini,
güevines al aire” (eso ya lo hacía obediente y diligentemente ante los alfa descubriendo
muy rápidamente “el mini” ante ellos y volviéndolo a tapar si no había mucha gente o
alguna chica delante) rogando con que se conformaran solamente con guasearse y
mofarse de su tamaño con una carcajada ante la momentánea visión de mi cómico y
breve sexo, orando a Dios para que el lugar en que me pillaran para impartirme “el
repaso de la jornada” fuera el vestuario o el wc... ubicaciones siempre mas discretas,
que me permitían soportarlo con mas entereza...
...pero cuando se producía en zonas compartidas, el patio, el recreo, en la calle a la
entrada o la salida del colegio donde podía haber niñas, lo sobrellevaba mucho peor
(aunque luego por las noches al recordarme desnudo ante las chicas me tocara el
aparatito con más ansias y fruición, la masturbación era mas salvaje y reconfortante,
eso me creaba a su vez mas sensación de culpa)

Cada vez más, estas intensísimas y extremas experiencias las sufría de día pero las
“disfrutaba” de noche, seguía sin comprenderme a mí mismol, me pajeaba salvajemente
mi colillita... ¿cómo podría entenderse que lo que mas me rebajaba y vejaba era lo que
más me excitaba? Y ante las niñas!!... pero pronto dejé de planteármelo, solo deseaba
desfogarme, cascármela, que llegara la hora de relajarme y conseguir el nirvana
masturbatorio, compensar las desventuras ocurridas en la escuela a través de consolar
mi pequeño pitito a base de “buenos meneos”... de pajearme constantemente...
Con 13 años, cada noche relajaba mi estrés y la ansiedad de la jornada tocándome el
miembrito hasta eyacular dos o tres veces dependiendo de lo impactante que hubiera
sido la “escena” de cotidiano sometimiento... pero antes revivía y revisaba
mentalmente las circunstancias de mi humillación, meditando detalladamente la
situación y hechos acontecidos ese día mientras me recreaba palpándome lenta,
gustosamente mi colita... y pensaba:
“Realmente las chicas se limitan a presenciar mis castigos pasivamente pero con
regocijo y burlonamente... llevándose la mano a la boca, susurrando entre ellas, seguro
que comentando entre divertidas y jocosas lo chiquitita que la tenía “el mini”...
disimulaban pero yo intuía la verdad... ocultaban bajo su expresión de fingida sorpresa
la auténtica sonrisa de complicidad que se adivinaba en sus labios con motivo del
espectáculo... admirando secretamente a los auténticos machos alfa en ciernes realizar
su ritual de dominación sobre el vencido, derrotado y sonrojado omega (que era yo)...
intentando agradar a los machos superiores... ellos ya con 13 años descuellan como
dominantes, configurando y afianzando su personalidad con convicción y aplomo, como
preludio de su posterior éxito social y profesional en puestos de valía en la cúspide de
la pirámide social, seguros de sí mismos, conscientes de su incuestionable hombría... se
saben predestinados al triunfo (en contraposición a mi cobarde vulnerabilidad y baja
autoestima)”
Chicos que pueden permitirse hacer ostentación de su fuerza y superioridad ante el sexo
opuesto utilizando a sumisos elementos propicios como yo, aplicando impune y
merecidamente las ocurrencias que se les pasen por la cabeza a los que no pertenecen al
círculo de “los escogidos”... o a los que no están en su nivel... en mi caso por mi
insignificante y repelado micropene que garantizaba la diversión a la vez que afianzaba
su hombría... impresionando de paso a las chicas que observan entre incrédulas,
interesadas y curiosas la evolución y el desenlace de mi humillante escena hasta el final
para mayor bochorno... mostrándoles generosamente día tras día mi “encogido y
ridículo aparatito”, mis huevines exprimidos.
Aclaro que ya con 13 años seguía sin tener vello púbico en absoluto, sin un mísero
pelito en mi aniñado sexo, debido a esa causa y en ese momento ya, no es que la tuviera
pequeña y encogida, es que mi sofoco y vergüenza se multiplicaba exponencialmente...
...así que cuando había niñas delante me debatía mas, presentando mayor resistencia y
firmeza a que me dejaran en pelotas intentando preservar mi calvito y minúsculo
aparatito de la exhibición previa y posterior ataque, pero indefectiblemente y mas
pronto que tarde, siempre acababa con los pantalones y slip a la altura del tobillo... el
sentir la brisa fresca de la mañana en “mis cositas” desprovistas de todo, incluso de
pelo, me hacía mas consciente de mi auténtica posición... de mi exposición a los
espectadores y de mi penosa ubicación en el organigrama escolar... pelotillas al aire y
preparando mentalmente mis bolas para “recibir”...

...el “efecto secundario” indeseado es que, al defenderme con más ahínco y moverme
mas enérgicamente, mis destapados genitales se sacudían mas violentamente,
ridículamente... cada testiculillo parecía ir por su lado saltando hasta notar el tacto de
una nueva mano en ellos que intentaba aprisionarlos... aunque no podía verlos (era yo
el único que no tenía acceso visual al estar sentado sobre mí pecho el alfa que
normalmente me hacía la “tenaza”), notaba mi pitín dar latigazos descompasadamente
arriba en mi pubis y abajo chocando con mis testículos al mover la cadera
arrítmicamente en mi desesperado y estéril intento de escapar, de huir... la chocante y
caricaturesca situación no pasaba desapercibida ni a las chicas expectantes ni a mis
machos dominadores pareciéndoles aún mas divertida, tod@s hacían gala de una
cómplice empatía, motivándose y propiciando que se cebaran más en mí, que pataleaba
toscamente, despatarrado como un mamarracho meneando descompasada y
grotescamente mis genitales...
Yo sabía que en presencia de chicas siempre venían luego “tortillas” y picahuevos... a
fin de impresionar mas al colectivo femenino, eso era un hecho irrefutable y certificado,
máxime si había observadoras que nunca habían presenciado anteriormente el
“espectáculo” completo, en ese caso tenían que “esmerarse” más de lo habitual... a
pesar de lo que pudiera parecer, la mirada de las chicas mas que indulgencia o empatía
con mi “delicada e incómoda” situación, transmitía admiración por lo que podía hacer el
alfa en su demostración de infinito poder e irresistible fortaleza sobre mí.
Tenía la subjetiva percepción e interna sensación de que el alumnado entero me
acusaba a mí, me culpabilizaba de todo lo que yo mismo padecía... desgraciadamente
no eran imaginaciones mías... tendido sobre el duro cemento del recreo durante el
castigo del día en pleno estrujamiento y apretón genital, entre un “picahuevos” y otro,
había dos alumnos de un curso inmediatamente superior como a unos tres metros,
estudiando historia para el examen que tenían a la hora siguiente, tranquilamente
sentados en el suelo con la espalda apoyados sobre la pared...
Displicentemente, críticamente...sin posar la vista sobre mí un solo segundo, pude
escuchar nítidamente, como me censuraban... recriminándome de manera despectiva:
“Ya está el MINI otra vez... es que no para.”
“Y lo marrano que es, como si nos gustara ver su mierdecilla pelada...!!
(Ambos rompieron a reír sin despegar los ojos de sus libros de historia)
Eso deja claro al culpable, al responsable de todo aquello que ocurría.
Mis plegarias las encaminaba a que no se enterara ningún profesor y menos un cura
(que también nos daban clases) ya que con mi fama de guarrillo en toda la escuela y que
los alfa provenían de familias infinitamente mejor posicionadas, mas adineradas e
influyentes que la mía, estaba condenado y expulsado del Centro Religioso de
antemano... y encima el motivo por el que era!! Sería una lacra para toda mi vida, eso
sin hablar de la reacción que tendría mi severísimo padre, estricto militar de recto
proceder... no quería ni pensarlo... el Mini sería famoso en la ciudad entera por su
expulsión del colegio mas prestigioso de la ciudad por guarro.
Mejor no pensarlo. Esas elucubraciones y conclusiones me dejaban meridianamente
clara mi ubicación y cómo había de comportarme, lo respetuoso, lo obediente y dócil
que había de ser mi actitud cuando me cruzara con un auténtico macho... mi
incondicional e incuestionable acatamiento a su supremacía había de ser
meridianamente claro y explícito, esta máxima me ha acompañado el resto de mi vida.
En caso contrario sabía que, indefectiblemente, el único escaldado iba a ser yo.
La audiencia ya había decidido, sentenciado y emitido el inapelable fallo: “El Mini” es
el culpable de todo. El mini es un marrano y tod@s lo hemos visto.
Derrotado, no quedaba otra opción que la humilde exhibición de mi miembrito al
eventual público... contra mi voluntad... rendido y simulando que me oponía, que me
debatía, aunque la única verdad es que estaba resignado... esperando parquedad e
implorando con la mirada, mansamente, clemencia ante lo que se avecinaba...
Como en presencia de chicas oponía mas resistencia, mi único logro palpable es que se
alargara la situación... me tenían más tiempo con la pollita fuera... que “el calvito” se
viera bien, ese era el objetivo... a su vez, el castigo físico añadido sería más contundente
por “no colaborar”... para mayor escarnio ante las niñas.

...aunque casi al mismo tiempo y a pesar de la extrema vergüenza y lo bochornoso de
“mis medidas”, la experiencia me hacía ser ya buen conocedor de que la asistencia de
representación femenina a la escena de cuando me “aireaban” los huevillos para
preparar la “tortilla”, conllevaba un plus de excitación pajillera añadida en la seguridad
e intimidad de mi cuarto, en mi cama ... una posterior paja nocturna mas salvaje,
placentera... cascándomela seguramente en varias ocasiones... esa era mi oculta
venganza... y lo único “oculto” de mi persona que quedaba en esos instantes en mi
colegio y para el resto de mis compañer@s...!! ...así que me la tocaba con mas
vehemencia, mas fuerte aún...
Otra vez esa confluencia de sentimientos encontrados, esa constante contradicción de
que lo que más odiaba era lo que mas me excitaba...
Pero para los machos de verdad, este ritual de dominación/sumisón, esta demostración
de poder, suponía un escaparate, una excelente oportunidad de darse a conocer e
impactar a las chicas, dejando patente su lugar (y el mío) en la jerarquía escolar...
constatando su genética y adn alfa... mientras, yo abochornado por estar en pelotas en
presencia de alumnas y tras un par de “tortillas” bien “cocinadas a fuego lento”...
notaba como mi ya escueto pene menguaba, se arrugaba encogiéndose aún mas para
regocijo y algarabía de la audiencia... con mis cojoncillos al rojo vivo y bien
“amasados”.
Al final se causaba el efecto deseado ya que, al acabar el horario escolar, las chicas
embelesadas caían rendidas a sus pies, citándose con ellos a la salida de clase para verse
o simplemente volver a casa juntos, mientras yo solo aspiraba a esconderme para no ser
descubierto, a que no me pillaran de nuevo en el camino de vuelta a mi domicilio... y en
la calle!!!
...y esperar la noche deseando pajearme intensa... gustosa... reiteradamente... hasta el
éxtasis...
(Fin de la parte 3 - Continuará)

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