viernes, 27 de abril de 2018

Mi experiencia con jaulas de castidad


Desde que empecé a sentir interés primero por la denegación de orgasmo como juego sexual y después por la castidad como experiencia enriquecedora más allá del puro juego, una de las cosas que más me llamó la atención fueron las jaulas de castidad. He tenido tres, una CB6000, una CB Snake metálica y una Holy Trainer que es la que utilizo ahora. Esta última es la más cómoda con diferencia y esto es fundamental.
La CB6000 fue mi primer contacto con esta experiencia fascinante de tener el pene enjaulado, pero no me gustó mucho. Luego vino la jaula metálica que me gusta más pero resulta pesada para llevarla mucho tiempo y después la Holy Trainer que después de cargar con el peso de la jaula metálica y de sufrir los defectos de la CB6000 es mi favorita. Es ligera, cómoda y fácil de mantener limpia sin tener que quitártela (sobre todo después de que Control me enseñara un truco sencillísimo).
Con todo esto lo que quiero decir es que lo primero es dar con una jaula que te vaya bien. Hay muchas y no hay que empeñarse en acostumbrarse a una en concreto. Después todo es cuestión de avanzar paso a paso. Yo solía ponérmela solo durante mi tiempo libre. Era llegar a casa y "enjaularme", por el gusto de hacerlo y por reducir el peligro de caer en la tentación de masturbarte a tontas y a locas solo porque por un poco de rozamiento tienes una erección y ya estamos con otra paja mediocre y casi aburrida. Algunas veces me acostaba con la jaula puesta pero siempre me la quitaba para ir a trabajar. Cuando me hice con la Holy Trainer y vi lo cómoda que es me decidí a probar a llevarla durante más tiempo pero me echó para atrás el problema de tener una buena higiene. La solución me la dio Control. Me compré una sencilla jeringa de repostería, le adapté un tubito de plástico en el lugar donde debería ir la aguja y quedó resuelto el problema. Inyecto en la jaula una solución de enjuague bucal y agua, llegas a todos los rincones y desaparecen los malos olores.
Entonces fue muy fácil pasar un día entero, noche incluida, con la jaula puesta. La llevaba en el trabajo y me iba a todas partes con ella. Tener la zona del anillo lubricada con crema o similar ayuda mucho. Cuando llegó el primer viernes me pareció que bien podría dejármela puesta todo el tiempo a ver hasta donde llegaba. Durante el día no había el menor problema y durante la noche el que lo haya probado ya sabe lo que son la erecciones nocturnas. Te despiertas con la polla llenando toda la jaula, presionando fuerte contra las paredes y con todo el paquete levantado por el efecto del anillo de los testículos tirando hacia arriba junto con todo el dispositivo. Es una experiencia que te hace sentirte sometido al rigor del encierro. Es penoso y placentero al mismo tiempo y te obliga a ejercer control sobre tus pensamientos y fantasías para que la erección se vaya aflojando y puedas volver a dormirte. Para mí es el único momento un poco más dificil.
Si no he pasado de llevar la jaula durante más de 60 horas es porque hay un momento a partir del cual sí que siento cierto cansancio y se agradece quitarla y lavar con agua caliente y jabón toda la zona. Además me gusta ir bien rasurado. Pero enseguida me entra el deseo de volvérmela a poner. Si no te vas a correr ni a jugar a excitarte sin orgasmo yo disfruto de sentirme encerrado para mayor tranquilidad. La jaula tiene un efecto inhibidor. Si no la llevas y hace días que no te corres estás todo el tiempo empalmándote. Si la llevas el pene acaba encogiéndose y dejando de molestar. Además sentir la jaula me hace recordar el estado de sometimiento en el que me encuentro. Me recuerda que soy débil, que me puede la lujuria y que tener la polla enjaulada es lo que me merezco. O sea, que llevar la jaula es un refuerzo de lo que sea que te ha llevado a hacerlo el primer día. Ya sabéis a lo que me refiero. Si resulta un poco molesto a ratos es parte de la penitencia por ser un...(que vuestra fantasía lo complete). Llevar una jaula de castidad es un placer en sí mismo para mí. El momento de ponerla, de reprimir la erección incipiente y sentir la restricción es delicioso. Ir por la calle y sentirme diferente. Todo el fetichismo del "arresto", del no estar en libertad... Mejor lo dejo aquí.

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