jueves, 5 de julio de 2018

PARTE 5 Autobiografía. Historia real. Memorias y forja de un cornudo casto




PARTE 5. Autobiografía. Historia real. Memorias y forja de un cornudo casto:

Capítulo III. ¿...matrimonio? – Introducción (Parte I)
(He cambiado los auténticos nombres para respetar la confidencialidad e intimidad de las
personas aludidas, aunque son similares a los reales)
(Los capítulos anteriores están en mi etiqueta de “kino” de este blog)
¿Que como definiría a mi esposa..? no es un bellezón pero resulta tremendamente erótica...
ojos grandes, atractiva, aspecto de chica fogosa... delgada pero con grandes pechos que
sabía utilizar enseñando lo justo, para que se deseara ver mas... para dejarte “con ganas”,
media melena lacia castaña casi rubia, piel muy clara, decidida y segura de sí misma... de
fuerte carácter. Suplía su no muy elevada estatura con una estética elegante a la vez que
sensual, sugerente, personalidad marcada y fuerte, independiente económicamente, con
trabajo seguro y bien remunerado... dos años mayor que yo... que tenía 25 y seguía
VIRGEN cuando la conocí.
De novios nos veíamos solo fines de semana alternos, debido a que vivíamos en provincias
distintas aunque colindantes.
Quizá por esa circunstancia nos casamos muy rápidamente y, desde ese instante como buen
omega y potencial cornudo-casto, casi no llegué a cumplir con mis deberes conyugales, por
mas que lo intentaba (entendiendo “cumplir” solo como penetración no como mantener una
relación sexual completa plena, nunca conseguí que, ni remotamente, mi esposa alcanzara
un orgasmo o quedara mínimamente contenta eróticamente hablando, era un visto-no visto
y yo percataba de la vergonzosa situación,lo cual me acomplejaba más y... menos
“cumplía” , asumiendo mi incapacidad manifiesta.
Además, como sabéis perfectamente por las fotos que ilustran mis memorias, estaba
escasamente dotado a lo que se adicionaba mi eyaculación precoz... fugacísima... a veces
me derramaba antes de ponerse durita, era un visto-no visto, apenas tres o cuatro veces en
varios meses y solo un par de minutos de “escasa eficacia”.
Tras una escasa y poco endurecida erección, mi mujer se quedaba como antes de empezar...
como consecuencia directa, al poco tiempo me echó de la cama de matrimonio, del
dormitorio y casi de la casa... aunque la vivienda tiene cuatro alcobas, me tuve que instalar
en el sofá del salón, me dijo que no era digno de dormir en una cama, así que cuando “me lo
ganara” se lo replantearía (Esto me lo expetó tras una bronca monumental por su parte en la
que yo, pasivo, me limitaba a otorgar, callar, abochornarme y no responder, siendo
plenamente consciente de mi “limitación” y “mi tamaño”... poco eficaz... vergonzante,
asumía que todo era culpa mía, que ella tenia razón).
Desde ese instante, tomó el mando en la cama y fuera del lecho, ordenaba y disponía lo que
se hacía dentro y fuera del piso, en la calle o donde estuviéramos, yo me “dejaba hacer” al
encontrarme acomplejado por mi manifiesta “incapacidad” y mi escasa virilidad...
circunstancia que ya desde niño me habían dejado tremendamente clara y “palpable” en el
cole con los rutinarios y diarios “picahuevos” y “tortillas” en mi subdesarrollado sexo.
Mi escasa hombría siempre dominó e incidió en todos los aspectos de mi vida.
El hecho de no ser capaz de satisfacerla por mas que lo intentara, sumado a mi carácter
apocado y pusilánime, infería como consecuencia que no le discutiera nada, me limitara a
obedecer y solo buscara tenerla contenta en cualquier otro aspecto de la relación que no
fuera el meramente sexual en el que me encontraba “impotente”, mi papel estaba
meridianamente claro, no le cuestionaba ni la contrariaba absolutamente en nada, solo

obedecía y rogaba al cielo que no se malhumorara, porque mi humillación y vejación sería
brutal, verbal pero brutal refiriéndose a mis escasas dimensiones y a que no era hombre,
daba igual quien estuviera presente, familia, vecino, compañero de trabajo, amigo... yo
rogaba que se hablara de cualquier tema... menos de sexo!!... siempre expectante,
atemorizado y sumiso.
No le replicaba, solo intentaba que no se molestara y obedecía instantáneamente cualquiera
de sus deseos intentando no hacerla enfadar. Cuando llegaba del trabajo hacía las tareas de
la casa (barrer, fregar, polvo, comida, prepararle el baño...). Dada mi escasa hombría y
nulo rendimiento en la cama, era buen conocedor del plano de inferioridad en el que
constantemente me movía en esta relación y el papel subordinado en el que me encontraba
en el matrimonio o socialmente, y en cualquier otro plano o nivel respecto a ella, no estaba
en posición de exigir nada ni hacerme el gallito, ni el valiente, ni el macho... no había
nacido ni para chulo ni para macho alfa, ambos lo sabíamos.
Lógicamente mi esposa desde esos primeros momentos en que comenzó nuestra relación
buscó fuera lo que yo no era capaz de ofrecerle en casa, era lo más normal, lo más justo...
aunque yo estaba ciego... o no quería verlo, deseaba estar ciego. Realmente yo mismo me
ponía la venda en los ojos, para no ver, no escuchar, no hablar, como los monitos esos que
tienen las manos en ojos, orejas y boca.
En esa época comenzó abiertamente a hablar de mí y de nuestro matrimonio (o falta de él)
sin tapujos ni cortapisas ante amigos y conocidos (por supuesto daba igual que estuviera yo
presente o no, casi diría que si estaba yo presente “disfrutaba” más el humillarme), ante
compañeros de trabajo de ella o míos no perdía ocasión de anularme, rebajarme y dejar
constancia de mi impotencia, de mi inservible “cosita de niño”, de mi eyaculación precoz...
y por supuesto del tamaño de mi ínfimo pitito...de lo “abandonada” y sola que estaba...
siendo indefectiblemente yo el causante y culpable último de todas y cada una de sus
desgracias y desdichas al no poder satisfacerla en lo más mínimo... estas aseveraciones
emitidas en presencia de algún alfa tenía efectos colaterales, eran el embrión de mis
cuernos... suponía una diáfana y explícita “declaración de intenciones” que la “ponía en el
mercado”, en el disparadero sexual ante los auténticos machos con buenos “estoques”, con
duros, eficientes y certeros nabos... enhiestos rabos ante los cuales yo no soportaba la mas
mínima comparación, en esta confrontación siempre tenía las de perder... así que...
Eran las circunstancias óptimas para la entrada en escena de los corneadores profesionales
especializados en follar propicias esposas de resignados impotentes.... mi mujer reunía los
requisitos al completo, estaba casada ofreciéndose abiertamente como “disponible” sin el
menor pudor y ante mí, estando presente el apocado, inservible y cornudo del marido que
era “consentidor” (realmente no lo era pero lo parecía, al ser tan cobarde de no decir “que
no”)... así que se mi mujer se ofrecía abiertamente a los folladores profesionales alfa con
“polvos” en bandeja y sin complicaciones... fáciles, seguros y sin compromiso... sin
posteriores vínculos afectivos ni sentimentales, nada romántico o problemático, solo buen
sexo, un buen polvo sin contemplaciones ni consecuencias... y para el auténtico macho ella
sería otro trofeo erótico más que contar a los amiguetes en la barra del bar... a mi señora eso
parecía no importarle o no era consciente... se dejaba querer, coqueteaba, los calentaba... Y
yo, yo como buen cornudo sabía que no estaba autorizado física ni moralmente para
reprobarle ni reprocharle nada a mi mujer... solo agachar la cabeza ofreciendo dócilmente
mi frente para un buen “implante de osamenta”, la liturgia del cortejo de apareamiento se
realizaba ante mis propias narices narices sin pudor.
Toda situación era idónea para humillarme por el escaso tamaño de mis genitales e
incapacidad de mantener una erección medianamente aceptable, por mi falta de hombría, mi

escaso miembro o por el inexistente rendimiento en la cama por mi eyaculación precoz
comentando sin reparos que solo “lo intentaba con ella” muy de tarde en tarde, y que
“cuando había terminado” ella ni se había enterado.
Por temas económicos tampoco perdía ocasión de rebajarme... por mi escasa nómina
inferior a la suya (ella gana mas)... Rápidamente los machos, como buenos alfa,
comprendían la situación real y general de mi matrimonio y la mía en particular, no se
cortaban un pelo en tirarle los tejos, piropearla, incluso ligársela delante de mí... llegando
alguno de “mano larga” un poquito mas lejos sobándola y aún palpándole el culo delante del
complaciente marido sin que ella le “hiciera ascos” a “la avanzadilla” que presagiaba la
salvaje follada, mientras yo caía en barrena sin remisión... iba a peor... “callaba luego
otorgaba”.
En aquella época no paraba de decir textualmente cada vez que se terciaba, que “buscaba
quien pudiera darle lo que en casa le faltaba” (mas claro agua)... ante esta avalancha de
situaciones yo no era capaz de reaccionar ni de hablar, mi boca se sellaba y mi cerebro se
bloqueaba, no podía expresar nada ya que, aparte de escaso hombre, era cobarde, sin
recursos y además... no se reprimía en contarlo ante desconocidos o a gente muy allegada y
cercana a nosotros, le daba igual, lo hacía con total desparpajo y naturalidad, como si nada.
Además, tengo la segura certeza que, de haber respondido yo algo, me consta que habría
sido ella misma quien me habría replicado con formas muy bordes, hirientes y
denigrándome lo máximo posible ante l@s presentes, cuanto duro más mejor, su
contestación habría ahondado en mi oprobio y escarnio, el compañero/amigo/familiar no
habría tenido ni que molestarse en responder... constatando y acreditando públicamente mi
sumisión a ella (hacer pública ostentación de esa circunstancia en público le encantaba).
Mi esposa siempre era capaz de ampliar una planta en el sótano de mi humillación... (esta
frase no es mía, la escuché en una película pero viene como anillo al dedo)
Yo a lo mas que aspiraba era el momento de llegar a casa para refugiarme en mi micropito
para pajearme, una, otra, otra vez y evadirme sumergiéndome en el porno de Internet en la
soledad de mi cuarto, conversaciones en bdsm en chats, foros, etc. que no llegaban mas
lejos de echar un ratillo o darme un calentón (paja mental) con sumisos, sumisas, Amas,
Amos... de carácter amistoso... que no pasaba (en esos momentos) de ser virtual, ciber...
Solo ahí me sentía seguro, ya que ella no se rebajaba a entrar en el pequeño habitáculo al
que me había confinado.
...me documentaba e informaba sobre esos temas. Me atraían al tiempo que me excitaban,
para luego solazarme y disfrutar mi vicio solitario palpando mi miembrito varias veces al
día... era un círculo vicioso (nunca mejor dicho)... aunque en esos momentos ya se estaba
convirtiendo en una preocupante adicción.
Tanta paja conllevaba que siguiera sin ser capaz de afrontar ni consumar mis deberes
conyugales mas básicos... eso me obsesionaba más aún, descargando la presión en la
masturbación compulsiva, sin parar de tocarme y cascármela. Aunque me llevaba horas y
horas visionando porno en Internet (azotes, látigo, cuero, bdsm...) al final eyaculaba rápido
y mal para, insatisfecho debido a lo escaso y deficiente la ereccioncita y corrida, continuar
acto seguido palpándome de nuevo para recomenzar y buscar la plenitud, el climax no
alcanzado, el placer que me estaba vedado, era la historia interminable.
...pornodependiente, adicto a la paja, marranillo, con complejo de culpa por tocarme todo el
tiempo sin satisfacer a mi señora, el sexo me controlaba “a pesar de mi poca eficacia y
rendimiento” y me pervertía progresiva y vertiginosamente, me dominaba en todos los

aspectos de mi vida, en cualquier momento, el ciberporno era el paraíso para mí, un
auténtico delirio, una evasión que me descargaba de los inmensos traumas y problemas
personales y de mi matrimonio, me convertí en un esclavo de la pasión masturbatoria por
internet, del vicio solitario que me embargaba siendo incapaz de levantar la vista de la
pantalla. Absorto, imparable, dependiente de mi ordenador y el recurrente manoseo de mi
pequeño pitito... onanista irredento.
Y es que, al ser esclavo de la paja, solo era capaz de eyacular tras tanto palparme de una
forma rápida y fulminante, insatisfactoria en la mayoría de las ocasiones sin ponérseme
dura siquiera, sin empalmarme, tenía que asumir que a mi micropene había de añadir una
floja y escasa erección que desembocaba en eyaculación precoz, solo alcanzando algo de
satisfacción con el tocamiento solitario... hora tras horas viendo porno extremo, se convirtió
en una adicción de la que no podía levantar la vista del monitor ni despegar la mano de mi
minúsculo miembro... para tras correrme, comenzar de nuevo a pajearme.
Todo lo que me faltaba de hombre me sobraba de depravado y pajillero... al final solo se
empalmaba un poco con eyaculación poco abundante...
De inmediato descubrí que no era realmente hombre, que no llegaba a alcanzar ese nivel
sino que me quedaba muy... muy lejos tener el honor de ser un macho ni remotamente, mi
evidente realidad era la de un sumiso que demandaba rápidamente un/a Am@ en quien
delegar todos mis problemas, que me corrigiera, educara, disciplinara y controlara mi vicio.
En mi mujer no podía buscar refugio ya que ella no participa de este mundo bdsm, su única
obsesión es un hombretón de dura verga que la folle bien y la deje plenamente saciada, que
compense lo que yo soy incapaz de ofrecerle y olvidarse de mí... tampoco dado mi
temperamento jamás he tenido arrestos de plantearle nuestra relación o interpelarle por lo
que hace fuera de casa, o a donde va... Solo soy un sumiso, casto, cornudo y cobarde.
La ubicación de la pareja estaba clara desde los primeros momentos de nuestro enlace.
Ella se sentía abandonada, rechazada, aunque no era mía la culpa de tener tan pequeño e
ineficaz pene y su escaso rendimiento no escatimaba lugar ni desaprovechaba ocasión de
dejar meridianamente claro el rol de cada uno en nuestra relación... y yo solo vivía para
evadirme y escaparme de la vida real pajeándome.
Coincidiendo en el tiempo, tres o cuatro veces a la semana, simplemente desaparecía sin
decirme a donde iba o el tiempo que estaría fuera, sin dar explicaciones ni informarme
siquiera... por mi parte me limitaba a verla arreglarse, elegir su mejor ropa, su lencería mas
picante y sexy, perfumarse e irse un día tras otro... siendo consecuente con mi cobardía y
siguiendo mi línea de actuación, yo no era capaz de preguntar lo más elemental y lógico
para que no pareciera que la censuraba o la controlaba ya que su respuesta habría sido
aniquiladora y devastadora, de nuevo me invadía el miedo, por otro lado me consumía de
celos a la vez que temía y tenía pavor a la respuesta que pudiera espetarme...
Me sentía mas a gusto en mi rol pasivo, complaciente, ajeno e ignorante de todo. Solo
esperaba su vuelta impaciente y cuando ésta se producía tampoco le hacía el más mínimo
reproche, ella tenía razón y yo no era nadie para censurarle nada ya que no era capaz de
“cumplir” nunca ni proporcionarle el más mínimo placer sexual... vivíamos bajo el mismo
techo pero como hermanos, la realidad es que tenía pánico siquiera de preguntarle... aunque
intuía, o mejor dicho, sabía la verdad pero prefería la táctica del avestruz, el no querer ver y
hacer como que no pasaba nada...

Yo me refugiaba en mi trabajo fuera de casa y en el ciberporno en la intimidad, en la
soledad de mi cuarto estaba seguro, “a cubierto” de ataques y agresiones a mi poca virilidad
y eficiencia... así estaba la situación cuando un 21 de diciembre a un paso de la navidad,
inmersos en villancicos, panderetas, guirnaldas, zambombas, belenes, escaparates
ornamentados, árboles con luces multicolores... se organizó en mi empresa la tradicional
cena con motivo de las fiestas en la localidad limítrofe... he de reconocer que tras
contabilidades, presupuestos, balances, asientos, cierre del ejercicio anual, etc... merecía un
respiro... olvidarme de todo... evadirme de mi situación personal.
El asequible precio me permitía apuntarme al evento y, contra lo que pudiera parecer y ante
la insistencia de mis compañer@s accedí a asistir a la celebración, cosa rara dada mi
contrastada timidez sumado a que soy reacio a participar en este tipo de actos y
acontecimientos... en estas reuniones siempre me encontraba fuera de lugar, excluido,
marginado... ya que al final de la comida nadie hablaba conmigo (el motivo no lo sé, seré
aburrido, plano, poco interesante, comentarios previsibles y tópicos...), el hecho objetivo es
que nunca me integraba en ninguna conversación con los comensales que departían
animadamente en la mesa mientras comían... pero cierto es que me halagaba el hecho de
que me lo hubieran pedido encarecida y reiteradamente e insistido en mi asistencia, además
era una evasión de mi triste, penosa e inexistente vida matrimonial...
Craso error. Irónica y sorpresivamente, “la navidad” sería el detonante de mi bajada “a los
infiernos”
(continuará)

2 comentarios:

  1. Lo dejas en lo más interesante! No tardes mucho en continuar

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  2. Kino, creo que si hubieras probado a ser Esclavo de tu Mujer, habrías tenido éxito. Da igual que ella no esté "interesada en el mundo BDSM" (aparte ¿se lo has preguntado?) Hubiera bastado con entregarte a Ella, confesarle tu lado sumiso y servirla en todo, aparte de comentarle que no te importa ser Cornudo y que comprendes que ella busque fuera lo que no le consigues dar.

    Hubiera sido interesante que le confesaras que eres un pajillero y le ofrecieras castidad para centrar tu energía en ella.

    No sé si estás a tiempo, pero igual tienes a tu Ama en tu propia casa. De hecho muchas de las cosas que cuentas denotan que tienes a una chica dominante viviendo contigo.

    Eso si la quieres -y ella te quiere aunque sea un mínimo- y si aún seguís juntos ...

    Dudo que estos consejos los encuentres en muchos sitios BDSM, y menos de un sumiso como yo. Se ve que no se estilan ... pero creo que a la larga si tienes éxito es mucho mejor que andar jugando a dos o tres barajas como narras posteriormente.

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