martes, 5 de mayo de 2015

Relato de una vida en castidad.

Me fui a estudiar a la universidad a una ciudad del norte del país, y en el ultimo año de carrera, encontré a un hombre llamado Juan, de unos 8 cm. mas bajo que yo, que era gerente en una empresa de mantenimiento del centro de la ciudad. Juan vivía bien y estaba soltero.
Desde nuestra primera cita le deje claro que no tendría sexo conmigo.
Yo tenía que estudiar y apenas tenía tiempo para salir, así que Juan acepto ayudarme en casa. Así fué como al poco de salir tenia a Juan limpiando el piso de estudiantes que compartía con otras tres chicas. A Juan le gustaba hacer mis tareas semanales del piso por mi y al poco acepto hacer las tareas del resto de las chicas del piso. Cuando hacíamos el amor, Juan esperaba chupar los dedos de mis pies, lamer mis axilas, lamer y besar mi ano y chupar mi clítoris. A su erección no se le permitía abandonar su ropa interior, y una sesión típica de esto terminaba con una sesión de cunilingus donde yo experimentaba múltiples orgasmos y Juan permanecía duro hasta el final y le decía que ya se podía ir. Después de un año de estar saliendo, un día me di cuenta que Juan se masturbaba en la re-cámara del piso después de que hacíamos el amor, y discutimos el problema largamente. Juan acepto que la decisión era mía, pero pregunto tímidamente si podía empezar a usar mis piernas para masturbarse en ellas, ya que ese era su máximo sueño. Yo accedí, con la condición de que el usara un cinturón de castidad para poder así controlar sus orgasmos (así yo controlaría su liberación y el solo podría masturbarse en mis piernas y pies cuando yo le diera permiso). Encontramos en internet un cinturón metálico que le quedo bien ajustado a Juan, y yo me quedé con las llaves del candado.
Juan aun usa el mismo cinturón. También empezamos a hablar acerca de matrimonio. Juan, como la mayoría de hombres, deseaba una relación con futuro o matrimonio. Aunque yo sabia que la monogamia no era para mi, y que yo quería tener sexo con varios hombres. También me di cuenta que negándole el sexo a mi marido, ejercía un considerable poder sobre el, y mientras Juan se iba acostumbrando a esa negación, se volvió incluso mas complaciente. Yo quería tener sexo con hombres que podían no ser tan exitosos financieramente como Juan, pero eran físicamente mas atléticos y altos de lo que el era. Honestamente, hice esto por que quise, no por fortalecer nuestro matrimonio. De hecho, no estaba segura que una relación como la nuestra fuera posible. Para mi sorpresa, Juan ha demostrado ser increíblemente leal, fiel y obediente como sirviente y esposo, y nuestro matrimonio ha durado más que muchas parejas "inocentes". Cuando le hable de el asunto de los cuernos que le pongo, le había quitado su cinturón de castidad, y su pene estaba tan erecto como un asta de bandera. Yo había estado en una entrevista de trabajo, y mi dulce pie, envuelto en nylon, cubría las fosas nasales de Juan, mientras mi otro pie casualmente jugueteaba con su erecto pene (pero no muy fuerte, haciendo eso hubiéramos tenido fácil-mente un accidente). No necesito decir que hubo cierta discusión. El accedió a convertirse en mi cornudo marido cuya esposa regularmente hacia el amor con otros hombres. Hasta este día, Juan solo saca su sexualidad masturbándose en mis piernas y pies, lo que hace una vez por semana. Es recompensado después de hacer un buen trabajo en casa, haciendo largos cunilingus o anilingus. Juan ha conocido a mis amantes, pero yo no me involucro en escenas o involucro a Juan en mi vida sexual, como tampoco involucro a mis amantes en mi relación con Juan. Hemos estado casados durante 15 años y en ese tiempo he tenido sexo con penetración con Juan en raras ocasiones, tal vez un total de 10 veces o algo así. He tenido periodos secos entre amantes. Mayormente, el usa el cinturón de castidad y continua su adoración a mis pies y piernas como la única "vagina" que se le permite. Al progresar mi carrera de derecho, decidimos que Juan debería renunciar a su carrera y desarrollar un trabajo en casa, así podría ser la niñera de mis hijos. Tomamos esta decisión otra vez con Juan de rodillas, habiéndosele negado alivio por varias semanas, y mi dulce pie envuelto en nylon descansando en su nariz. El acepto a cambiar de carrera sin discutir, aun cuando el habría podido ser socio en la enorme compañía donde trabajaba. Juan es un sirviente perfecto. El afeita mis piernas, me hace la pedicura, limpia la casa, es un cocinero gourmet y es una maravillosa niñera de mis tres hijos. Digo mis hijos por que ellos son el resultado de mis relaciones con mis amantes. He tenido tres hijas de mis amantes (tres diferentes padres). El es el marido perfecto. Aun así, no he sido tímida en poner a Juan en su lugar e incluso exigirle mi masaje de pies frente a las niñas, las nenas no saben nada de nuestra vida sexual.
El me pidió tener un hijo suyo conmigo, pero ya tenemos tres y me inclino a negarle su petición, y decirle que su destino es ser totalmente cornudo y sirviente ante mi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario