Soy el “gordito-pajero”. Así me llamaban mis compañeras de colegio. Siempre se burlaban de mí y me humillaban verbalmente. Pero eso no me molestaba, me excitaba. Por eso, en los recreos, iba al baño y me masturbaba. Un día, entraron y me descubrieron. Y se sumó a las burlas, el tamaño de mi pene. “Si así de chiquito es cuando está erecto, no nos imaginamos ¿cómo será cuando no lo está?” Tengo 44 años y desde los 12 que me masturbo. Y varias veces al día. Antes, cuando no había internet, lo hacía con revistas pornográficas.
Como siempre fui
tímido, torpe y retraído, no tuve muchas opciones de estar con una chica; mejor
dicho, nunca. A mis compañeras las llamaba por teléfono y su sola voz me
excitaba. Hasta que descubrieron que era yo. Y comenzaban a hablarme sensualmente
para que yo me masturbara. Después empezaron a llamarme ellas, por teléfono, y
me pedían que me masturbara. En ese tiempo, descubrí las líneas telefónicas
hot. ¡Me la pasaba también hablando con señoritas y masturbándome! Hasta que
llegó la boleta del teléfono y mi madre me descubrió.
Pero en esas
conversaciones telefónicas, yo veía que lo que
me excitaba era que me humillaran verbalmente. Fue por eso que descubrí
que lo que más me gusta es la dominación femenina. Con la llegada de internet,
mi vida cambió totalmente. Ahí descubrí todas las variantes de dominación y de
sumisión. De todas, la que más me gusta y espero algún día cumplir es la del
cunnilingus. Es decir, lamer la vagina de una mujer. Sueño con eso. Lo más que
he podido es oler la ropa interior de
nuestra mucama. Me imagino, por los videos que he visto, arrodillado frente a
una mujer y suplicándole que me deje lamer su vagina.
También sueño con
jugar al gallito ciego. Este juego consiste en que le vendan los ojos a uno y
tiene que atrapar a la otra persona. Como uno no ve nada, la otra persona le da
pequeñas palmadas en el pene, para orientarlo en su búsqueda. Si después del
tiempo establecido, no la encuentra debe tener un castigo. Me excita pensar que
el castigo es que me aten a la cama y me masturben repetidas veces, hasta
implorar que cesen.
Si bien esto es un
relato, no tiene nada de fantasioso. Es mi vida.
Un gordo pajero.
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