martes, 29 de diciembre de 2015

La despedida de soltera

Conocí a José en Internet. Él me decía que, aunque no tenía ninguna experiencia, pues nunca había tenido novia formal, quería tener una relación con una mujer de carácter y quería que controlaran sus impulsos sexuales con un cinturón de castidad. Me sorprendió la propuesta, pero investigué un poco en la web controldecastidad.blogspot.com, para informarme de que se trataba, lo ví interesante y le escribí un correo. Quedamos para conocernos en un bar. El estaba a más de 200 kilómetros pero le dije que yo no me iba a desplazar, así que él fué el que vino a conocerme. Desde el primer momento le dejé bien claro que si teníamos una relación, yo mandaría en todo. Él afirmó que si. Le dije que no quería que se masturbara y que si yo mandaba quería controlar este aspecto y debía decirme si quería que le pusiera un cinturón de castidad.

Después de unos meses, y varios miles de kilómetros recorridos siempre por él, nos fuimos conociéndo más, él siempre pagaba todos nuestros gastos, las comidas, las copas, mis compras, y alguna noche de hotel de alguna escapada(en habitaciones separadas, por supuesto), nunca no le permití nunca tener relaciones de ningún tipo (yo en esos meses seguía follando con quién quería y le contaba a la nueva gente que conocía por internet como le conocí a él, mientras a él le mantenía en corto con un CB-6000), nos dimos a conocer a los amigos y familiares como novios y anunciamos la fecha de nuestra boda en unos meses.

Yo tengo una amiga, Bea, que está un poco salida y que se ofreció a ser mi cómplice en lo que planeé para mi despedida de soltera.

Bea trabaja un bar de copas que cerró para celebrar la despedida de soltera a puerta cerrada. Después de tomar algo de alcohol y escuchar música, las diez amigas que estábamos allí estábamos muy animadas. En esto llegó un stripper, un negro de más de 1,90, que yo había contratado. Nadie sabía nada excepto Bea y mi novio. Pero no llegó solo, sino que vino con mi novio. Tal como habíamos acordado Bea y yo, todo parecía salir como si de una sorpresa se tratara y que yo no sabía nada y todo era iniciativa de las chicas.
Al llegar entré al lavabo con mi novio y le quité el cb 6000 que llevaba, él se alivió mucho, pues le daba mucho corte que se enteraran mis amigas de que llevaba uno.

En el bar de Bea había una parte un poco elevada que servía de pequeño escenario. Allí se subieron José y el stripper, Bea puso la música, y empezó el espectáculo. Realizaron una coreografia y la idea era que las chicas se dieran cuenta de la diferencia de tamaños entre el aparato del boy y el de mi novio. Mi novio llevaba un traje igual que el del boy. Ambos trajes, imitación de cuero, llevaban velcro para sacarselo rápido. Ernest había ensayado en su casa varias noches y lo hacía bastante bien. Cuando se quedaron ambos en bolas, todas nosotras pudimos apreciar la diferencia de tamaño entre uno y otro.

Pero eso no fue todo. Bea saltó al escenario y, a gritos, me pidió que yo también subiera al mismo. Llevaba un paquetito de regalo de parte de las amigas en el que todas había puesto dinero. En realidad lo había comprado yo, el dinero era para la fiesta. Cuando subí, me pidió que abriera el regalo. Era un cb 6000 nuevo. Me hice la tonta cuando abrí el regalo, asegurando que no sabía que era y para que servía. Todas subieron al escenario admirando el regalo de Bea. Ella me explicó que el aparato servía para impedir que José me fuera infiel y me engañara, incluso que se hiciera pajas a mis espaldas. Bea dijo:

Los hombres no piensan con la cabeza que tienen encima del cuello, sino con la otra cabeza, con la cabeza de la polla. Si le mantienes la polla encerrada, le obligarás a usar la otra cabeza.
Obviamente, con la cabeza de la polla se refería al glande. Todas reimos el chiste y algunas llegaron a afirmar, entre risas, que la afirmación era completamente cierta, como si lo creyeran de verdad.

Me hice la tonta simulando que me costaba ponérselo, cuando en realidad se lo había sacado, lavado y puesto todos los domingos durante meses. Pero cuando se lo puse hubo un estallido de risas y aplausos. Hubo comentarios como "¡Ójala le pudiese poner uno igual a mi marido/novio!" y cosas de este estilo. Bea no paraba de decir: "Chicas, animaos, quizás se dejen". Yo, por mi parte, les animé a tocar el aparato, con lo que la polla de José acabó manoseada por todas.
Y hasta  aquí lo planeado por las dos. Pero hubo una segunda parte, todavía más caliente, que no fue planificada. Y continuará en otro post..

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