lunes, 19 de diciembre de 2016

Como convertirlo en cornudo

Entrenamiento para conseguir maridos cornudos y obedientes
Convirtiéndolo en un cornudo
Convertir a tu marido en un cornudo puede ser uno de las cosas más satisfactorias que puedes hacer. Un magnífico marido cornudo te será completamente sumiso. Él satisfará todos tus antojos sexuales, realizará todas las tareas mundanas de tu vida, te permitirá acostarte con quienquiera que desees, se someterá a sí mismo a cualquier humillación que desees y, por supuesto, te amará incondicionalmente.
Pero estás avisada: ten en cuenta que el marido cornudo también puede ser una de las cosas más difíciles de conseguir. El proceso es largo, complicado, consume energía, y nunca puedes estar segura del todo del éxito de dicho entrenamiento. La tensión en tu matrimonio será increíble, y pueden pasar semanas o meses antes de tener éxito. Al final, sin embargo, habrá valido la pena.
Esperemos que esto ayude a educar a las mujeres sobre cómo comenzar el maravilloso viaje de la dominación femenina y aminorar algo el temor de muchas que les impide intentarlo alguna vez. Después de leer esto será más evidente que convertir a tu marido en un cornudo no es tan difícil como parece, y que lograr esta hazaña es más posible de lo que pensabas.
La razón más común por la cual una mujer no convierte a su marido en un cornudo es porque piensa que él nunca lo deseará, que él no es de esos que les gusta ser cornudo. Este es un mito tal que debe ser disipado inmediatamente. Muchos cornudos comienzan como maridos normales y corrientes. Tu esposo puede ser tan viril como cualquiera, pero no te preocupes por ello, porque el marido cornudo es a menudo sólo una cuestión de ayudar a tu esposo a descubrir su lado sumiso. Ten la seguridad de que en realidad por debajo de todo su machismo y orgullo, hay una polla sensible y debilucha suplicándote que le obligues a hacer todo tipo de cosas desagradables.
Primero entrénate a ti misma

Piensa en que hacer a tu marido cornudo es simplemente una experiencia. Para la esposa que decide hacer a su marido cornudo, debe tener el dominio completo de ciertas habilidades. Al igual que en cualquier profesión, debe ir a la escuela, leer y practicar. Así como un profesional, antes de comenzar a entrenar a tu marido, primero debes entrenarte a ti misma. Estás a punto de emprender un viaje increíble, y quieres estar preparada, ¿verdad?
El mundo de los cornudos es diferente del mundo normal. Tiene varias reglas y costumbres que son diferentes de la vida cotidiana, de las que se debe ser consciente. Debes sumergirte en una nueva cultura. Para empezar, comienza a leer historias eróticas que tratan de cornudos. Muchas mujeres antes que tú han convertido en cornudos a sus maridos y han escrito sobre sus experiencias. También muchos hombres han escrito sobre su descenso a la dominación femenina. Aprende de ellos. Leer historias te familiarizará con el nuevo mundo de los cornudos y te impedirá tener que reinventar cualquier situación con la que te puedas encontrar. Más allá de las historias, es posible que desees leer libros sobre dominación femenina y comprar vídeos de dominatrices humillando a hombres.
También debes entrenarte para ser sexualmente independiente. Si quieres controlar a tu marido, no necesitas su pene. En el futuro, tendrás que negar a tu marido los placeres de tu cuerpo y esto solo será posible si eres lo suficientemente fuerte como para abstenerte de sexo. El sexo entre tú y tu marido es probablemente bastante vainilla de todos modos si estás pensando en convertirlo en cornudo, por lo que no debe ser demasiado difícil para ti. Mastúrbate a menudo. Derrocha dinero en vibradores, consoladores, lociones, ropa y pornografía. ¡Diviértete! Visita tu sexshop más cercana y pide ideas. También puedes pensar en la compra de juguetes que, después de usar sobre ti misma, también puedes utilizar a tu marido una vez que esté entrenado. La clave es que siempre que realmente tienes el deseo de follar, entrénate en buscar la satisfacción de otra fuente que no sea tu marido. Por ejemplo, cuando estés caliente, utiliza tu vibrador.
Una buena manera de ayudar a tu formación es cambiar tu apariencia. Haz tu meta convertirte en una esposa atractiva (hotwife). El foco principal de una hotwife es expresar su sexualidad en todos los aspectos, desde el tipo de zapatos que llevas hasta la forma en que afeitas el coño. Una hotwife lleva la ropa apretada tanto como ella puede. Lleva faldas cortas, perfumes y tacones altos todo el tiempo. Se arregla el pelo y usa maquillaje diariamente. Por la noche usa ropa interior sexy. Va al gimnasio a menudo. Cuando va al supermercado, no usa ropa interior. Si empiezas a hacer cosas como estas, no solo enviarás una señal a tu marido de que has cambiado, sino que enviarás también una señal a ti misma. Debido a que pareces una hotwife, te crees que eres una hotwife, llegas a convertirte en una verdadera hotwife. Las ventajas de ser una hotwife son numerosas. Tu esposo te codiciará mucho más, aunque no lo demuestre, otros hombres de codiciarán y halagarán (esto aumentará aún más tu confianza) y tu energía sexual aumentará, todo lo cual puedes canalizar hacia el poder.
También te puedes empezar a sentir libre para comenzar a coquetear con otros. Probablemente ha pasado mucho tiempo desde que has coqueteado con otro hombre anterior a tu marido, así que necesitarás algo de práctica. Mira a los hombres en los ojos y sonríe. Si dejas algo en la oficina, inclínate sin doblar las rodillas. Por la noche sal con amigas que les guste la fiesta. Hazte la meta de coquetear con al menos un hombre al día. La clave es aumentar tu confianza. No solo será muy satisfactorio saber que hay otros hombres por ahí que están interesados en ti, sino que en el fondo de tu mente puedes utilizar este convencimiento como palanca liberadora de tu marido.
Comienzos
Una vez que te hayas educado adecuadamente en el arte de los cornudos, que te hayas liberado de la polla de tu marido y hayas aumentado tu confianza, es hora de comenzar.
El primer escaño en la sumisión de tu esposo es la fase más difícil del proceso. Incluso si él en el fondo quiere ser tu esclavo, se resistirá. Hay muchas razones por las que va a actuar así, desde los estereotipos sexuales de nuestra cultura hasta los años de rutina entre ambos, pero en primer lugar será porque quiere salvar la cara. No solo no puede admitir que quiere ser tu perro, sino que tampoco puede admitirlo. Nunca te concederá poder sobre él a pesar de que es lo que realmente desea. Esto violaría su virilidad. Tienes que tomarlo a la fuerza de él, es la única manera.
Durante este periodo, el poder en tu relación con él estará en un estado de cambio permanente. Ninguno de los dos estará seguro de dónde está el otro. Esta incertidumbre será incómoda para ambos, porque así es la naturaleza humana para ordenar el mundo. Tendrás dudas como: “¿estoy siendo demasiado duro con él?, ¿fue una buena idea?, ¿estropeé nuestro matrimonio?” Estos son pensamientos completamente normales, pero nunca debes compartirlos con tu esposo, ¡jamás! Tendrán que ser tu propia carga privada. Compartiendo estos pensamientos de incertidumbre con él solo conseguirá insertar dudas en su mente y mostrará debilidad. Su incertidumbre será el doble que la tuya, así que debes ser la mano que lo guíe a él hacia el camino correcto.
Abordando el tema
Definitivamente querrás permitirle que diga lo que él está pensando. Si no lo hace, ¿cómo puede jugar? Recuerda: tu esposo quiere ser cornudo. Solo tienes que romper el hielo. Por ejemplo:
¿Tu esposo ha mencionado alguna vez cómo se sentiría acerca de un trío, un intercambio (swinging) o cualquier otra relación extramarital? Esto puede ser un buen punto de partida para comenzar a hablar. En primer lugar, haz que tu marido realmente esté excitado de una manera que todavía te permita hablar con él, como hacerle una paja con la mano. Una vez que esté cerca del orgasmo, pregúntale: “Oye, cariño, ¿recuerdas aquella vez que mencionaste tener un trío? ¿Aún sientes lo mismo?”
Juzga su reacción. Sus ojos pueden encenderse o su corazón puede comenzar a latir más rápido. Intentará ocultar su emoción, por supuesto. Él preguntará: “¿realmente lo considerarías?” Y tú puedes decirle: “Bueno, he estado pensando en ello. Podría ser divertido hacer algunos cambios”.
O quizá si sospechas que tu esposo se masturba a menudo, intenta atraparlo en el acto. Entonces puedes hacerle llegar el infierno: “¡Cariño, lo he hecho contigo! Esta es la última vez que te cojo masturbándote. Es irrespetuoso y desagradable. ¡Las cosas van a cambiar aquí!”
Estos son algunos ejemplos de cómo abordar este tema con tu marido. Observa la disparidad de maneras. También date cuenta de que la palabra cornudo nunca ha sido mencionada. En esta etapa temprana no hay necesidad de ser tan específico. Lo único que debe preocuparte es el mensaje principal: “Las cosas van a estar cambiando”. De todas las historias que has leído acerca de las esposas poniendo cuernos a sus maridos, elige el método con el que te sientas más cómoda.
Siendo mala
Después de que le hagas saber que las cosas van a cambiar en la casa, tienes que seguir adelante. Recuerda, él no te cederá el control, tú tendrás que tomarlo de él. Básicamente, vas a tener que ser mala con él. Si te planteas comportarte correctamente, probablemente entonces no será nada fácil para ti. SE te enseñó a tratar a los demás con el mismo respeto que deseas tener. Esta es una de las partes más duras de los cornudos, porque estarás rompiendo la regla de oro, pero una vez que te acostumbre a ello, se vuelve natural actuar así.
Empieza por cambiar algunos aspectos de su vida poco importantes. Una de las primeras cosas que puedes hacer es cambiar su identidad. Por ejemplo, feminiza el nombre de tu marido: Juan puede convertirse en Juani; Manuel puede convertirse en Manuela. O que suene realmente afeminado: Paco puede convertirse en Paqui. Tu objetivo principal es equipararlo con la idea de debilidad: históricamente identificado con mujeres y con niños. Incluso ten una conversación con él sobre esto. Hazle saber que de ahora en adelante lo llamarás así.
Tampoco dejes que te llame por tu nombre. Solo los iguales pueden llamarse entre sí por su nombre. Oblígale a referirse a ti como “Señora” o “Diosa”. Cuando le haces una pregunta de sí o no, haz que responda con “Sí, Señora” o “No, Señora”. Esto le ayudará a condicionarlo como un subordinado.
En la misma línea, se le puede llamar por apodos como “mi pequeño” o “pequeñín”. Y si te refieres a su pene califícalo como “pitito”. Esto afectará a su inseguridad con el tamaño de su pene, y si nunca tuvo inseguridad al respecto, créasela.
Otros ejemplos de ser mala con tu marido es tomar tu tiempo libre a base de pasarle las tareas de la casa a él, o disponiendo de su dinero o posesiones sin él estar presente y exigirle en cambio que él sea ahorrativo, y que su vida sexual vaya disminuyendo. Empieza poco a poco, pero que esa evolución sea firme. Quieres que se acostumbre a someterse a tu voluntad y a que tú dominas. Por ejemplo, hazle saber que debe hacer la cama cada mañana a partir de una hora en vez de hacerlo tú como solías. Inclsuo algo tan intrascendente como hacer la cama tendrá un efecto sumiso en él y será algo con que ir construyendo más adelante. Por ejemplo, cuando sientas que es el momento adecuado, puedes añadir a sus responsabilidades: “Cariño, ya que estás haciendo un gran trabajo haciendo la cama todos los días, vas a tener que limpiar todo el dormitorio cada mañana a partir de ahora también”.
Tómate tu tiempo para ser mala. Es más importante que te sientas cómoda con el proceso que el proceso real. Te estás entrenando para ser la esposa hermosa y aterrorizante cuyo marido ruega para complacerla. Sé estricta con las reglas que tú misma creas. Si tu esposo no saca la basura, hazle saber tu disgusto. Castígalo con consecuencias reales si se olvida.
El castigo puede realizarse de muchas maneras diferentes dependiendo de tu estilo. Puedes ser pasiva agresiva retirando la opción del contacto sexual. Puedes ser muy agresiva y azotarlo. Puedes forzarlo a hacer algo pervertido como comer su propio semen. Sólo asegúrate de comunicarte con él en el momento de su infracción, que le disguste y que sepa que habrá consecuencias.
Sé amable

La belleza de ser mala con tu marido no está en sus beneficios directos, sino en cómo redefine ser amable. Cosas que solían ser normales para él son ahora golosinas especiales. Él solía tener relaciones sexuales contigo cada vez que quería, pero debido a que le has retirado el sexo, lo has convertido en un evento raro, algo para desear. Al ser siempre mala para tu marido, vas a bajar su nivel de lo que él considera agradable.
Utiliza este concepto una vez que hayas establecido una línea de base de maldad, que probablemente reconsiderarás pocas semanas después. Una vez que ser mala se ha convertido en la norma, ya puedes comenzar el proceso. Por ejemplo, que sepa que obtendrá una recompensa cada vez que su comportamiento sea el correcto. Puedes decirle: “He decidido hoy que si eres un buen chico toda la semana y haces todas tus tareas, te voy a dar una mamada al final de la semana”. Una mamada hace solo unas semanas no valía una semana entera, pero como ahora eres mala, el valor de una mamada ha aumentado mucho.  Siendo “amable” de esta manera, le das a tu esposo un incentivo para seguir tus reglas, profundizando aún más en su control.
Se trata de dar palos y zanahorias. Recompensarlo por su buen comportamiento, castigarlo por el malo, y lo más importante, recordarle que él es tu alumno.
Tu placer es lo primero
Una vez que hayas dominado el arte de ser mala con él, puedes progresar hacia una nueva lección. Entrénalo a subordina su placer al tuyo. Su nueva razón de ser será solo complacerte. Que sepa esto. Cosas como el nuevo automóvil que planeaba comprar o cosas como pasar algunas noches con sus amigos no son lo prioritario; lo prioritario es que tiene que quedarse en casa y limpiar. ¿Ir a pescar? No, tiene que lavar la ropa.
No solo esto le degradará, sino que te proporcionará más tiempo libre para ti misma. ¡Disfruta de todo esto y disfrútalo a él! Ve a la piscina y relájate, sal con tus amigas por la noche, ve a citas con otros hombres. No tendrás que preocuparte por los niños porque tu marido los está cuidando. Y porque le has prohibido comprar ese objeto para el que él ha estado ahorrando, ¡ve de compras! Hay mucho dinero ahora, ¿verdad? Este es el momento de ser una hotwife, lo estás consiguiendo.
Sólo podrás hacer todas estas cosas, sólo podrás ser “amable” con él de esta manera, a base de tu propia determinación. Depende de ti llenar el vacío de la impotencia de tu marido. Si solo le obligas a no comprar el coche, pero luego no gastas el dinero libremente, le estás enviando un mensaje incompleto. Gasta el dinero del auto en ti misma y hazle saber: “a mí, tu esposa, no me importa tu placer porque el mío es más importante”. Asegúrate de llenar el vacío. Tú no quieres que todo tu trabajo duro sea desperdiciado.
Cambiando la definición del sexo

Esta lección es especialmente importante. Definitivamente, no más mamadas. La mamada es el epítome de darle placer. Ni siquiera tener relaciones sexuales con él. La relación sexual iguala a ambos en el placer, y este tampoco es exactamente el mensaje que tú deseas enviarle. Si él insiste en el sexo, fóllalo con tu consolador favorito. Asegúrate de mencionar cuánto más grande es este que su pene y cuánto disfrutas tener una “polla real” como este consolador dentro de ti. Pero si decides tener relaciones sexuales con él, una buena idea entonces puede ser hacerle usar uno o dos condones de larga duración o de los que adormecen. Esto reducirá grandemente su placer. Lo mejor que puedes hacer es convertir toda la relación en que te coma, y punto. Es posible que desees ponerte en cuclillas en su cara y obligarle a comer tu coño, o tumbarte en espaldas y hacerle suplicar que le dejes comerte. De cualquier manera, pronto debe aprender lo que quieres decir cuando dices: “Vamos a tener sexo”. Para él, a lo sumo, que se masturbe después y solo después de si hace un buen trabajo.
Condiciones
Desde este punto puedes llevar las cosas más lejos. Una buena manera de hacer esto es con determinadas condiciones. Una condición es básicamente el comercio. Por ejemplo: “De acuerdo, te dejaré eyacular esta noche, pero deberás guardarlo y comértelo más tarde”, o “bien, perra, voy a ser amable esta noche contigo y te dejaré comerme”. O simplemente podrías prometerle favores sexuales, solo con la condición de no permitirle su propia satisfacción. Mediante el uso de condiciones, puedes llevarlo a niveles más altos de sumisión voluntaria a ti. Esto es más que digno del placer momentáneo que negocias con él.
Mi esposo casi siempre lleva un condón.
Una vez que hayas conseguido que tu esposo haga un acto degradante por primera en con una condición, los avances siguientes se hacen mucho más fáciles. Digamos que había pasado un mes desde que le dejaste que te introdujera la polla. Entonces una noche le ofreces la oportunidad de que te vuelva a follar siempre y cuando después te lo folles tú.
Estará tan desesperado por sentir tu coño suave y caliente, que saltará la oportunidad. Esa noche le das una buena corrida, luego te pones el consolador de correa y te lo metes en su culo por primera vez. Ahora has hecho mucho más fácil follártelo en el culo por segunda vez rompiendo esa barrera inicial. Probablemente no tendrás que negociar con él de nuevo sobre esto, simplemente lo obligas. Es recomendable usar una condición en cada hito importante que consigas en su camino hacia convertirlo en cornudo. Por ejemplo, cuando traigas a otro hombre a la relación. Este es un gran paso para él, por lo que tendrás que persuadirlo junto con recompensas.
Pero no uses condiciones siempre. Son solo una herramienta para usar en las etapas iniciales para domesticar a tu marido. Después de un tiempo, habrás acumulado tanto poder que no habrá necesidad de ellos. Puedes hacer que haga lo que tú quieras. Una vez que hayas alcanzado este punto usando una condición, te hará verlo más débil ante ti.
Un gran poder implica una gran responsabilidad. Ve más lejos.
Pruébalo. En algún momento alrededor de este punto habrás alcanzado un hito en el cual poder decir que oficialmente has acondicionado a tu marido para ser un cornudo. Por lo general, se produce después de hable obligado a tu marido a hacer algo tan depravado que ya no tiene respeto por sí mismo. Puede ser la noche que tomas su virginidad anal, la noche que regresas a casa de un bar y le haces comer el esperma de otro hombre desde tu coño, o el momento en que lo obligas a chupar el pene más grande de otro hombre. Todo el trabajo duro que has hecho entrenándote a ti misma y a tu marido culmina aquí.
¡Hazlo ser más femenino!
¡Hazle usar tus bragas durante una semana! Mi esposo estuvo de acuerdo, con cierta renuencia inicial. Cuando preguntó por qué, le expliqué: “Bueno, no es como si cualquiera lo supiera”. Pruébalo. Lo intenté y rápidamente lo aceptó, incluso llegando a comprar su propio armario. Mi marido tiene su propia lencería. Pero entonces, un día, llegas a tu casa con un dispositivo de castidad y le pides a tu mariquita que dejes que se lo pongas.
Tendrás que tomas muchas más decisiones porque él te ha cedido la autoridad, su dominatrix. Has cambiado el propósito de su vida desde la búsqueda de la felicidad hacia la búsqueda de tu felicidad; debes concederle todas las oportunidades para cumplir con esta nueva misión en su vida y él estará agradecido de servirte.
Ahora relájate, lo has conseguido. Disfruta de las ventajas del estilo de vida que el tener a tu marido como cornudo puede ofrecerte. Vive una vida de ocio. ¿Tu marido se encarga de todas las cosas mundanas? Haz que haga todo tipo de cosas desagradables y pervertidas. Dormir con otros hombres y llevarlos a casa para jugar. Cualquier cosa que elijas hacer con tu cornudo, disfruta del lujo de tener esa opción.
Ahora que has convertido a tu marido en cornudo, tu trajo como Mistress solo está comenzando. A partir de ahora tendrás total control y tendrás que usar ese control. Tu espono necesitará una mano fuerte para guiarlo. Le dirás qué usar, qué comer y cómo gastar su tiempo y su dinero. Su único propósito será servirte. Aquí hay algunas ideas sobre cómo mantener el dominio sobre él.
El semen
Aparentemente, el semen de tu marido puede parecer una molestia. Es sucio, sabe mal y mancha la ropa de la cama. Pero en realidad es una gran herramienta para dominarlo. La forma más común de usarlo es forzarlo a comérselo. Normalmente después de que un hombre eyacula, quiere relajarse y no pensar. Él no quiere nada que ver con el sexo por un tiempo. Así que obligarlo a lidiar con su propio semen después de un orgasmo es algo antinatural para él. Él absolutamente no querrá hacerlo. Por lo tanto, requerirá una orden estricta de tu parte y un acto de sumisión absoluta por parte de él; es una interesante práctica de sumisión para el cornudo avanzado. Este es un condicionamiento fundamental para él ya que estará haciendo muchas más cosas “pocos naturales” después de lechar.
Crea la siguiente regla: “A partir de ahora, cada vez que leches, tienes que comerte tu propio semen”. Si le dejas eyacular, hazle lamerlo. Si lleva un condón, vierte su contenido en su boca. Si el se corre en tu coño, le haces comer los chorretones uno a uno. Puedes conseguir ser creativa también, como hacerle eyacular en un vaso y entonces lo toma en el cena. O guardar cada una de sus eyaculaciones en el congelador para eventualmente irlo llenando con diversas lechadas posteriores.
Él no tiene que necesariamente comérselo tampoco. Si realmente te apetece humillarlo, puedes hacerle eyacular sobre toda su cara y luego no dejarle que se lave durante un tiempo. A medida que su semen se seca lentamente en su rostro, se sentirá incómodo y deseará tragárselo la próxima vez.
Otra regla relacionada con todo esto es hacer que ya no quieres su lechada tocándolo. Dile: “Es sucio”. El contraste de él comiendo y llevando encima su propio esperma mientras que te niegas a tocarlo es algo que habla elocuentemente del punto al que has llegado. Obviamente, eres demasiado buena para su sucio semen.
Su pene
Otro dolor de cabeza aparente para usted será el pene de su marido. Es pequeño, se corre demasiado rápido y no te da placer. Si eres inteligente, sin embargo, puede ser una herramienta útil para humillarlo.
Siéntete libre para burlarte abiertamente de su pene. Utiliza apodos denigrantes como “penecito” o “pi-pi”. No lo llames por su verdadero nombre tampoco a él, refiérete a él por su pene, como “ven aquí, pajarito”. Hazle saber constantemente que piensas que su polla es inadecuada. En contraste, elogia el tamaño de tu consolador. Deja que permanezca en la habitación contigo mientras te masturbas con el consolador. Hazle saber lo bien que te sientes al ser follada por una “polla real”. Asegúrate de que llegas a un orgasmo duro con el consolador. Después de que termines de complacerte, muéstrale el consolador y tu coño y dile: “Así es como se encuentra mi coño después de que una verdadera polla ha entrado en ella”. Luego hazle lamer el consolador y que quede limpio y que lo trate como un objeto santo para él.
Él siempre querrá estar usando su pene también, ya sea follando o masturbándose. Será fácil negarle tener sexo, pero él secretamente se querrá masturbar, lo cual será un problema. Si permites que tu marido se masturbe, él no anhelará tu coño y por lo tanto el poder sexual que tienes sobre él se reducirá. Su liberación debe ser solo a través de ti. Prohíbele cualquier placer sobre sí mismo. Hazle saber que su pene es de tu propiedad y que no le está permitido tocarse sexualmente sin tu permiso. Que se dé cuenta definitivamente de que tú no puedes estar segura de lo que él hace a menos que le pongas un cinturón de castidad.
 Sé siempre suspicaz y desconfiada acerca de las posibles masturbaciones de tu marido. Constantemente pregúntale si ha lechado y déjale saber que tú está al tanto de la más mínima travesura. Tampoco tengas miedo de espiarlo para asegurarte de que está obedeciendo, aunque no sospeches nada. Los hombres son diestros para ocultar su masturbación. Instala una cámara de vídeo secreta apuntando a su ordenador, compra un programa que hará un seguimiento de todos los sitios web que visita, incluso mira en el cesto de la ropa sucia por si hay tejidos pegajosos. Si lo atrapas, castígalo severamente. La masturbación está explícitamente prohibida, su pene te pertenece y no se le permite usarlo.
Enciérraselo
Un cinturón de castidad es un dispositivo que le niega a un hombre la capacidad de tener erecciones, aunque todavía puede orinar y usar ropa normal. La mayoría de ellos se parecen a una especie de jaula que se bloquea alrededor del pene. Es imposible evitar que tu marido se masturbe sin uno de estos dispositivos, incluso aunque tú puedas estar con él vigilándolo 24/7. Los hombres, si están lo suficientemente cachondos, pueden masturbarse en segundos. Nunca lo sabrías. Para que tú puedas controlar completamente la sexualidad de tu esposo, necesitarás este dispositivo.
Una vez que esté en uno, tú deberás controla la llave en todo momento o al menos ocultarla. Una gran idea, sin embargo, es llevar la llave de la jaula en todo momento como collar. El símbolo de tu dominio, justo ahí, colgando en su cara, es una gran manera de burlarte de él. Si alguien pregunta acerca de ello, puedes decir que tu esposo te lo dio como símbolo de la “llave de su corazón”. Libéralo para una lechada cada 7-10 días si ha sido bueno, y cada 15-30 si ha sido malo. No lo dejes encerrado para siempre. El objetivo de una jaula es el control, no la tortura.
Tu coño
Mientras estés ocupada haciendo que el pene de tu marido sea intrascendente, debes hacer lo contrario con tu coño. Hazle saber que el nuevo centro de su universo será tu vagina. Su vida debe girar alrededor de darle placer a tu vagina. Él va a comer tu coño constantemente y házselo saber. Incluso si no te sientes caliente, que lama tu coño. Pídele que hable con él, lo felicite y explique por qué es tan hermoso. Después de que vuelvas después de un largo día de trabajo, haz que se sumerja en él y lo acaricie. Cuando regreses del gimnasio, empujar su rostro hacia él para que se bañe en su buen olor por largo tiempo. Hazle saber que ya no vas a usar un reloj de alarma porque tú esperarás a su lengua cada mañana para que te despierte de esa manera.
El contraste de cómo él trata a tu coño (el altar que él adora) y la manera en la que tú tratas su polla (algo inútil y que debe ser ignorada) será elocuente.
Strap-ons
Un strap-on puede ser una gran herramienta para usar mientras estés convirtiendo a tu marido en un cornudo. Absolutamente nada dice mejor “Eres mi perra” como follándole duro su culo. Compra uno con el cual tú te sientas cómoda, luego llévalo a casa y muéstraselo a tu marido. Dile: “Ya que soy ahora el hombre de la casa, me imagino que yo debería tener un pene para follar contigo”. Prepáralo antes con plugs anales unos días antes para que esté listo para uno de tamaño considerable. Déjalo eyacular cuando lo estés follando, al menos las primeras veces. Incluso aliéntalo a ello. Tú buscas que para él sea lo mismo ser follado por ti, es decir, ser tu perra, a tener una experiencia placentera. Cuando lo folles, asegúrate de usar lubricante.
Si tú realmente tienes la necesidad de ser follada, lo que puedes hacer es colocar el strap-on en él, sobre su pene. Entonces puedes montarlo o tenerlo encima. Hacer esto te satisfará mientras lo vuelves totalmente loco porque todas las sensaciones del sexo estarán allí. Podrá oler el sexo en el aire, sentirá su cuerpo caliente y sentirá la pasión de tus orgasmos, pero él no podrá sentir nada ahí abajo. Esto lo dejará muy caliente y frustrado.
El baño
Por supuesto, la casa es ahora tu dominio, pero el baño es un territorio que tú podrías haber olvidado. No le permitas ningún tipo de privacidad. Exígele que mantenga la puerta del baño completamente abierta en todo momento cuando esté allí. Si tienes cortinas de ducha opacas, obtén otras claras. Hazle que haga pis sentado como una mujer. Si está cagando, hazle pedir disculpas por el olor y si no se disculpa antes de que lo hayas olido, castígalo. Si lo estás feminizando, debería afeitarse ante tu vista.
Amantes futuros
Uno de los aspectos más desafiantes de traer a casa a otro hombre es hacerte con el derecho de hacerlo. Trata de elegir a un hombre que sea más joven, más guapo y mejor dotado que tu marido. Tú buscas que él luche con sus propios celos. Antes de elegir uno, prueba algunos. Inspecciona no solo los rasgos más obvios como el tamaño del pene, la fuerza y la resistencia, sino también su personalidad. Debe ser físicamente más orgulloso que tu marido en todos los sentidos y tú debes disfrutar de tener relaciones sexuales con él.
Cuando selecciones a tu amante (tu esposo te podría ayudar a elegirlo), disfruta con él. Asegúrate de que tu marido sabe que lo estás disfrutando, y más específicamente, asegúrate de que tu esposo sepa que estás disfrutando con tu semental. Haz algo para demostrar su insignificancia. ¡Adora su verga, y asegúrate de que todos sepan que tú debes ser adorada!
Deja siempre a tu marido adivinando lo que pretendes hacer. Cuando salgas, insinúale a tu marido que estarás follando con otra persona, pero en realidad no se lo dices directamente. Dile: “Voy a salir esta noche con algunos amigos, podría no estar de vuelta hasta tarde…” Cuando no regreses hasta muy tarde, o simplemente no regreses, su imaginación cabalgará sin control. Todo tipo de emociones correrán a través de él: la preocupación, la ira, la lujuria, la impotencia, etc. Mientras estés en la ciudad coqueteando y bailando con otros hombres, tu marido estará en casa en un estado de angustia mental.
Antes de que realmente traigas a otro hombre a casa, sin embargo, tendrás que dejarle claro a tu marido lo que está sucediendo. Aunque no tengas una conversación con él sobre tu amante, muéstraselo: ten tu pelo revuelto o tu ropa desordenada. Si él pregunta, siéntete libre de decirle: “Oh, eso es de mi nuevo novio. Él es un poco rudo”, pero desvía cualquier pregunta que tenga sobre los detalles. Luego, después de un tiempo, vuelve a casa tarde una noche, despiértalo y oblígalo a lamer tu coño empapado. Él sabrá inmediatamente lo que has estado haciendo, pero no tendrá tiempo para pensar en ello porque tu coño estará justo enfrente de su cara. No tendrá más remedio que comerte. Una vez que se haya acostumbrado a eso, trae a casa tu coño lleno de esperma. Siguiendo estos pasos, conseguirás que tu marido se acostumbre a tus infidelidades y será menos traumático para él cuando finalmente traigas a tu amante a casa.
Una vez que finalmente lo lleves a tu casa, preséntale a tu marido como tu novio. Ahora tu marido debe saber todo sobre tu novio y lo que has estado haciendo. Deja a tu marido saber que él debe ser respetuoso en todo momento cuando tu novio esté aquí y hacer cualquier cosa que tu novio diga. Dile a tu marido que “esta noche un hombre de verdad me follará, no tú”. Por las primeras dos veces, ve al dormitorio con tu amante y deja a tu marido fuera que no pueda entrar. Asegúrate de ser ruidosos. Tenerlo a gusto con los sonidos que haces cuando estás follando hará más fácil para cuando él tenga que mirar. Incluso podría empezar a anticiparte a verte.
Cuando finalmente le dejes ver, haz todo tipo de cosas desagradables con tu amante que nunca harías con tu marido. Adora su pene de toro, succiónalo vorazmente, métetelo bien en la boca, comenta su tamaño y cuánto más grande es que el de tu marido. Deja que te folle con rudeza, que eyacule dentro de ti, que te folle por el culo. Transfórmate en la puta que tu marido no puede tener y déjaselo saber que todo esto podría haber sido él, pero él cedió voluntariamente su oportunidad como un idiota.
Mantén a tu esposo involucrado activamente en su propia humillación. Hazle suplicar a tu amante que te folle. Hazle chupársela a tu amante, que ponga su pene en tu coño. Habla con él también, como: “¡Oh, él la tiene mucho más grande que tú!” o “Así es como un hombre de verdad folla a tu esposa”. Siempre que tu marido esté ocioso, no dejes que toque su propio pene; una buena manera de hacerlo es obligarlo a que se siente sobre sus manos. Una vez que tu amante finalmente haya terminado, haz que tu marido limpie los jugos de su pene con su lengua. Que le agradezca a tu toro por la gran jodida que acaba de darte. Entonces hazle gatear y limpiar tu coño recién usado…
Él también puede ser follado
Sí, y tú encontrarás a tu esposo y a tu amante muy propensos a realizar tu fantasía sexual. Puede tomar un tiempo conseguir que tu marido lo haga, pero con suficiente negación, burlas, lamiendo la eyaculación del otro, él estará listo. Hay un montón de sementales jóvenes que son bisexuales y que les encantaría ayudar con tu fantasía. Tú conoces a tu esposo, así que decide si se lo dices por adelantado o lo sorprendes. En ese momento, esto es lo último en disfrute erótico, probablemente para todos.
Feliz fetiche.
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