Relato enviado por colaboración de David Tsuno.
CAMBIO DE RUMBO
INTRODUCCIÓN
No
sé como empezar con todo esto pero viendo que tengo tiempo y nada
que hacer (o poder hacer) a parte de reflexionar, voy a ir apuntando
todo esto mentalmente, en mayor o menor medida, para cuando tenga
ocasión de escribirlo y así desahogarme de alguna forma.
Me
encuentro atado, amordazado...y otras cosas dentro del armario de mi
novia. Sí, sé que os costará creerlo, pero ni yo mismo sé cómo
he podido llegar a este punto. Todo ha ido a un ritmo tan
vertiginoso...
Me
llamo Javi y tengo 26 años. Soy de pelo moreno corto, ojos castaños
y un cuerpo normal, quizás algo atlético pero sin pasarme. Midiendo
1.79 cm. puedo considerarme de estatura normal. Así os podréis
hacer una idea de mi aspecto. No suelo llevar barba, ya que a Claudia
no le hace nada de gracia, aunque antes de conocerla sí que solía
dejármela crecer.
Los
brazos se me cansan, estoy esposado a la barra superior de colgar la
ropa, y como estoy sentado en una especie de minitaburete, no puedo
bajarlos. Mis piernas totalmente juntas, atadas por medio de dos
bridas, a la altura de mis rodillas y de mis tobillos. Una mordaza de
bola, de esas de sexshop tapa mi boca, sin contemplaciones,
haciéndome babear, gota a gota. Y lo que más me molesta, un
“instrumento” del que hasta hace poco no tenía ni idea, y que
desde hace semanas es mi inseparable compañero diario...el cinturón
de castidad. Sin embargo, los oídos los tengo totalmente libres y
activos, para atormentarme oyendo los gemidos de placer y embistes
que recibe mi dulce novia al otro lado de la puerta del
armario...tengo que evadirme mentalmente de esta situación...y nada
mejor para ello que imaginarme que estoy escribiendo o contando mi
historia. Voy a ello.
Hacía
poco más de dos años que empecé a salir con Claudia. La conocí de
forma más que fortuita, en la biblioteca general, donde yo iba sacar
libros para mi proyecto final de carrera. Ella se fijó en mi y yo en
ella, nada más sencillo.
Claudia
es morena, de ojos claros tirando a verdosos y piel blanquecina. De
un metro setenta, aproximadamente, delgada, pelo largo y sedoso en
ondas. Por aquel entonces ella tenía 22 años y estaba cursando
Farmacia. Se vestía con ropa más bien corriente, cómoda podríamos
decir, unos pantalones vaqueros, unas zapatillas converse, una
camiseta quizás más ajustada, pero sin enseñar nada. Eso sí, me
llamaron la atención desde el principio sus pechos, muy apetecibles,
sin ser demasiado grandes, digamos que un poco por encima de la
media, y sobre todo, muy sobresalientes teniendo en cuenta su
complexión.
¿Y
de su forma de ser? Era una delicia de niña, callada, tímida,
dulce, quizás hasta un poco sumisa, no lo sé, puede ser por su poca
experiencia en relaciones. Poco después me enteré que apenas había
salido con un par de chicos...no sé como había pasado desapercibida
esta belleza. En fin, para mi un 10 tanto en mente como en cuerpo.
Además,
y esto fue lo determinante, nos compenetrábamos y aveníamos muy
bien. Durante los primeros meses de relación no hubo peleas. Yo, al
terminar la carrera, entré a trabajar en una empresa de la ciudad,
una oficina, mientras que ella estudiaba su penúltimo curso.
Puedo
decir que cuando todo empezó, la relación era casi perfecta, pero
pronto vinieron algunos problemas en la cama. A veces pienso que todo
fue culpa mía, pero es mejor dejarlo correr. Es increíble como tan
poca cosa cambió nuestra relación.
El
caso es que lo organizamos de la siguiente forma. Como a ella todavía
le quedaba un año de carrera y yo ya había acabado, la ofrecí
alquilar un piso entre los dos, pero ella, muy sensata y estudiosa,
declinó la oferta. Quería irse a vivir a un piso de estudiantes y
salir de aquella especie de “reformatorio” femenino que era la
residencia femenina, administrada por una congregación religiosa.
Sus padres dieron el visto bueno, y así encontró un nuevo lugar
donde pasar el último año de carrera.
Había
localizado un piso con otras dos estudiantes que le habían caído
bien. A apenas dos calles del Campus, un tercer piso a compartir en
gastos, con muebles nuevos, reformado y a un precio muy adecuado.
>>Un
chollo, Javi.<< Había dicho ella para convencerme. >>Aquí
tendremos más libertad, y podrás venir más a menudo...las chicas
tienen también pareja y me han dicho que no hay problema, con tal de
que no armemos jaleo.<< Y yo, tan tonto, sonreí encantado.
Ayyyy...
Así
empezaron mis desventuras, con el primer día en el que pise aquel
piso (valga la redundancia) y conocí a las que serían instigadoras
de este...cambio de rumbo.
Mañana el Capítulo 1.
Vota me gusta si quieres que nuevas entregas
Vota me gusta si quieres que nuevas entregas
No hay comentarios:
Publicar un comentario