sábado, 25 de febrero de 2017

CAMBIO DE RUMBO. Introducción.

Relato enviado por colaboración de David Tsuno.

CAMBIO DE RUMBO

INTRODUCCIÓN

No sé como empezar con todo esto pero viendo que tengo tiempo y nada que hacer (o poder hacer) a parte de reflexionar, voy a ir apuntando todo esto mentalmente, en mayor o menor medida, para cuando tenga ocasión de escribirlo y así desahogarme de alguna forma.
Me encuentro atado, amordazado...y otras cosas dentro del armario de mi novia. Sí, sé que os costará creerlo, pero ni yo mismo sé cómo he podido llegar a este punto. Todo ha ido a un ritmo tan vertiginoso...
Me llamo Javi y tengo 26 años. Soy de pelo moreno corto, ojos castaños y un cuerpo normal, quizás algo atlético pero sin pasarme. Midiendo 1.79 cm. puedo considerarme de estatura normal. Así os podréis hacer una idea de mi aspecto. No suelo llevar barba, ya que a Claudia no le hace nada de gracia, aunque antes de conocerla sí que solía dejármela crecer.

Los brazos se me cansan, estoy esposado a la barra superior de colgar la ropa, y como estoy sentado en una especie de minitaburete, no puedo bajarlos. Mis piernas totalmente juntas, atadas por medio de dos bridas, a la altura de mis rodillas y de mis tobillos. Una mordaza de bola, de esas de sexshop tapa mi boca, sin contemplaciones, haciéndome babear, gota a gota. Y lo que más me molesta, un “instrumento” del que hasta hace poco no tenía ni idea, y que desde hace semanas es mi inseparable compañero diario...el cinturón de castidad. Sin embargo, los oídos los tengo totalmente libres y activos, para atormentarme oyendo los gemidos de placer y embistes que recibe mi dulce novia al otro lado de la puerta del armario...tengo que evadirme mentalmente de esta situación...y nada mejor para ello que imaginarme que estoy escribiendo o contando mi historia. Voy a ello.

Hacía poco más de dos años que empecé a salir con Claudia. La conocí de forma más que fortuita, en la biblioteca general, donde yo iba sacar libros para mi proyecto final de carrera. Ella se fijó en mi y yo en ella, nada más sencillo.

Claudia es morena, de ojos claros tirando a verdosos y piel blanquecina. De un metro setenta, aproximadamente, delgada, pelo largo y sedoso en ondas. Por aquel entonces ella tenía 22 años y estaba cursando Farmacia. Se vestía con ropa más bien corriente, cómoda podríamos decir, unos pantalones vaqueros, unas zapatillas converse, una camiseta quizás más ajustada, pero sin enseñar nada. Eso sí, me llamaron la atención desde el principio sus pechos, muy apetecibles, sin ser demasiado grandes, digamos que un poco por encima de la media, y sobre todo, muy sobresalientes teniendo en cuenta su complexión.

¿Y de su forma de ser? Era una delicia de niña, callada, tímida, dulce, quizás hasta un poco sumisa, no lo sé, puede ser por su poca experiencia en relaciones. Poco después me enteré que apenas había salido con un par de chicos...no sé como había pasado desapercibida esta belleza. En fin, para mi un 10 tanto en mente como en cuerpo.

Además, y esto fue lo determinante, nos compenetrábamos y aveníamos muy bien. Durante los primeros meses de relación no hubo peleas. Yo, al terminar la carrera, entré a trabajar en una empresa de la ciudad, una oficina, mientras que ella estudiaba su penúltimo curso.
Puedo decir que cuando todo empezó, la relación era casi perfecta, pero pronto vinieron algunos problemas en la cama. A veces pienso que todo fue culpa mía, pero es mejor dejarlo correr. Es increíble como tan poca cosa cambió nuestra relación.

El caso es que lo organizamos de la siguiente forma. Como a ella todavía le quedaba un año de carrera y yo ya había acabado, la ofrecí alquilar un piso entre los dos, pero ella, muy sensata y estudiosa, declinó la oferta. Quería irse a vivir a un piso de estudiantes y salir de aquella especie de “reformatorio” femenino que era la residencia femenina, administrada por una congregación religiosa. Sus padres dieron el visto bueno, y así encontró un nuevo lugar donde pasar el último año de carrera.

Había localizado un piso con otras dos estudiantes que le habían caído bien. A apenas dos calles del Campus, un tercer piso a compartir en gastos, con muebles nuevos, reformado y a un precio muy adecuado.

>>Un chollo, Javi.<< Había dicho ella para convencerme. >>Aquí tendremos más libertad, y podrás venir más a menudo...las chicas tienen también pareja y me han dicho que no hay problema, con tal de que no armemos jaleo.<< Y yo, tan tonto, sonreí encantado. Ayyyy...

Así empezaron mis desventuras, con el primer día en el que pise aquel piso (valga la redundancia) y conocí a las que serían instigadoras de este...cambio de rumbo.

Mañana el Capítulo 1.
Vota me gusta si quieres que nuevas entregas

No hay comentarios:

Publicar un comentario