martes, 22 de agosto de 2017

Autobiografía. Historia real. Memorias y forja de un cornudo casto: Capítulo IV - Una especie de “amante” (Parte I)

Autobiografía. Historia real. Memorias y forja de un cornudo casto:
Capítulo IV - Una especie de “amante” (Parte I)

(He cambiado los auténticos nombres para respetar la confidencialidad e intimidad de las
personas aludidas, aunque son muy similares a los reales)
Rememorando mis vivencias he de reconocer que para mi poco espíritu y lo plano de mi
carácter me han ocurrido las cosas más estrambóticas e impredecibles… verdaderamente
sorprendentes…
En este capítulo “una especie de amante”, sigo el orden cronológico de los hechos tal como
acaecieron. Con ella anduve los primeros pasos en el sendero de la castidad empezando a
conocer su poder, sus drásticos efectos, casi sin notarlo, sin ser consciente…
En sus inicios era una dominación un poco ligh, era como descafeinada… aunque he de
reconocer que lenta pero inexorablemente, esta claustrofóbica, asfixiante y tóxica relación
fue subiendo de voltaje hasta transformarse en una completa dependencia. No fue talmente
una situación de bdsm de Ama-esclavo propiamente dicha, pero estuvo muy presente el
control y la sumisión en este imprevisible acuerdo bilateral o, mejor dicho, casi contrato.
Todo comenzó en la reunión anual ordinaria de la comunidad de vecinos de mi bloque que
tradicionalmente se celebraba en el rellano de la escalera, frente a los ascensores, a las
citaciones vecinales asistía regularmente por encargo de mi mujer que siempre me mandaba
a mí, ya que ella tenía otras ocupaciones mas “reconfortantes” en qué ocuparse y no solía
estar en casa, de hecho a estas alturas pasaba cada vez mas tiempo en la calle e
ilocalizable…y yo no quería saber dónde (y menos con quién). Solo observaba que se
duchaba, se arreglaba, lencería sexy, perfume, el ritual habitual de precortejo de
apareamiento… largándose sin despedirse llevándose el coche… como era costumbre.
Quien haya asistido a este tipo de convocatorias vecinales sabrá perfectamente lo tediosas y
áridas que son, presupuestos para el año siguiente, derrama para pintar el bloque,
justificación de gastos, elección de nuevo presidente, lectura de actas, rutinaria
confrontación entre vecinos… y yo lo que menos quería eran problemas, como tod@s
sabéis siempre he rehuido los problemas…
Siempre acudía temeroso y retraído a estas citaciones a causa de que mi mujer contaba
abiertamente nuestra relación (o falta de ella) a los vecinos en cualquier lugar y situación,
enfatizando indefectiblemente dos términos: “impotente” y “pichacorta”, sirviéndole de
paso como improvisada “captación” de posibles alfas atentos y “receptivos a las señales”
emitidas por una hembra disponible, expertos folladores dispuestos a cornearme sin pudor ni
arrepentimiento y, en mi caso concreto, prefería ignorar si la incesante lista de amantes de
mi señora era más larga o más corta y vivir cómodamente en la ignorancia mas absoluta.
Asi que mi fama de impotente y micropene se extendió primero entre amigos, luego entre
compañeros de trabajo… ampliándose finalmente el espectro a la comunidad, los vecinos lo
comentaban entre sí…
No es extraño que yo fuera la comidilla del bloque y del barrio… en bares, comercios,
panaderías… en el vecindario, en general, éramos como una pequeña familia…
Pero tener que estar en la reunión y soportar a l@s vecin@s varias horas mirándolos a los
ojos (y mirándome ell@s a mí con una medio “sonrisita”) sin saber cuánto conocían de mis
desdichas, de mi matrimonio, de mi esposa, de mí… ¡¡que a lo mejor sabían hasta más que

yo mismo!!… o incluso se la habían follado ya!!… eso me afectaba bastante
psicológicamente y me resultaba tremendamente incómodo y cortante (el no saber qué
saben), solo anhelaba volver a la seguridad de mi cuarto, encerrarme y cascármela.
Entre las vecinas asistía a la junta de propietarios del bloque una tal María, cercana a la
treintena que descollaba sobre todas las demás por su belleza y escultural silueta, bien
moldeada, increíblemente atractiva, era un mujerón impresionante, una preciosidad
impactante. Intimidado, no era capaz ni de mirarla, ni dirigirle la palabra para saludarla por
el efecto que producía en mí y lo inferior que me sentía ante su mera presencia. Ella no vivía
habitualmente en mi bloque, solo tenía el pisito como segunda residencia alquilándolo
algunos veranos cuando encontraba inquilinos apropiados de su entera confianza.
Este matrimonio tenía su domicilio habitual al otro lado de la ciudad habiéndose comprado
el apartamento en mi edificio como inversión, él era empresario de hostelería estando
ocupado las 24 horas del día, propietario de un céntrico bar de comidas que le robaba mucho
tiempo, el día entero, cuando no era el desayuno y los cafés era el almuerzo, la cena, por la
noche las copas… Ella trabajaba en una gestoría y aseguradora… sí, decididamente María
estaba muy buena, era una tía de rompe y rasga… de bandera… tenía tres niños, bueno dos
niñas y un niño, el niño era el más pequeño, de un año, las niñas tres y siete
respectivamente…
María era quien se encargaba de los niños cuando no estaba en su trabajo, era una
supermujer espectacular, alta (me sacaba unos 10 cmt. Mido 1.67, si se ponía tacones ya ni
os cuento…), siempre arreglada, perfumada, educada, guapísima, simpática, pechos en su
justa medida (ni grandes ni pequeños) que se realzaban integrándose en el conjunto de su
figura con respingonas y femeninas curvas aunque delgada… rubia, ojos azules… muy
estilosa y segura de sí misma, con mucha confianza y elevada autoestima… solo tenía un
problema, su celosísimo marido.
Por mi parte, a Juan su marido, lo conocía de una época en que frecuentaba su bar durante
los desayunos (me daban media hora para el café en mi empresa), un hombretón de casi dos
metros, seco, antipático, huraño, tosco, de ásperos modales, siempre de mal talante,
enfurruñado…
Llegados a este punto tengo que reconocer que a veces me ocurren las situaciones mas
inesperadas… extrañas y, por qué no admitirlo, placenteras.
Estábamos en invierno, asi que terminada la reunión de la comunidad de vecinos, sobre las
nueve y media, era ya noche cerrada… y fría. Cada uno se subió a su vivienda, menos yo
(que me retrasé cediendo el paso al resto de moradores) y María, que se dirigía hacia el
portal de salida a la calle, para montarse en el vehículo y volver a su domicilio habitual.
En ese momento, María se volvió dirigiéndome por primera vez en su vida la palabra, en ese
mismo instante comencé a temblar.
María: Por favor Joaquín quieres acompañarme al coche? será solo un minuto, voy a hacer
unas reformas en el piso y querría consultarte algún detalle…
Era a mí!!, me hablaba a mí!!!... me había visto!, sabía que yo estaba allí!!, ¡sabía de mi
insignificante existencia!! ¿era un sueño? Automáticamente me volvieron los temblores de
omega nato ante una circunstancia que se me escapaba de las manos…
Yo no salía de mi bloqueo… mis nervios me atenazaban los músculos sin parar de sudar mi
cuerpo entero, en especial las manos… no era capaz de articular palabra.

Me encontraba sinceramente intrigado e inquieto, temeroso… ¿ocurría algo?, ¿por qué
preguntarme a mí?, ¿por qué consultarme los documentos?...
Enseguida llegamos al auto que estaba cercanamente aparcado, ella se subió y cerró su
puerta… bajando la ventanilla del copiloto dirigiéndose a mí de manera autoritaria, en un
tono algo mas elevado: ¡“vamos Joaquín, súbete, no vamos a estar aquí todo el día, tengo los
planos de la obra en la guantera y fuera hace un frío que pela”!.
Sin conseguir emitir sonido alguno y, nada mas subirme al asiento del copiloto, arrancó el
automóvil abandonando rápidamente el lugar donde lo tenía aparcado quedándome clavado
en el asiento. Yo seguía sin poder proferir palabra ni moverme, solo esperaba a ver qué
podía pasar. Que María dijera algo… Ella llevaba la iniciativa, pero lo que a continuación
expresó… me destrozó con una sola frase, rompiendo mis esquemas e integridad
instantáneamente, descolocándome.
Con el aplomo de la persona segura de sí misma que se sabe dominando la situación:
María (esbozando una media sonrisilla de suficiencia y superioridad mientras conducía):
me han llegado noticias de tu pequeño pene… ¿es cierto eso que cuentan por ahí?
Vamos, Vamos! No te pongas rojo, estamos entre adultos, jajajaj… apenas puedes hablar
jajajaj, solo balbuceas… estas temblando!!! ¿eso es un sí? Jajajaja… ¿Cómo interpreto esto?
¡Pues mira, esta primera impresión de tí me ha gustado… dicen que “no hay una segunda
oportunidad para una primera impresión”, ¿lo sabías?...
En esos momentos yo solo quería que me tragara la tierra, me planteaba cómo saltar del
coche en marcha, pero seguía bloqueado… y mi timidez me lo impedía…
María: Pienso que nos vamos a entender y me vas a “valer” para lo que busco, pero… tengo
que comprobar algunos extremos…
Yo seguía clavado en el asiento, mientras María sin esperar mi respuesta, detuvo de forma
poco ortodoxa el auto en la calle quedando mal aparcado en un lugar algo mas oscuro al
estar fundida la farola que lo iluminaba, pero con peatones circulando muy próximos que
podrían descubrirnos:
María: …te puedo “aliviar” en un momentito y así compruebo “tu cosita” a ver si son
ciertos esos chascarrillos y cotilleos maledicentes que se escuchan por ahí, no creo que seas
muy “exigente en el sexo” así que será un segundo… o al menos esas noticias me han
llegado…
Yo (balbuceando): pe… pero… aliviar??? …alí-viar??? Yo… no.. no…
Diciendo eso, con gran aplomo y presteza, noté sus manos en mi miembrito, me bajaba
diestramente la cremallera y los slips dejándome al descubierto mis ínfimos genitales
raudamente, de golpe… (Saltando el pitín como un resorte, como cuando estaba en el cole y
los alfa me bajaban los pantalones en público)
María: Sabía de ti y de tu minicosita… JAJAJAJA… pero tras una sonora carcajada anadió,
aunque no creía que fuera tanto… ¿se te pone durita? ¿Te vale para algo esta colillita?
La verdad es que no envidio al putón de tu mujer…

Así fue, nada mas tocarla y agitarla dos veces con brío, se puso un poquito dura y eyaculé
untándole con dos gotitas la puntita de dos de sus dedos, no le hicieron falta mas para
“cogerlo entero”, yo solo alcance a susurrar muy levemente un “lo siento”.
María (no paraba de reir desde que me vió el micropene, respondiéndome (entre risotada y
risotada): “No, no… no te disculpes, eres perfecto para mí, Pitito, JAJAJAJA…. No
necesitas apenas nada de “mantenimiento”, eyaculas en un segundo así que no me supone
“mucho trabajo”, no tengo siquiera que utilizar la mano entera con solo con un par de
sacudiditas con dos deditos ya te has derramado…
Mira que graciosita es!! Es como la de un bebé… sin pelito…!! JAJAJA…
María: Bien, me gusta, el balance ha sido positivo, va a ser mejor de lo que esperaba…
nada mas rozarla entre mis dedos ha vibrado, se ha puesto mínimamente nerviosilla
corriéndote enseguida y no has escupido casi nada de lechita... es aséptica e higiénica, no me
ha disgustado… creo que va a ser un buen acuerdo… requieres mínima atención
derramándote poco y rápido, eres “poco exigente” como suponía y se comenta en el barrio.
Efectivamente, tras sacudirla un par de veces le daban unas pequeñas convulsiones y
echaba un poquito de semen… la pollita era inofensiva, mínima, inocente… Por otra parte
María sabía que yo (tímido, acomplejado y apocado) no le iba a dar problemas ni se lo iba a
contar a nadie jamás, ¡¡y menos a mi señora dado su fortísimo carácter, por la cuenta que me
traía!!, en ese momento comenzó a explicarse y sincerarse conmigo:
María: Tú eres hombrecillo insignificante e inofensivo, a la vista está, tendrás la boca
cerrada… como sabes trabajo en una Gestoría, pues bien, mi jefe, Jorge, es mi amante, él me
folla a base bien y a diario, tiene una buena tranca y no tendrá celos de esa basurilla inútil
que tienes entre las piernas, así que no le importará que me hagas de “consolador humano”
eventualmente, JAJAJAJ…, nunca podrías penetrarme ni satisfacerme con “eso” (no pudo
controlar la risa de nuevo)… y Juan (nunca se refería a su celoso marido como “mi
marido”,” mi esposo”… sino como Juan, como algo ajeno a ella pero que tenía que
soportar como mal menor) no tendrá celos ni sospechará nunca de una cosita tan chiquita
como la tuya, ni podrá suponer que tenga un rollete con un apocado inútil como tú en la
vida… la fama de tus medidas y tu “poco rendimiento” también han llegado a sus oídos…
así que… qué te voy a contar que tú no sepas, pitín, de tu inútil minipollita…
María prosiguió con su declaración de intenciones, aclarándome su propuesta:
María: Soy exhibicionista, me encanta pajearme y hacerme deditos, pero “me pone” mucho
mas ser observada, hmmmm… así consigo unos orgasmos soberbios que me vibran desde la
punta del pelo hasta las uñas de los dedos de los pies, ahora mismo “mojo” con solo
pensarlo… me gusta “enseñar” y ser observada mientras me acaricio el chichí y me corro,
tener algún espectador… contigo tendría quien me mirara de forma segura, me calienta
mucho mas si soy observada siendo mis corridas infinitamente mas fuertes, “me pongo”
enseguida y “me viene” más bestialmente si me ven, además tú eres perfecto porque eres
inofensivo (inofensivo, inútil, inservible, impotente… eso lo añado yo pero el sentido de sus
observaciones era ese), decididamente nadie sospecharía de un “poca cosa” tímidísimo
como tú ni de un “minipito” tan chico… de un pobre hombrecillo patético… pero…
…se produjo un silencio que parecía no tener fin y podía cortarse con un cuchillo, mi
papelón era de ridículo absoluto, escuchándola no sabía qué responder… aunque a María
parecía no importarle prosiguiendo con su exposición escrutándome de arriba a abajo:

María: …sí, decididamente eres lo que busco, pero con ciertas restricciones y condiciones.
Has de estar a mi disposición las 24 horas del día preparado para cuando yo te diga por si
me viene “el apretón”… por si quiero tocármelo y correrme… soy muy celosa y muy
posesiva con mis propiedades… muy controladora, estarás cada minuto pendiente de mí, me
adorarás, serás como mi monje frustrado y yo tu Diosa a la que le rindes culto y pleitesía…
María:…abrirás un grupo de wattshapp (en ese momento no entendí muy bien el sentido del
grupo, solo atendía a sus palabras sin poder moverme, absorto), contactarás conmigo por
ese medio y te reportaras ante mí como mínimo cada media hora contándomelo todo, si estás
en tu trabajo, en casa, si estas fregando, duchándote, cuando vayas al baño, cuando entra o
sale tu mujer a la calle, si ella te cornea o lo supones, si os peleáis, por qué os peleáis, el
tiempo que llevas sin correrte… absolutamente todo, yo lo leeré y te responderé (o no)
cuando quiera… has de estar siempre atento a tu movil…
…también me gusta que me veas como me quito y pongo los tampones, con la regla… o
cuando me visto y me cambio de ropa para salir, máxime si es para que mi macho me meta
su tranca y me folletee bien, te mostraré el coño poniéndome la ropa ante ti, la interior
también… eso me lo irá calentando para cuando haya quedado con Jorge… hmmmmm… es
pensar en él y… ya… noto bajarme los flujos… hmmmmmm…
(de pronto cambió el tono de su voz y su expresión casi enfandándose conmigo sin que yo
hubiera hecho ni dicho lo más mínimo)
María: ¡¡Pero tú con esa “cosita” no puedes entender de lo que te hablo, ni imaginar el
pollón que tiene mi Jorge!!... ¡lo que quiero concluir es que tú te conectas al instante en
cuanto te lo ordene y ya está, a partir de hoy tu móvil es una extensión de tu cuerpo!... solo
has de vivir por y para tu móvil, que es lo mismo que vivir exclusivamente por y para mí…
o mejor dicho… para mi coño.
Yo: …ssss…. Ss… sí, María... Por supuesto!
(Continuará)

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