lunes, 27 de noviembre de 2017

Tengan cuidado con los cajones que abren (y II)

Tengan cuidado con los cajones que abren (y II)
Título original: Be careful what drawers you open(II)

Enviado por: Rober (traducido por Juan)

Días despues, durante la cena Jennifer me pregunto cuánto la amaba y qué estaría dispuesto a hacer por ella. -
-¡Haría cualquier cosa por tí, nena!- respondí.
- Estupendo. Me gustaría medirte la cintura, piernas y tus partes íntimas.
-¿Para qué?
- Es una sorpresa, chiquitín- últimamente solo se dirigía a mí llamandome "Chiquitín"

Me tomó las medidas que necesitaba y no volvimos a hablar del tema durante semanas. A pesar de mi insistencia no quiso darme ninguna pista de sorpresa que me esperaba.
El sexo continuó mejorando y Jennifer se volvía cada vez más retorcida: disfrutaba de atándome a la cama totalmente expuesto, con los ojos vendados y, a veces incluso me provoca y se, burla de mí durante horas. En ocasiones me deja en esa posición hasta el día siguiente.

El viernes por la mañana en el desayuno Jennifer anunció que esa noche me daría la gran sorpresa

Cuando esa noche llegué a casa encontré una nota encima de la mesa, la nota decía:
"Dúchate y aféitate bien, te espero en el dormitorio, ven completamente desnudo".

Obedecí, como siempre, ya estaba acostumbrado.

Cuando entré en el dormitorio la encontré vestida con un traje de cuero apretado con tacones de aguja. Me mandó tumbarme boca arriba en la cama. Obedecí. Ella ató mis brazos y al poste de la cama, me tapó los ojos e insertó una mordaza roja y grande en mi boca. No podía hablar ni ver nada.
Dedicó la siguiente hora a practicar el juego llamado "tease and denial" ella me acaricia, me lleva casi al punto eyacular y justo entonces retira la mano, pone hielo hasta que baja la erección y vuelta a empezar. Después de una hora mi pene está flácido a pesar de que no he tenido aún un orgasmo.

-Levanta el trasero, Chiquití- susurró a mi oído.

Obedicí pensando que iba a ponerme unas nuevas braguitas o algún tipo de ropa interior sexy.

Después todo fue muy rápido. Sentí algo frío en el trasero, noté algo apretado alrededor de mi cintura y en mi sexo y escuché un clic.
Aquello no me gustó nada, luché y gimí. Jenniffer me ordenó que se callara.
Sentía como Jennifer agarraba mi pene suavemente y empujaba algo sobre él, oí dos clics más y mi área privada se sintió comprimida.

Jenniffer, me besó, se levantó y me dejó atado, amordazado, y encapuchado.

Oí que ella se estaba duchando. Me pareción que pasaban horas antes de que regresara.
Cuando volvió montó sobre mí y susurró sensualmente a mi oído

-¿estás listo para tu sorpresa?

Me quitó la capucha y la mordaza.

Miré hacia abajo y vi que mi sexo estaba completamente cubierto con un trozo de metal brillante y bloqueado en un cinturón. Sentí mi pene orientado hacia abajo.

¿para qué es esto?-pregunté alarmado.

-Es muy sencillo chiquitina ¡ahora sí que eres realmente mi chiquitina! Te dije que las cosas iban a cambiar.
Ahora eres una mujer, así que deberás actuar como una mujer
¿No era eso lo que querías?

Mientras me desataba los brazos y las piernas me besó en la frente y dijo:
-Supongo que necesitará orinar, puedes hacerlo sentada.

Disfruta querida, te veré esta noche.

Hace casi un año que llevo el cinturón de castidad. A veces me lo quite por higiene pero inmediatamente me lo vuelve a poner. Mi pene se va quedando atrofiado y hace tiempo que no tengo erecciones.

Por eso a quienes lean este relato les recomiendo que tengan cuidado con los cajones que abren.

FIN

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