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Aviso: Relato de ficción, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Hola soy Lourdes, la esposa de Juan, si seguís este blog, creo que ya me conocéis, si no es así, antes de seguir leyendo esto os recomiendo que leyáis los capítulos anteriores, pues sino no sé si vais a entender lo que viene a continuación.
Para los que ya sabéis quien soy yo, y quien son Jaime y mi madre, Dolors, hoy os quiero explicar un poco más cosas de cómo ha sido esto de que mi marido se haya convertido en mi empleada doméstica y en la dama de compañia de mi madre en menos de dos meses.
No sé cómo empezar, es curioso pero muchas veces se da por hecho que una persona que se encarga de hacer las tareas domésticas ya sabe cómo debe hacerlas y cómo debe trabajar, y que es sólo una cuestión de ponerse a fregar el suelo o de saber servir el café, y no es así. Para mí hay un enorme diferencia en la forma en que yo, por ejemplo, traería a alguien una taza de café y la forma en que espero que mi marido Juan, ahora mi sirvienta nos sirva a mí y a Jaime, mi pareja, una taza de café y esas maneras cambian según las circunstancias.
Yo tuve la suerte de apuntar meses atrás a mi marido al curso de empleada de hogar de este blog, y además de contar con la ayuda de mi madre, Dolors, que tutorizó y sigue tutorizando a Juan en el curso que aún sigue. Mi madre le encanta tener a alguién a quien enseñar estas cosas de la casa, le ha enseñado a hacer bien la cama, con el dobladillo que a ella le gusta, etc. Hay una cosa que a mi madre le gusta o casí tiene obsesión y es el aspecto de Juan. Y siempre quiere que tenga una apropiada apariencia a las funciones que tiene encomendadas en las dos casas.
Creo que tiene razón mi madre, al querer que Juan siempre tenga un buen aspecto sin importar cuál es la tarea que está haciendo o en qué casa esté sirviendo. Por ejemplo, si está haciendo pesadas tareas de limpieza en casa de mi madre puede estar ataviada en una sencilla bata de limpieza como uniforme. Este no es el momento para llevar tacones o encajes y uniformes caros. Si Juan está encargadose del trabajo sucio, con llevar uniforme sencillo y barato es apropiado, por ejemplo, mi madre le hace ponerse un delantal y una bata de limpieza, no quiere que luego tenga manchas por lejía o grasa.
Los errores de Juan en tareas de servicio son muy infrecuentes, pues mi madre enseguida los traduce en castigos inmediatos y severos que sin duda ayudan a Juan a que no vuelva a cometer ese error de nuevo. Yo no soy así, y le paso por alto los pocos errores que él comete, pero a veces se me escapa y se lo cuento a mi madre y ella ya se encarga de disciplinar a Juan.
Cómo ya he dicho Dolors le ha enseñado las maneras que debe tener una criada, le ha explicado que debe mostrar al mundo que está feliz sirviendo y nunca mostrar una mirada deprimida o fruncir el ceño. Él sabe que se va a dedicar a esto el resto de su vida, y debe hacerlo bien. Debe siempre sonreír y mostrar placer mientras desempeña sus tareas sin importar cuán insignificante o trivial o humillante pueda resultar, una sonrisa evitará mostrar un ceño fruncido o mirada perturbadora. Mi madre enseguida lo traduce en un severo azote seguido por un largo castigo al rincón cara la pared o únicamente lo segundo. Enseguida capta lo que a ella le gusta.
A pesar de eso mi mamá me ha dicho que vigile a Juani en mi casa, que él debe mostrar respeto por lo que hace y dar importancia a su tarea y mostrar el tremendo privilegio de atendernos a mi y a Jaime, y que le permita servirnos, y responderá apropiadamente con una sonrisa agradable y siempre dar una apariencia alegre.
Creo que ella tiene razón, tiene más experiencia que yo, la actitud se relaciona con el rendimiento. Ha enseñado a Juan a que actue sin dilaciones y no sea perezoso. No hay espacio para retrasos o hacer el trabajo lento. Juani como buena sirvienta muestra interés en su trabajo y se esfuerza por lograrlo a una velocidad que le permite hacer bien las cosas, tampoco es una carrera. Lo importante es hacer bien el trabajo a la primera.
Las prácticas del curso las empezó Juani en mi casa cuando venía mi madre y yo marchaba a trabajar, pero luego he visto que ha sido mucho mejor que se encargara también de la casa de mi madre, donde ahora vive Juani. Mi marido viene todos los días unas horas ha encargarse de la ropa mía y de Jaime, y las demás tareas. No hay nada como tener una criada en la que se pueda confiar. A veces no estoy en casa y él viene y se encarga de las tareas y marcha antes de que llegue yo o Jaime. Juan ha encontrado maneras de aumentar su eficiencia trabajando más rápido.
Mi madre siempre me recuerda el valor de tener una sirvienta que no es lo rápida que sea o lo bien que haga el trabajo, el principal valor es la confianza. Cualquiera es capaz de fregar los platos, fregar el suelo, etc. Mi madre me cuenta que sabe de casos de maridos que han sido reconvertidos en sirvientas que nunca llegaron a entender eso y pronto cayeron en desgracia por la dueña de la casa. Varios de ellos fueron degradados y se substituyeron pronto. Así que ella siempre le avisa que no pienses por un segundo que después de que ella o yo o Jaime, ahora señora de la casa le haya permitido transformarse en una bonita y obediente criada esté seguro de su puesto. Juan entiende su verdadero lugar y verdadero valor. Jaime no tolerará una mala conducta. Y podría terminar siendo degradado a una simple ayudante de una nueva criada y pronto servir a una sirvienta que está atendiendo a las necesidades personales de mi madre o mias. Su servicio en la família involucra todo el paquete de ser una criada perfecta.
Es una suerte que Juani ya esté formada y preparada y con ganas de servir a sus dueñas cómo merecen.
Mi madre se ha encargado de exponer y explicar a los parientes, amigos, invitados, y vecinos la nueva situación de Juani. Se ha asegúrado de que Juani no se quede aislado y le ha permitido ganar confianza en público y en segundo lugar ha permitido que la gente vea su valor como persona en su nuevo género asumido. Eso sí, el carnet de socio del club de tenis se lo ha traspasado a Jaime. Me ha sorprendido ver cómo las que han aceptado y entendido mucho mejor la nueva situación de mi marido han sido las mujeres mayores, muchas vecinas y amigas de mi madre, que las jóvenes, y no sólo lo han respetado sino que han mostrado admiración por la tarea de mi madre y la mía en ayudar a mi marido a aceptar su nueva posición en el hogar, y la tolerancia de Jaime en permitir que Juan siga formando parte de nuestra família.
Tener una bien entrenado a Juani como criada es una delicia. Aunque mi madre insiste en que no hay que bajar la guardia y hay que seguir poniendo todo el empeño en continuar la formación y mejora de su servicio. Menos mal que mi madre ya está jubilada y tiene mucho tiempo para eso.
Todo esto no hubiera sido posible sin la voluntad de Juan, no es aceptable que todo esto sea forzado u obligado. Él manifestó su interés en vestir camisón para dormir y luego de una cosa pasamos a otra y ahora Juan se va a empadronar en casa de mi madre y Jaime en mi casa.
En mi família tod@s sabemos que una Juani NECESITA servir y ser entrenada y disciplinado y vestida adecuadamente. Atrás quedaron los días en que los que él aún estaba en el armario.
Si tienes la suerte de tener un marido así aprovechalo.
La formación, educación y perfeccionamiento son clave para ser puestos al servicio y la felicidad de todos....
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