El Servicio Doméstico Capitulo 3
El Servicio Doméstico Capitulo 3
Luego
de mi primer día como empleada del servicio doméstico en casas ajenas,
me ví abrumado por lo rápido que estaban sucediendo las cosas y la forma
en que había cambiado mi vida, pasando de suplicarle a mi esposa que me
sometiera a sus controles, incluyendo mi castidad, a pensar que de un
momento a otro había perdido el control de todo, incluso de mi propia
vida, pues ya prácticamente no tenía tiempo libre entre mi nuevo trabajo
y las obligaciones de mi propia casa. Además de la jaula de castidad
que mi esposa me impuso de forma permanente sin poder escapar.
Fue
así como transcurrió también mi primera semana de trabajos y castigos,
pues las amigas de mi primera empleadora, fueron bastante crueles
conmigo, ya fuera azotando mi culo o algún otro tipo de castigo, como el
que me propinó una señora relativamente joven, de unos 45 años
aproximadamente, que después de realizar la revisión de mis labores,
encontró una supuesta mancha en una de las blusas que había lavado a
mano, me hizo tener un jabón en la boca mientras me violaba con un
consolador por espacio de una hora para luego tener que volver a lavar
la dichosa blusa varias veces, siempre con el jabón en mi boca y el
consolador en el culo, estuve a punto de vomitar y mi culo estaba
completamente adolorido por el intruso que lo llenaba completamente,
además del constante dolor en los huevos por la presión de la jaula.
Mientras tanto recibí múltiples azotes en el trasero con diferentes
instrumentos de castigo, correas de cuero, chanclas, cepillos de madera y
hasta con sus manos. Mi humillación fue total y mi pene crecía hasta
donde la jaula le permitía, incrementando mi sufrimiento hasta límites
prácticamente inaguantables. Diariamente llevaba el dinero a mi esposa y
alguna que otra nota que le enviaba mi empleadora de turno solicitando
mis servicios para la semana siguiente y poniendo condiciones cada vez
más humillantes para mí. Estuve a punto de salir corriendo, pero mi
esposa me recordaba siempre que eso era lo que yo tantas veces le había
suplicado y por fin estaba cumpliendo con mis fantasías y tenía razón,
entonces trataba de calmarme un poco.
A
la tercera semana de trabajo sucedió algo que cambiaría mucho mi
situación, pues en una de las casas que tenía que limpiar conocí al
esposo de la dueña. Era el propietario de un burdel de mala muerte y
quiso contar con mis servicios durante las noches todos los fines de
semana. Convencido de que tendría que ir a limpiar, acudí el viernes a
aquel sórdido lugar, pero mi sorpresa fue mayuscula cuando descubrí que
limpiar era lo que menos haría, bueno, por lo menos limpiar el lugar,
pues tendría que limpiar con mi boca los penes de los clientes que
frecuentaban este sitio luego de tener relaciones con las chicas del
lugar, y algunos de ellos también usaban mi culo, obviamente cancelando
una tarifa adicional.
Ya
prácticamente no veía a mi esposa, los escasos momentos en que podía ir a
mi casa, ella estaba durmiendo, yo me limitaba a dejar en un cofre el
producto de mi trabajo y asear un poco antes de tratar de dormir para
reponer algo de energía para comenzar de nuevo con mi trabajo, tampoco
pude volver a usar mi ropa de hombre, pues casi siempre estaba
trabajando, ya sea en mi casa o en otros lugares y debía hacerlo siempre
con mi uniforme de mucama. Estaba ya desesperado por no poderme correr,
pues mi esposa se había vuelto muy celosa con el tema de la jaula y
apenas si me dejaba retirarla para asearme y depilar por completo mi
pene y mis bolas, para luego volver a encerrarlo nuevamente sin
permitirme ningún tipo de estímulo. Tras meses de frustración, siempre
encerrado en la jaula y constantemente violado y azotado, humillación
tras humillación, mi esposa recibía siempre el dinero producido por mi
trabajo, el cual utilizaba para comprar algunos artículos que mis
empleadoras solicitaban como uniformes nuevos, consoladores y vibradores
cada vez más grandes, también implementos de restricción como esposas,
cadenas y collares de perro, jaulas de castidad cada vez más pequeñas y
dolorosas, pues algunas venían con pinchos en el área del glande que
castigaban cualquier intento de erección, otras tenían un anillo
especial en la base del pene con unos pinchos que impedían que éste se
deslizara hacia atrás. También me dijo que estaba ahorrando para hacerme
poner implantes de silicona en mi pecho, pues ya era tiempo de que
tuviera mis propios senos. Luego de un año reunió el dinero suficiente y
mi pecho lucía unas gigantescas tetas. Cuando pude regresar al burdel
después de la cirugía de aumento de senos, un cliente se enamoró de mí y
me contrató toda la semana para su casa campestre donde además de
limpiar, tuve que servirle como esclavo sexual y recibir toda clase de
humillaciones y maltratos, siendo azotado constantemente y encerrado por
largas horas en una pequeña jaula de metal en la mitad del patio de
aquella casa, alimentado solo con comida para perros y agua. No sé en
qué momento mi esposa le entregó la llave de mi jaula de castidad y al
cuarto día liberó mi pene de su prisión. Sentí mucha alegría por poder
regresar a la libertad después de tanto tiempo, pero mi frustración
llegó cuando mi pene no logró tener una erección. Sentí ganas de llorar
pues no podría tener mi ansiado orgasmo y cuando el dueño de aquella
casa me dijo que si no lograba tener una erección en 10 minutos me iba a
castrar. Si no fuera porque estaba encadenado habría salido corriendo.
Por mucho que lo intentó, mi erección era por decir lo menos, patética,
mi pene parecía muerto y fue entonces cuando me llevó a una habitación
donde me sujetó a una mesa dejando mi pene y testículos colgando,
entonces procedió a amarrarlos fuertemente con una cuerda y mis ojos se
llenaron de miedo cuando me mostró un cuchillo en forma de hoz y se
dirigió hacia mi trasero acariciando mi pene de nuevo sin resultados
satisfactorios. Luego me vendó los ojos y me puso una mordaza en la
boca. Lo último que recuerdo de ese momento fue que sentí un dolor muy
intenso y me desmayé amarrado en aquella mesa, cuando desperté tenía
toda mi entrepierna envuelta en vendas y estaba completamente adolorido.
Lloré como un bebé pues eso no era lo que había soñado, ahora era un
eunuco con unas gigantescas tetas, ya no necesitaba la jaula y tampoco
podría volver a correrme en lo que me quedaba de vida. Qué motivación
tendría si ya no había la posibilidad de tener un poco de satisfacción,
así fuera muy efímera e incierta ?
Mi
esposa me recogió en aquella casa luego de aquel aterrador momento, no
pronuncié palabra durante el viaje de regreso, estaba completamente
abrumado por todo lo que había sucedido y ya no encontraba ninguna
motivación para seguir adelante con mi vida. Tener senos en cierta forma
era algo que yo había soñado alguna vez, pero ser castrado nunca había
estado en mis pensamientos ni fantasías. Ya no tenía sentido seguir así.
Cuando llegamos a casa mi esposa insistió en retirar las vendas en mi
entrepierna para ver el resultado de mi castración aunque a mí realmente
ya no me importaba lo que hiciese. Cuál sería mi sorpresa cuando al
quitar aquellas vendas descubrí que mi pene y mis testículos seguían
allí, todo había sido una fuerte tortura sicológica a la que me habían
sometido mi esposa y este señor para hacerme creer que era cierto lo de
mi castración. Me sentí muy feliz de estar completo y no voy a negarlo,
por poder usar de nuevo aquella jaula que me había acompañado por
muchísimo tiempo. Desde ese día adoré mi jaula de castidad y le pedí a
mi esposa que nunca más le prestase la llave a nadie, que la guardara
celosamente para que mi pene estuviera protegido de algún otro loco que
quisiera arrancarlo de mi cuerpo y al otro día tuve un día de descanso
en mis labores de empleada del servicio en casas ajenas para dedicarme a
limpiar en mi casa y atender a mi esposa.
Hoy
mi fantasía de sumisión a mi esposa es una realidad de tiempo completo y
ella se ha conseguido un amante, me ha dicho que ya que mi pequeño pene
inservible no puede satisfacerla, entonces había tenido que buscar por
fuera lo que no tenía en casa, su nuevo novio era un joven de unos 22
años y bastante atlético y bien dotado, al cual tenía que limpiar luego
de tener relaciones con mi esposa en mi presencia siempre, pues mi
esposa quería que yo aprendiera como es que un hombre de verdad le hace
el amor a una mujer.
Hoy
ya sólo voy a limpiar casas de señoras solas a las cuales les hago
algunos trabajos extra con mi lengua y también les presto mi culo para
que puedan dar rienda suelta a sus fantasías. No volví a el burdel ni a
hacer trabajos en sitios alejados de la ciudad donde tuviera que
quedarme varios días, pues siempre debía estar en casa en las noches
para atender a mi esposa y su novio porque al señor no le gusta tener la
comida fría en las noches, ni a su novia, por lo que yo tenía que
calentarla al igual que su pene.
Andy.
muy bueno...krak!!!
ResponderEliminarmuy bueno...krak!!!
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