1 semana por cada minuto.

"Parece que la parte superior de la media de tu derecha no está bien subida", ella miró enojada, hablando con su voz firme y formal. "Yo ... lo siento, señora", dije, tragando esa última palabra, todavía no me acostumbraba referirme a mi esposa de esa manera. "Ciertamente no es muy difícil para una sissy arreglar sus medias, ¿verdad?", Preguntó. "No, señora, yo ... lo haré mejor", le prometí. Mostró que más que molesta, estaba enojada. "¿Y supongo que lo harás mejor?" Ella señaló, arrugando la nariz con disgusto. "Yo ... no había terminado de vestirme", dije, la misma excusa para mis medias. "Yo ... no pensé que ... estarías en casa tan pronto". "Como si eso fuera una excusa", se burló ella. "No recuerdo que un‘ Ama no esté presente en el hogar, así que no puedo aumentar "la excepción. ¿Me perdí eso? "N ... no, señora", dije mirando hacia abajo. Ella no dijo nada, solo la fulminó con la mirada. Finalmente habló. "Coge la jaula", dijo ella. "Señora, por favor, yo ... no quise hacerlo". "Oh, hay una excepción 'no quería' ' "No. No, señora, "dije. "¿Cuál es la regla para esa cosa?" "No ... no hay erecciones sin permiso, señora", tragué "No hay erecciones sin permiso", repitió. "¿Y tenías permiso para una erección?" "No, señora", dije en voz baja. "¿Y la consecuencia para una erección sin permiso?" "Cast ... castidad", le dije en un susurro. “Es una regla simple con una consecuencia simple y natural. ¿Cuánto tiempo ha pasado así? —Preguntó ella. "Y no me mientas". "Por favor", le rogué. "¿Cuánto tiempo?" Ella me fulminó con la mirada. "Yo ... no lo sé", balbuceé. "Bueno, he estado fuera una hora, ¿debería asumir todo el tiempo?" "¡No!" Casi grité, lo intenté de nuevo, "no. T ... diez minutos, señora, yo ... lo juro ", dije. Estaba aterrorizado, la regla era una semana de castidad por cada minuto. Una semana en castidad por cada minuto que estuviera el pene erecto. "Si estás mintiendo, sissy, duplicaré la hora", dijo. ¿El doble de la hora? ¿Ciento veinte semanas? ¿Más de dos años? Diez semanas ya serían lo suficientemente malas. "No lo estoy, lo juro", dije. "Diez minutos, solo ... solo desde que empecé a vestirme". Me miró, a mis medias mal ajustadas y vi que ella me creía. "Bueno, son once minutos ahora", miró su reloj. "Consigue una bolsa de hielo y la jaula". Me apresuré a salir de la habitación, hice lo que me indicaron, cogí el hielo primero, así que estaba suave cuando volví dos minutos después. "Trece minutos, entonces", dijo mirando su reloj de nuevo. "Tres meses, hasta el verano". Tres meses sería lo más largo que había estado encerrado hasta la fecha y sabía que lo haría cada semana, cada día, cada minuto.