Ana estaba sentada, eran las dos de la madrugada y Miguel no había vuelto.
El solía quedarse hasta tarde con los amigos. Era habitual. Ana le esperaba en ocasiones navegando por Internet. Se aburría soberanamente.
Ese viernes Miguel llegó tarde y bastante borracho. Ana se despertó y Miguel intento mantener la compostura balbuceando.
Ana pensó, " ya no sabrás nada".
A la mañana siguiente, Ana le preparo el desayuno con una enorme sonrisa de azafata. Miguel también mostró su agradecimiento con una reseca sonrisa.
Esa tarde Ana estaba jugetona, sensual. Empezaron a entrar en un escenario picante donde Miguel estaba rindiendo más bien poco. Ana tuvo una fantasía, pidió a Miguel que se pusiera una bragita de encaje. No, ni de coña, exclamó Miguel. Ana sonreía y le acariciaba mientras insistía. Cariño, hazlo por mi, me excita. No,no,no.
Bueno, no se lo que ocurrió pero Miguel lucía unas bonitas bragas de encaje.
Ana le pidió posponer el juego sexual para después de cenar. Naturalmente quería cenar fuera de casa y quería que Miguel llevará bragita.
Durante la tarde y la cena, Miguel bebió, bebio mucho alcohol. Ana parecía animarle.
De vuelta a casa Miguel le dijo que quería ir a ver un amigo, Ana accedió y Miguel se fue al bar.
Ana llegó a casa y sacó toda la ropa interior de Miguel y la tiro a la basura. En su lugar puso bragitas, bastante eróticas.
Miguel volvió tarde, Ana dormía. Entró en silencio y se durmió.
De piedra se quedó Miguel cuando vio lo que tenía en su cajón. Ana, que es esto ? Tu ropa cariño. No, exclamó Miguel, mientras rebuscaba en cada rincón de la casa. Ana le ignoraba.
Miguel metió todo en una bolsa y lo tiro. Ana se enojó y le dijo, Miguel, tu no me tocas más, eres un estrecho mental y un egoísta.
Miguel permaneció ese domingo sin ropa interior.
Al día siguiente Miguel compro nuevamente ropa que Ana le volvió a tirar. Así estuvieron varios días.
Ana no quería ni hablar y Miguel estaba desesperado. Finalmente Miguel uso braga y empezó a ver cierto erótismo, claro Ana no le dejaba acercarse, ni tocar. Miguel iba desesperado, no sólo se había quedado en dique seco, además Ana se mostraba más sugerente que nunca.
Discutir era perder el tiempo, Ana no razonaba ni entendía su rechazo a satisfacer está pequeña fantasía de ella, su esposa.
Ese sábado tarde Ana estuvo realmente cercana a Miguel, pero no le permitió acercarse más allá de lo necesario para tenerle excitado y profundamente frustrado.
Miguel abrió el cajón de la mesilla y sacó una braga de encaje transparente, se la puso y fue a ver a Ana, le dijo, tu fantasía está cumplida cariño. Ana le besó y comenzó a acariciar su cuerpo, finalmente acarició su pene muy lentamente, Miguel intento acariciar, Ana le dijo sutilmente, quieto. Ana siguió lenta, muy lentamente. Acariando con la otra mano el cuerpo de Miguel. Miguel estalló en un orgasmo increíble, explotó. Ana le miro sonriendo y le subió la braga marcando un bulto que iba menguado lentamente.
Miguel intento hablar. Ana le puso el dedo en la boca diciendo. Hoy no, calla. Déjame actuar a mi por que te estoy preparando una sorpresa.
Cenaron. Ana sirvió generosamente vino a Miguel, después unas copas. Ana propuso a Miguel que se fuera con los amigos un par de horas mientras ella se preparaba para el. Miguel acepto sonriente y se marchó con un beso y una sonrisa de Ana. No se lo podía creer, salió a la calle dando tumbos con unos tragos de más.
Ana, al quedarse sola, sonrió y rápidamente sacó una bolsa que guardaba. Afojo las bombillas de las lámparas y puso unas bombillas de color rojo. Sacó una botella de champán y dos copas llenando una de ellas a mitad y un dedo en la otra. Tiro media botella por el fregadero y puso las copas y la botella en la mesa del dormitorio.
Se puso un enorme vestido rosa de seda que había comprado, le venía enorme y encendió el ordenador. Empezó a registrar el historial, Miguel no paraba de ver porno. Cada día, a cada momento.
Ana registró el ordenador y descubrió una carpeta llena de pornografía. Busco y descargo varias películas de sexo interracial, cornudos y dominación femenina. También unas cuantas películas que salían hombres vestidos de mujer haciendo tareas domésticas. Borro las películas que Miguel guardaba en la carpeta y puso en su lugar las que ella había descargado. Dejo la luz roja y tras apagar el ordenador, vertió unas gotas de champán sobre la almohada y se durmió.
muy bueno...
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