sábado, 19 de septiembre de 2015

Relato - El Viaje - Parte 6


6. Ángela
Al llegar al telefonillo del portal paré en seco el dedo antes de presionar el botón del timbre. Parece mentira, pero no podía remediar estar un poco nerviosa. Al fin y al cabo podía ser peligroso ir a una casa extraña.
- Sube
Cogí el ascensor hasta la quinta planta. Me observé en espejo, estaba algo pálida pero presentable con mi traje azul marino y unos de mis zapatos favoritos. Me recogí el pelo en una coleta.
Al abrirse la puerta me quedé totalmente petrificada. No me esperaba para nada ese recibimiento. Incluso me sentí algo avergonzada.


Ante mi aparecía un hombre alto, fornido y de piel morena. De su desnudez podía observar que no tenía ni un gramo de grasa. Sus ropas eran exiguas, una máscara de cuero le tapaba toda la cabeza excepto los ojos y la nariz. La boca estaba cerrada con una especie de cremallera. En el cuello, un lustroso collar de cuero negro, del cual colgaba una chapita donde claramente ponía: Propiedad de Lilith. Al fijarme en su paquete descubrí un pequeño aparato de plástico transparente del que colgaba un candadito. No pude quitar la vista de allí y así me pilló mi amiga cuando acudió detrás del sumiso.
- Vamos, ¿qué haces? Déjala pasar.
El extraño ser que me había abierto la puerta hizo una reverencia y me sostuvo la puerta mientras le daba dos besos a Lilith y entraba.
- Este es...
- Sí, es gusano, mi esclavo y marido je, je. No se lo tengas en cuenta si no te ha recibido como mereces, aunque está bien entrenado le ha pillado de improviso tu visita.
- Ah, ya veo. Eso que lleva es un cinturón de castidad, ¿no? - dije inocentemente
- Así es – dijo Lilith sacándose una llave con una cadenita de sus pechos. - Con esto se domina a un hombre. Piensan con su polla y si tú la controlas, te haces con él, como una mascota, de tu propiedad.
Ufff todo aquello me excitaba cada vez más. El sumiso se había arrodillado ante nosotras y cabizbajo parecía esperar instrucciones.
- Venga vete a la cocina y traenos unos cafés y unas galletas de esas tan buenas que haces, querido.
El esclavo no tardó ni un instante en dirigirse a la cocina de un respingo. En unos minutos nos hallábamos sentadas en el espacioso comedor en una mesa redonda. La verdad es que era una casa muy agradable y grande. Tanto los muebles como la decoración en general era de tonos pálidos, apacibles y parecía que reinaba la armonía. Y por supuesto, ni una mota de polvo o suciedad.
Mi anfitriona vestía cómodamente con unos pantalones vaqueros y una camisa a cuadros. Le miré las manos y me maravillé de lo bien cuidadas que las tenía. En aquel momento pensé que había pasado por manicura en una peluquería.
- Como puedes ver, esto de la dominación femenina, es un estilo de vida natural, no es todo cuero, látigo y dolor, je, je. Es el orden de las cosas, yo mando y él obedece. Le ha costado pero ha aceptado que yo, como mujer, soy superior, y él, un mero objeto de mis caprichos.
- Qué envidia, lo tienes superbien entrenado... - dije
- No te preocupes, si lo haces bien, pronto lo tendrás comiendo de tu mano
Con un movimiento, dejó la taza de café en la mesa y agachándose puso un neceser negro encima de la mesa. Con delicadeza, abrió la funda y comenzó a juguetear con una funda en forma de pene, de aspecto suave y color blanco translúcido.
- Esto es clave en su proceso de educación. Tienes que controlar realmente sus orgasmos. Hazte un calendario o decídelo a tu capricho cada día, pero que seas tú la que controle su polla.
Hice ademán de cogerlo y ella me lo acercó. Pesaba poco, no se parecía en nada a la imagen medieval que tenía en mi cabeza.
- ¿Y no le hará daño?
- Pequeñas molestias como mucho. También se rozará los primeros días. Que se ponga crema hidratante.
- Entonces, ¿no se lo tiene que quitar ni para mear ni para ducharse ni nada?
- Para eso tiene estos agujeros...
- Mmm y ¿dónde se pone el candado?
- Ja, ja, aquí. - dijo Lilith
- Tiene un par de piezas. No sé si sabré ponerlo. - dije dubitativa
- No te preocupes que te hago una clase práctica ¡gusano!
En un instante apareció corriendo el esclavo, que se quedó de rodillas ante ella. Miraba hacia el suelo, las manos tras la espalda, y sus piernas abiertas, tan cerca de su Ama, que ella desde su asiento, comenzó a juguetear dándole pequeñas pataditas en su miembro enjaulado.
- Levántate, que nos vas a servir para algo, ¡piernas separadas!
En ese instante, Lilith volvió a sacar las llaves de su canalillo y abrió con un clic el cinturón de castidad del sumiso. Me pareció escuchar un leve gemido de placer mientras ella lo manipulaba y dejaba su miembro al aire. En un momento y una vez libre, su miembro creció hasta alcanzar un tamaño descomunal que me sorprendió, tendría más de 18 cm. A pesar de mi sorpresa y vergüenza me quedé atontada mirándolo.
- ¿Te gusta? Está bien dotado, ¿eh?
- Pues sí... - dije haciéndome la tonta
- Como puedes ver, en cuanto le quito el CB se pone más tieso que un mástil. Este en concreto lleva varios meses sin eyacular, pero al tuyo le pasará lo mismo.
- Hay un problema...aunque Dani la tenga más pequeña, tampoco creo que quepa en este cinturón tan pequeño...
- Espera y verás. Consíguete esta crema en la farmacia. Se usa como anestésico local y es muy potente. Procura usar guantes porque si no perderás sensibilidad en las manos durante unos minutos. - dijo sacando un tubito del estuche y unos guantes de plástico.
A continuación, y tras colocarse los guantes, comenzó a aplicarle un poco de crema en el miembro con un masaje. Sorprendentemente, y tras pasar a penas un minuto, el miembro comenzó a empequeñecer hasta volverse en una mínima expresión. >> Joder, tiene la polla en reposo casi tan grande como la de Dani empalmada... << pensé, excitada.
- Vamos, Ángela, ponle el anillo. Así, primero los testículos, luego el pene.
Así lo hice, me costó un poco, pero lo logré. A continuación, tomé la funda y metí poco a poco el pene en su interior.
- Así, sin miedo, aprieta.
Una vez colocado, Lilith me pasó un candado con una llave.
- Y ahora, la guinda del pastel.
>> Clic <<, se escuchó. No pude evitar sonreír, no era tan difícil como parecía. Me moría de ganas de ver a Dani en la misma situación. Lilith me devolvió una sonrisa y comenzó a dar golpecitos al miembro aprisionado, y pellizcar sus testículos.
- Eah, ya lo tienes ¿cómo te sientes?
- Poderosa...

- Pues esto no es más que el comienzo, ja, ja. - dijo soltando una carcajada.

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