Los hombres en castidad o no siempre deberían de orinar sentados.

En varias regiones de Suecia se enseña a los niños, desde la más tierna infancia, a hacer pipí sentados. Algunos pediatras escandinavos aseguran que, a la larga, es bueno para la salud, ya que estar sentado ayuda a relajarse y modera la salida de la orina, evitando tensar innecesariamente los músculos de la vejiga. Incluso se intentan aprobar reglamentos que obliguen a los hombres a sentarse para orinar. Su impulsor, Viggo Hansen, del Partido de Izquierda, defiende esta postura no sólo porque mejorará la higiene de los baños, sino también porque "reducirá los problemas de próstata y contribuirá a una vida sexual mejor y más larga".
Es cierto que algunos hombres orinan mejor sentados porque esta postura les ayuda a relajar su esfínter, pero otros opinan lo contrario. Es muy variable, y desde el punto de vista médico parece resultar indiferente.
Otra cosa son las razones higiénicas.
Por otro lado, el profesor de urología de la Universidad de Pittsburg Benjamin Davies puntualiza que la orina es estéril, por lo que no hay bacterias en ella. "A pesar de que puede tener mal olor, no se ha comprobado que cause alguna enfermedad". La propuesta puede encontrar más argumentos a favor entre los hombres de mayor edad, que son también por lo general quienes más manchan y los que más tardan en completar la maniobra. Los médicos sostienen, a favor del cambio, que un anciano que se levante por la noche a orinar estará más cómodo y relajado, vaciará mejor su vejiga y correrá menos riesgo de accidente si permanece sentado en la taza mientras realiza el tránsito en esa duermevela.
Las mujeres alemanas tienen un aliado en esta lucha: un pequeño fantasma de plástico adherido al retrete que, cuando el 'infractor' levanta la tapa para orinar, le recuerda en un mensaje grabado que "en esta casa se cobra una multa a quienes hagan pipí de pie". Hay alternativas menos drásticas. Como la escogida por los gestores del aeropuerto de Schipol, en Amsterdam. Una simple mosca pintada en cada urinario consiguió reducir las salpicaduras en los bordes de la taza y en el suelo hasta en un 80%, al ofrecer a los miccionantes un blanco fijo al que acertar durante el proceso de descarga.
Las quejas femeninas por la acreditada incapacidad de los hombres para bajar la tapa del inodoro después de orinar o por su irritante costumbre de dejar rastro de su paso por la taza en forma de salpicaduras y malos olores estan más que justificadas. Existen iniciativas para que los hombres se sienten para hacer aguas menores, igual que lo hacen ellas.
Uno de las últimas en Taiwan, donde por razones de índole higiénica se trata de impulsar una 'iniciativa' que ayude a mantener los cien mil baños públicos de la isla más limpios. Se colocaron carteles sugiriendo este cambio de hábitos entre los usuarios de los mingitorios masculinos.
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