jueves, 21 de abril de 2016

La fantasía de Ana Casta



No sé ni por donde empezar, pero al fin he conseguido hacer realidad mi fantasia sexual de ya ni me acuerdo desde cuando la tenía.
Escribo esto por orden de mi Ama, os explico.
A mí me apasionaba el tema del femdom y la castidad, y un dia encontré una web que se ajustaba a mi fantasia, era la de Control de castidad.
Hace un año, finalmente me decidí y me puse en contacto con control. Tuve que hacer una prueba de ingreso y finalmente me admitió en castidad. Tuve una recaída de dos meses en que abandoné la severa castidad que me imponía control. No podía masturbarme si estaba siendo controlado. Y de hecho ahora ya hace 10 meses no me he vuelto a masturbar.
Bueno para no alargarme, yo quería algo más real, que por email, y le insistía a Control que me buscará una Ama que estuviera por aquí en Almería, que es donde vivo yo.
No sé cómo lo consiguió, pero un día por sorpresa me dijo que si quería probar lo que es estar al servicio de una señora, tendría que pedir un mes de permiso en el trabajo.
Dudé durante unos días, pero era una oportunidad única. Acepté y pedí permiso no remunerado. Y así estoy ahora al servicio de la señora que me ha buscado control de castidad y por un período de prueba de 30 días.
Mi rutina diaria consiste en despertarme todos los días a las seis de la mañana, lo cual ya es un primer castigo, ya que nunca me ha gustado madrugar.
La señora se llama Sofía, y me ha dejado sitio para dormir en el cuarto de planchar, que es la más pequeña de los cuartos de su casa, y a pesar de que tiene habitaciones disponibles. No tengo colchon, sólo una esterilla de esas de hacer yoga, que enrollo cada día, al despertarme para hacer sitio. Duermo sin sábanas ni almohada, y sólo a veces me tapo con una vieja manta, no tengo armario. Mi ropa y mis cosas estan en la maleta rosa con la que llegué. Para dormir sobre la mesa de la plancha, pongo mis cosas, como el teléfono móvil. A mi família les dije que me iba de vacaciones por el camino de Santiago y que ya les iría llamando una vez por semana o si había alguna urgencia me podían llamar al móvil.
Por la noche no tengo permitido salir del cuarto de la plancha, así que tengo un orinal. Desde que entré en la casa no tengo tiempo libre, ni nada para entretenerme siempre estoy ocupado.
Así están siendo mis "vacaciones" desde que acepté la oferta de control de castidad de aceptar ser y vivir mi fantasía de ser interna a tiempo completo. La señora de la casa como ya os he dicho se llama Sofia, es una mujer de unos quince años mayor que yo -sobre 50-, està divorciada; ella no era aficionada a estas cosas del femdom, pero no sé cómo contactó con control de castidad, y la cosa es que aceptó tenerme un mes de prueba. Al llegar me dijo que me trataría como le diera la gana y que, evidentemente, si no me gustaba ahí estaba la puerta. Lo único que me pidió es ver el cinturón de castidad y mi tatuaje. Me dijo que retirara el candado, y ella puso el suyo de color rosa, para asegurarse que no me la iba a cascar en su casa. Me dejó claro que no quería ningún resto de semen en su casa.
Ella a veces me castiga ordenándome que vaya al cuarto de planchar y allí tengo que pasar horas y horas. Ella dijo, que le tendría que pagar 300 €, pues me tenía que dedicar mucho tiempo a enseñarme, plancha, cocina, limpieza, maquillaje, etc.
Tras unos primeros días difíciles, Sofía ha encontrado el tono adecuado para tratarme de forma que yo esté plenamente a gusto en la servidumbre. Ella está en contacto con control de castidad, y algunos castigos me los impone control. Las órdenes a veces son caprichosas o contradictorias; no siempre me presta atención. Me ha dicho que no me va a poner fácil que soporté la relación y que el dinero no me lo devolverá. A veces me da sorpresas que son muy humillantes.
Para acudir a la casa se me exigió que no llevara nada de ropa masculina. Y todos los días debo salir a la calle al menos una vez eso ha sido lo más humillante para mi.
-El día que fuí a casa de la señora me puse mi vestido negro con volantes y un lazo en el cuello con puntilla que yo mismo había cosido por indicación de Control de castidad, era un domingo a las siete de la mañana, momento en que apenas había nadie por la calle.
-Debes ir acostumbrándote a ser una mujer, Ana. No quiero que des la nota como una mamarracha travesti, pero tampoco puedes parecer un hombre normal
Llevo peluca y el collar que yo mismo tuve que coser para que no se me note la nuez.
Sofía tiene un negocio propio. Ella tiene trabajo, mi deber es ayudarla en todo lo que necesite. Pero ella no está obligada a prestarme atención.
Ella ha puesto cámaras de seguridad por la zona de la casa en que tengo permiso estar. Las cámaras se activan por un sensor de presencia. Control de castidad puede seguir a distancia mis movimientos que son grabados segundo a segundo.
El primer día de entrar como sirvienta, tuve que limpiar toda la casa, bajo la supervisión de la señora Sofía, ese día tenía tiempo para mí.
Al día siguiente Sofía me ordenó salir a la calle a comprar, sentí pavor, lógicamente. Dentro de la casa, suelo estar vestida con un uniforme de servicio doméstico, con botones delante, un delantal blanco y el collar del cuello, y la peluca. Debajo, siempre llevo ropa interior femenina: bragas y sostén a juego, -el sostén tiene un precinto de forma que no me lo puedo quitar sin permiso, a pesar de que me aprieta-, medias y una faja para estilizar la figura. Desde hace meses sigo la tabla de ejercicios que me impuso Control de castidad, y estoy a dieta, estoy perdiendo peso como Control de castidad desea.

-Muy bien, Ana. Has limpiado la casa, pero tienes que aprender a cocinar y a coser. Ahora tienes que salir a comprar esta lista de
productos que necesito para que por fín hagas bien ese bizcocho de chocolate, y no te preocupes aquí si tengo un horno adecuado.
-Sí, Señora. pero no tengo ropa de hombre.

Nunca pensé que me harían salir de casa. Al entrar en la casa me dijero que no llevara ropa masculina y yo pensé que estaría todo el tiempo en casa y que saldría al final del mes por la madrugada, igual cómo llegué. Empecé a asustarme, y el cinturón de castidad me impide cualquier erección (llevo 10 meses en castidad).
-¿Qué vamos a hacer entonces?
-No lo sé, Señora Sofía –respondí, siempre de rodillas.
-¿Quieres salir vestida así?
-No creo que pueda, Ama. Me da mucho miedo.
-Pero algún día tendrás que hacerlo, ¿no?
Busca la ropa que tengas más adecuada para salir.
Elegí la falda rosa que un día Control de castidad me obligó a comprar en una tiende hacía meses. Me puse una blusa, y Sofía me acabó de arreglar poniendome algo de relleno en el sujetador y enrollandome bien el pañuelo en el cuello. Debes maquillarte y peinarte bien. Ella me cogió como si yo fuera una muñeca. A ella le encanta ahorrarse trabajo y tener la comodidad de una criada gratis.
-De momento, vamos a hacer lo siguiente. Saldrás conmigo me acompañaras ha hacer la compra, y cuando ya te conozcan en la tienda ya irás sola a comprar.
-También un día iremos de compras… Pero por ahora este va a ser tu ropa para salir hoy.
La camiseta te va bastante ajustada y te se nota el sostén, pero qué le vamos a hacer.
-Hoy sales así porque quiero el probar el bizcocho de chocolate que me ha indicado control que tienes que preparar, pero mañana quiero que salgas con las uñas pintadas, de las manos y de los pies, y te iré poniendo más complementos.
En casa llevaba una especie de bailarinas, para no hacer ruido.Sofía me dijo que las pusiera para salir.
Me dijo que me mirara en el espejo y vi que se notaban las tiras del sostén, aunque como iba sin maquillaje quizá podía pasar de forma relativamente discreta.
-Perfecto, Ana. Ya lo iremos mejorando. Creo que irá bien también para limpiar escaleras del edificio. Ah, ¿no te lo dije? Aquí en la escalera cada mes le toca a una vecina hacer la escalera y este mes me toca a mí, bueno a tí....además de hacer todas las tareas de la casa, debes estar a mi disposición. Va a seguir cursos de cocina y de costura, por youtube. Bueno, te va a quedar muy poco tiempo, realmente.
Pensé que no podría aguantar ese ritmo, pero al menos me quedaba la esperanza de que el contrato era por un mes, y que quizá sería al mismo tiempo el mes más duro y el más excitante de mi vida.
-Venga, ya hablaremos de eso más adelante. Ahora vamos a salir al súper: compraremos los ingredientes para hacer el bizcocho y lo preparas tu todo. Te presentaré a las cajeras, pues vas a ir a comprar todos los días.
Cogió su bolso y me dio el carro de la compra.
-¿No tienes bolso?
-Pues no, nunca lo he necesitado.
-No, no, eso no puede ser. Te daré un viejo bolso mío.
Abrió un armario y un sacó pequeño bolso negro que podía pasar casi por mariconera.
-Así está bien. Venga, a comprar, que luego aún tienes muchas cosas que hacer.
Empecé a temblar y apenas recordaba todo lo que tenía que comprar.
-vamos, Ana. Nadie le importa si eres hombre o mujer. Cada día saldrás a comprar hasta que te acostumbres. Y recuerda debes saludar a todas las dependientas....continuará.

Esta historia es una ficción, pero podría ser realidad. Si alguna señora está interesada en ser la señora Sofía del relato,  y en aceptar tener una criada a tiempo completo durante 30 días, que se ponga en contacto con control de castidad. 

Pd: No hace falta estar por Almería, Ana se desplazará.

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