"Sí Señora", es mi respuesta si no quiero pasar un mal momento.
"Sí Señora", es mi respuesta si no quiero pasar un mal momento.
Me
encuentro de rodillas y con mis manos esposadas a la espalda, la mujer
que me acompaña me abordó en un bar cuando tomaba un par de cervezas
después de un agitado día de trabajo, me dijo que había notado que
llevaba un buen rato en la barra y siempre había estado sólo, por lo que
me quiso hacer un poco de compañía ya que ella también había venido
sola. Angie es una mujer muy interesante, buena conversadora y muy
hermosa, por lo que me sorprendí ya que no es común que una mujer tan
hermosa esté sola. Obviamente accedí a su compañía altamente emocionado
por tener una mujer así a mi lado. Luego de aproximadamente media hora
de charlas y conocernos, salimos a comer algo y luego fuimos a mi casa,
tuvimos una gran noche de sexo y lujuria, quedamos en salir a almorzar
al día siguiente y a media mañana me llamó a mi móvil para cancelar, me
quedé de una pieza, pero me dijo que en la noche podríamos vernos de
nuevo. Sobra decir que me preparé para una nueva noche romántica con
Angie, mi mejor ropa y perfectamente afeitado la llamé a la hora
acordada y de nuevo me canceló la cita, le había resultado un viaje
urgente y estaría fuera de la ciudad por un par de noches, quedamos en
salir en cuanto regresara. Me masturbé un par de veces pensando en lo
que pudo haber sido esa noche y el recuerdo de la noche anterior. Al
tercer día recibí un mensaje suyo en el que se disculpaba por las
cancelaciones y poniéndome una nueva cita, saldríamos a cenar y luego de
un par de cervezas iríamos a su casa.
Esta
vez sí nos encontramos y me sorprendió en la mitad de la comida con una
extraña pregunta. Quería saber si me había masturbado cuando me canceló
las citas anteriores, a lo cual con mucha vergüenza le respondí con la
verdad. Me sentí culpable en ese momento, pero ella me dijo que eso era
lo que esperaba. En ese momento no entendí a qué se refería. Luego de
cenar fuimos a su casa y tuvimos una intensa noche de sexo, me pidió que
me quedase con ella esa noche y accedí. Charlando un poco me dijo entre
caricias que no quería que me masturbara aunque fuera pensando en ella y
quería tenerme a su lado por mucho tiempo, me comprometí a no hacerlo
de nuevo y feliz le dije que estaría a su lado por siempre. Ella sonrió,
aunque me pareció una sonrisa de triunfo, pero no le dí mucha
importancia.
Al
día siguiente en la mañana me fui a trabajar y en la noche de nuevo
iría a su casa, me dijo que ya que teníamos algo de confianza, le
gustaría jugar un poco, ya que el sexo convencional se vuelve aburrido,
me puso una venda en los ojos y luego de desnudarme me llenó de
caricias, yo estaba en el cielo, me dijo que quería que no me moviera y
que me haría cosas que nunca imaginé y que disfrutaría mucho. Con mi
estado de excitación no pensaba mucho, sólo quería tener mi pene en su
sexo y tener mi orgasmo, escuché un sonido metálico y me dijo que me
quería inmovilizar para continuar con esas maravillas caricias. En un
segundo me encontré esposado a su cama de manos y pies, completamente
desnudo y con su sexo en mi cara, mi lengua recorrió su tesoro por el
tiempo que ella quiso y tuvo varios orgasmos, mi pene estaba a punto de
explotar cuando ella comenzó a acariciarlo, pero lo primero que me dijo
es que no quería que me corriera aún, le dije que no podría aguantar
mucho pero ella insistió diciendo que se sentiría muy decepcionada si no
era capaz de aguantarme unos minutos sin correrme, aguanté lo más que
pude pero sucedió lo que tenía que suceder, me corrí intensamente. Ella
se levantó de la cama y me dejó solo un buen rato. Cuando regresó me
dijo que si no quería perderla deberíamos hacer algo pues no esperaba
que aguantase tan poco. Me tuvo en la cama inmovilizado y desnudo hasta
la mañana siguiente, cuando soltó las esposas me dijo que me vistiera y
me fuera, que necesitábamos tiempo para pensar en nuestra relación. Yo
quedé de piedra cuando me dijo que no la llamara, que ella se
comunicaría conmigo pero que no quería que me masturbara hasta recibir
su llamada.
Una
semana después recibí un nuevo mensaje de Angie, quería que fuéramos a
cenar porque necesitaba proponerme algo para remediar la situación. Yo
estaba confundido pero enamorado y obviamente fui a su encuentro. La
encontré más hermosa de lo normal en el restaurante y cuando quise
ordenar mi cena me dijo que ella lo haría por mí, me pareció divertido
que tomase esa iniciativa. Después de ordenar la cena me entregó un
paquete y me dijo que si quería seguir a su lado fuera al servicio y me
pusiera lo que hay en la bolsa, de lo contrario tendría que olvidarme de
ella, al ver mi cara de confusión me dió un gran beso y me prometió que
disfrutaríamos mucho juntos. Lo que había en el paquete que debía
ponerme era una especie de calzón con un aterrador plug que debía
introducirme y ya que mi culo es virgen, le dije que no podría hacerlo
tan fácil y sin dolor, me dió un pequeño envase con lubricante y me
animó a hacerlo antes de que nos sirvieran la cena.
Tardé
un buen rato tratando de ponerme ese calzón y después de mucho tratar y
un gran dolor lo pude acomodar dentro de mí, me sentí muy humillado,
pero Angie valía la pena y debía compensarla por mi poco aguante si
quería continuar a su lado. De esta forma acabamos de cenar y sólo podía
pensar en lo que tenía adentro, luego fuimos a su casa y me desnudó de
nuevo y me volvió a esposar manos y pies a su cama, repitiendo la escena
de la semana anterior, más de una hora estuve comiendo su sexo y
después de varios intensos orgasmos suyos me dijo que hoy no me daría
oportunidad de correrme de nuevo y decepcionarla como la vez pasada. Le
pedí que me sacara el calzón y me puso como condición que no podría
volverme a correr sin su permiso, que si aceptaba tendría que darle
placer con mi lengua cada que lo pidiera para que me permitiera
correrme, excitado como estaba y adolorido por el intruso en mi culo
acepté sus condiciones, entonces me mostró algo que me dejó aún más
desconcertado, algo que nunca había visto antes y me dijo que eso me
ayudaría a cumplir mi promesa. Después de vendar mis ojos trajo un poco
de hielo para bajar mi erección y me pasó algo por los huevos, una
especie de anillo que luego aseguró a una funda en la que introdujo mi
pene reducido por el frío del hielo. Luego de quitarme la venda de los
ojos me mostró un pequeño candado y lo puso sin cerrar en la jaula que
encerraba mi pene. Me preguntó de nuevo si estaba dispuesto a aguantar
sin un orgasmo hasta que ella dijera y de nuevo acepté sus condiciones.
Me liberó de mis ataduras y me dijo que como muestra de mi devoción por
ella quería que yo mismo cerrara el candado, dudé por unos segundos pero
el deseo por ella le ganó a mi sentido común y cerré en candado, aún
recuerdo ese momento, escuchar el click al cerrarlo fue como si
renunciara a una parte de mi cuerpo, pero ella es una mujer hermosa y
vale la pena algún sacrificio. Esa noche la pasé con ella y tomamos
algunas copas de vino, dormimos abrazados y le regalé algunos momentos
de placer, mi pene y mis huevos me dolían por el encierro, le pedí que
me dejara quitar esa jaula y le prometí que no me tocaría sin su
permiso, pero su respuesta fue poner la llave del candado en su collar y
enviarme así para mi trabajo. Sobra decir que no pude concentrarme ese
día, mi mente solo tenía espacio para Angie y al terminar mi jornada
salí corriendo a su casa, estaba divina, tenía una bata de dormir
transparente y mi pene reaccionó al verla, sentí dolor al no poder
completar la erección y ella lo notó, se burló un poco y me llevó a su
habitación. Allí estuve por más de dos horas adorando su sexo, y mis
huevos a punto de explotar reclamaban un poco de atención, entonces me
dijo que sólo me dejaría salir de mi encierro si me portaba bien esa
semana y que tendría mi premio la semana siguiente. Antes de irme en la
mañana me regaló las braguitas que usó la noche anterior y me dijo que
las tendría que tener puestas todo el día, de nuevo me quedé como
piedra, pero no me dió tiempo de pensar y ella misma me puso su regalo,
recordándome mi promesa de portarme bien esa semana, quedamos de nuevo
esa noche y me fui al trabajo. Mi pene sufrió más de lo que podría
imaginar pues su encierro, sumado a tener que sentarme siempre al ir al
baño, y la excitación que me producía tener sus braguitas con su aroma
coparon mi concentración. Todos los días añadía algo nuevo, así fue que
me acostumbré a usar sus braguitas de la noche anterior todos los días y
a dormir con un camisón que también me regaló, el fin de semana llegó y
con él la ansiedad de reclamar mi premio pero antes de poder decirle
nada al respecto me dijo que saldríamos a hacer algunas compras y antes
debíamos hacer algo importante. Fuimos a una sala de estética y me hizo
depilar con cera todo el cuerpo, me sentí morir del dolor y la
vergüenza, luego fuimos a comprar algo de ropa interior ya que me dijo
que no volvería a usar mis boxer, y que además de tirarlos a la basura
debía llenar mi cajón de la ropa interior con braguitas de todos los
estilos y colores y semanalmente saldríamos a comprar algunas para mí al
igual que sujetadores y medias. Yo estaba desesperado por hacerle el
amor como la primera noche y aceptaba sus órdenes sin chistar. Me dijo
que todas las noches debía salir del trabajo para su casa y darle por lo
menos un orgasmo, al llegar debía añadir a mis braguitas un sujetador,
medias y la bata de dormir antes de adorarla, luego de la cena se
convirtió en costumbre que yo limpiara la cocina y así fue poniéndome
tareas cada día, siempre había una excusa para no permitir mi
liberación, yo cada día estaba más desesperado, pero también más
enamorado de Angie, al cabo de dos semanas de encierro me esposó de
nuevo y me quitó la jaula, mi pene agradeció con una formidable erección
al sentir sus preciosas manos acariciándolo, me hizo subir al cielo y
me retó de nuevo, "no quiero que te corras", su orden me dejó perplejo,
no me sentía capaz de resistir sus caricias sin explotar pero ella sabía
lo que hacía y se detuvo en el momento preciso, al cabo de unos
segundos comencé a eyacular pero suavemente, sin la explosión de placer
que yo esperaba, Angie tomó con sus manos todo lo que salió de mi pene y
lo acercó a mi boca, me dijo que siempre debía comer mi propio semen, o
nunca más lo volvería a ver salir de mí. Como un niño, obedecí sus
órdenes tras lo cual volvió a encerrarme en la jaula, me quedé frustrado
y con las ganas de hacerle el amor, ella dice que aún no me he ganado
ese derecho, que debo aguantar aún mucho más para que mi pene llegue
donde mi lengua es visitante habitual. Después de un tiempo nos mudamos a
una casa más grande donde yo hago todos los oficios y siempre bajo su
supervisión, ella sólo revisa que todo esté bien y cada noche me dice
que he hecho mal. Ya no puedo llamarla por su nombre, ella es la señora
de la casa y así siempre debo referirme a ella, de verdad me tiene
agarrado por los huevos, solo hago lo que me pide, me paso mi tiempo
libre limpiando y cocinando para ella además de llenarla del placer que
para mí está negado. Aprendí a vivir a su lado y la adoro, no sabía que
se podría llegar a ser feliz sin tener un orgasmo, sin poder disponer de
mi pene como lo había hecho toda mi vida, sirviendo a una hermosa mujer
como su esclavo personal, recibiendo su cariño, pero también su
disciplina cuando algo no le gusta, no sabía yo aquel día en que me
entregó el paquete en el restaurante que mi vida iba a cambiar de forma
tan radical. Y sí, soy feliz de estar a su lado, Angie, mi Señora me ha
enseñado que el mundo ha evolucionado y que en el futuro próximo las
mujeres dominarán a cada hombre y la forma de hacerlo es controlando su
sexo, negando su placer y especialmente la forma en que los hombres
desperdician su energía masturbándose.
AndyG
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