martes, 24 de julio de 2018

ARTE 9 Autobiografía. Historia real. Memorias y forja de un cornudo casto: Capítulo V - Otra vuelta de tuerca para el cornudo: la intromisión.

PARTE 9

Autobiografía. Historia real. Memorias y forja de un cornudo casto:

Capítulo V - Otra vuelta de tuerca para el cornudo: la intromisión.

(He cambiado los auténticos nombres para respetar la confidencialidad e intimidad de las
personas aludidas, aunque son similares a los reales)

 (Los capítulos anteriores están en mi etiqueta de “kino” de este blog)
A partir de ese momento se cumplieron escrupulosa y estrictamente las condiciones
impuestas por María. Yo vivía solo y exclusivamente por y para ella, le mandaba whattsapps
constantemente, narrándole íntegramente los pormenores de mi vida con gran lujo de detalles, por
triviales y vanales que fueran, todo lo que hacía... le envíaba siete u ocho mensajes cada media hora
(en vez del uno mínimo que ella me exigía)... le relataba hasta lo más insignificante y cotidiano
con pelos y señales, tanto lo mío como lo que atañía a mi mujer... si ella estaba con otro (o yo lo
creyera así)... qué hacía yo en mi trabajo, si me atraía alguna compañera, si iba al wc y qué hacía
dentro (a veces me pedía foto para comprobar si era cierto), a la ducha, si mi esposa tenía la
regla, qué ropa nos poníamos ambos (incluida la interior), con quién salia mi señora... era una
dominación, una posesión... en toda regla... era absolutamente controladora, en cambio María a
veces ni abría los wspps que le enviaba, aunque luego comprobaba que yo los había enviado, ella
me escribía muy poco, ¡y me contaba menos! Se ve que todo lo que tenía que explicar me lo había
detallado en la primera cita... cuando nos conocimos... luego... como que pasaba de mí pero yo
no podía “pasar” de ella... al no poder “tocarme” siquiera, y menos masturbarme andaba siempre
hirviendo, completamente salido y caliente...
Solo me llegaba un mensaje cuando le urgía tocarse su rendijita, entonces me conectaba a skype
rápidamente (para que no se enfadara, aparte de “lo necesitado” que yo estaba de “alivio”)... en
ciber se abría completamente de piernas ante su webcam de alta definición, era un espectáculo que
siempre me compensaba las largas horas de espera, hembra fogosa, ardiente, libidinosa... sus
orgasmos eran espectaculares, cuando le daba el “apretón” se aseguraba de que la viera bien
abierta, despatarrada, bien mojada azotando y pellizcando su pepitilla sin compasión, sobando su
coñito, penetrando su ojete, yo con buen cuidado enfocaba con la cam a mi miembrito (como me
tenía ordenado) para que apreciara que no me la palpaba y que no tenía la más leve erección para
no parecer un pervertido ni derramarme sin su permiso. Le incomodaba tener un “mono
pelándosela” mirando mientras ella disfrutaba (eso me lo dijo textualmente)
Yo era su adorador-casto entregado por completo a su Reina, un monje frustrado venerador
de su Diosa. María era muy posesiva, controladora, calculadora, manipuladora, autoritaria, justo la
dominadora que yo necesitaba.
Como había dispuesto en sus normas, mi mujer y yo ni dialogábamos ni compartíamos
ninguna actividad conjuntamente como matrimonio, ni socialmente (ni como nada)... Por supuesto
dejé de hablar y salir con mi esposa, tampoco eso me representó ningún hándicap, mi mujer hacía
mucho tiempo que me había retirado la palabra, para mi señora era un simple parásito
chupasangres, un insecto vil y abyecto que no tenía derecho a la existencia... mi esposa disfrutaba
su vida independiente (con sus amantes) mientras yo vegetaba en casa esperando ansioso que
sonara algún whattsapp de María para conectarme por webcam para su cotidiano “dedito”.
Cumplía a rajatabla sus órdenes y disposiciones, sus mas mínimos caprichos, pero... ¿acaso
tenía otra alternativa mas atractiva?, ¿alguna otra opción?, si quería “desfogarme” fugazmente,
tener algo del sexo era lo mejor que se me iba a ofrecer en mi vida, sin lugar a dudas... nunca me
iba a ver en otra ni parecida, ni con una hembra de tal calibre!!... eso era más que evidente, estaba
claro...

Cuando era en real, quedábamos en persona y me dejaba eyacular, me pajeaba
normalmente en lugares públicos, eso la excitaba mucho... me la meneó en ascensores, probadores
en tiendas de ropa, o en el mísmisimo el coche en dos segundos (muchas veces cuando el tiempo
era escaso y apremiaba entre que tengo eyaculación precoz y llevaba semanas sin eyacular...), o
en cine, parkings, playa...
Como me derramaba increíblemente rápido, había “poco riesgo” de ser descubiertos... por
ejemplo, si era en el ascensor le daba del 1o al 5o (aunque en el 3o yo ya había terminado y
eyaculado) le sobraba en ese tiempo para “vaciar” mi pequeño sexo. La manera de masturbarme
era muy poco erótica, aséptica, protocolaria, ella ni me miraba... María colocaba un kleenex sobre
la palma de su mano, mi minipito sobre el kleenex, con dos dedos de su otra mano apenas me
rozaba el penecito, dos sacudiditas y me corría... casi sin aumentar de tamaño ni ponerse dura,
eyaculaba antes de estar erecto, entre el tiempo que llevaba en abstinencia y mi eyaculación
ultrafugaz el ritual completo pasaba en un instante... en dos segundos estaba “descargado” tanto
tiempo esperando para... pero bueno!!... no tengo derecho a quejarme, a mi pitín le sobraba!!
Cuando me la cascaba en el coche me la sacaba de golpe y en un par de toquecitos con sus
dos deditos ya estaba lista, yo intentaba disfrutarlo al máximo, pero debido al tiempo de negación,
lo buena que estaba, las ganas que tenía acumuladas... mi eyaculación precoz... los nervios de que
no sabía cuando tendría “otra ocasión”... originaban que el hecho objetivo y constatable fuera que
casi nada mas sacármela María, exponerla “al aire” y sentir el suave tacto de la puntita de la yema
de sus dedos en mi glande, ya me había corrido... María completaba su “obra” siempre con
idénticas preguntas retóricas e hirientes:
...¿¿y ya está?? ¿¿¿Eso es todo??? ...a veces pienso que esa fingida sorpresa solo perseguía el fin
último de rebajarme un poco más... humillarme moral y arruinarme psicológicamente en el
profundo pozo de mis miserias en el justo momento en que mi vergüenza por mi cuestionable
hombría y descrédito como macho se encontraba en su momento “más bajo” (y flaccido)... y con
mi pequeña colillita expuesta ante esa supermujer ¿os ponéis en mi lugar, os hacéis cargo de mi
ridícula situación?.
A esta circunstancia había que sumar que el protocolo de mi “alivio” lo hacía sin
expresividad alguna en su rostro, con indiferencia, como un trámite mecánico de ordeño, como un
patético trabajo rutinario... simplemente dos toquecitos arriba y abajo en el micropito y caían un
par de gotitas de semen en el kleenex. Con un mismo gesto le daba media vuelta a la servilletita
envolviendo raudamente mi minipitín limpiándolo y haciendo el kleenex una bolita de manera
automática agilizando “la tarea” reduciendo la “incómoda tarea” a breves segundos... la pelotita
con mis insignificantes “residuos biologicos” la guardaba en su bolso... a pesar de su poco interés
yo intuía que este anómalo contrato de intercambio le gustaba, era muy poco esfuerzo para ella y
muy rápido... así cuanto mas breve fuera mi minieyaculación, más tiempo podía dedicarle a ella.
Me pajeaba en dos segundos y luego estaba como unos tres cuartos de hora dedicado “a
satisfacer” exhaustivamente a mi musa, a mi poseedora... a mi propietaria.
No se me escapaba la percepción de que a María le agradaba esta situación, que me corriera
enseguida con sus dos deditos nada más tocarmela, le parecía una divertida humillación... para mi
pesar no es que yo le resultara mínimamente atractivo, ni le fuera satisfactorio hacerme mi pajita
desde un punto de vista sexual, simplemente le parecía jocoso, ridículo, ultrajante para mí...
aunque al menos yo captaba que no le asqueaba o le incomodara. Creo que también le gustaba
sentir y paladear el infinito poder que ejercía sobre mí, la estimulaba la dominación en sí misma.
Luego me decía, ya no sé hasta cuando volverá tu colillita a “escupir” pitito, así que recuerda este
instante y reprímete tus ganas de pajearte, ya sabes que los marranillos no me gustan, ¡y no te
toques tu cosita o rompemos nuestro pacto!...
Yo: Por supuesto, María... así será, como siempre, ya lo sabes...

Ciertamente, María me dejaba palparla, acariciarla, besarla, babearla, degustarla, ponía a mi
disposición su ano, su coño, su cuerpo entero sin reparos... masturbarla me resultaba delicioso, era
una hembra lúbrica, prodigiosa, bien fogosa... se dejaba hacer, se abandonaba a mi boca, mis
manos, henchida de gusto, temblorosa, puro sexo, horas y horas de erotismo sin límite para ella
(yo estaba recién eyaculado como ella habia dispuesto para no “disfrutarlo”)... pero podía
acariciarla, tocarla, pellizcarla... poco a poco fui descubriendo y mi Diosa me adiestró en lo que le
gustaba y cómo le gustaba, me convertí en “experto en María”, en lo que ponía bien húmedo y
babosillo su coño, en lo que encharcaba su sexo, en un técnico-especialista de su chochete, era
curioso, a su marido no le permitía tomarla por la puerta trasera pero a su amante Jorge sí (esas
cosas me las contaba cuando estaba caliente justo antes de correrse, para tener un orgasmo aún
mas brutal, no porque me confiara ninguna confidencia o informaciones personales)...
...conmigo le volvía loca que le introdujera uno de mis deditos por el culete nada más
empezar dejándoselo ahí todo el tiempo que duraba nuestro encuentro, en ese instante se le
humedecía el chumino, se mojaba antes de tocarla, percibía mis dedos de la otra mano
impregnados con los flujos de su coñito... me encantaba recorrerle interminablemente, sin
descanso, la rajita de arriba abajo con mi lengua... su botoncito erecto, excitado, rojo de placer,
vibrante, receptivo a mis caricias, agradecido a mis atenciones... dulces flujos de inenarrable
Diosa, incluso sus pechos culminados por sus sonrosados y erectos pezones, duros como piedras,
saborearlos, los chupaba, los mamaba, le daba bocaditos... cuando estaba casi en el climax
introducía el segundo dedito por retaguardia, el éxtasis estaba muy cerca... sus ojos se ponían en
blanco, y su ojete presionaba compulsivamente mis dedos, comenzaban las contracciones de
placer, primero de forma imperceptible, luego convulsiones casi epilépticas e incontroladas que le
recorrían el cuerpo entero... eléctricas... no paraba, su orgasmo era la antítesis del mío.
El preludio de su extasis lo notaba en el dedo (o dedos) que tenía profundamente
introducido en su ano, se aceleraban las contracciones de su perfecto culito, notando cada uno de
sus espasmos mas potentes y rápidos apretando fuertemente, casi con violencia, mi dedo con su
esfínter palpitante, esa presión de su ojete en mi dedo me indicaba indefectiblemente que el
climax era inminente, con la mano que tenía en su chumino intensificaba fuertemente mis caricias
en su coñete destrozando su clítoris... mi mano se empapaba con los caldos que manaban producto
de su gozo... eran auténtico superorgasmos como correspondían a una supermujer...
...era multiorgásmica... no paraba de tener verdaderos espasmos, calambres y
estremecimientos de gozo, notando cada uno de ellos en mis dos manos a la vez, por delante
porque le tenía bien cogido el chichi íntegramente, bien apretado y agarrado a mano llena,
aprisionado dentro de mi puño mojado por sus flujos de placer que destilaba hasta mi codo y por
detrás con mis dedos introducidos en su ojete hasta el fondo... Las corridas que llegaba a tener
eran brutales, bestiales, salvajes... indescriptibles, llegaba a derramarse con una eyaculación,
chorreaba (hasta entonces no supe que una mujer podía eyacular)... en cuanto terminaba su
orgasmo y le realizaba con mi lengua la “función” de “repaso” y limpiado higiénico de su
chochete, me echaba de su lado y me largaba de un brusco empujón rápidamente a mi casa... yo
solo cumplía estrictamente la función de consolador humano.
Me aprendí su sexo al milímetro, mil veces se lo recorrí, se lo comí, degusté, lamí...
introduje miles de veces mis cada vez más adiestrados y hábiles deditos en su interior, por delante,
por “la puerta de atrás”, eficazmente adoctrinados por ella para su “servicio” parándome y
recreándome en su clítoris erecto, rojo, humedecido... nunca paraban de manar sus jugos,
chochete lubricado, fluidos de excitación, realmente gozaba intensamente mis comidas de chichi,
mimos y caricias... hmmmm... placer infinito, sus grititos, gemidos guturales apagados y
exclamaciones de intenso gozo... su primorosa rendijita entregada... inhalando el aroma de su
placer, bebiendo el jugo de su excitación, mordisqueándole su pepitilla que rígida y enhiesta me
mostraba su descarado e involuntario agradecimiento a mis labios... mi lengua incansable...
minuciosa y sabiamente educado por ella y para ella, era buen sabedor de lo que le gustaba, cómo
le gustaba, dónde le gustaba... hmmmmmm... su sabor... y qué sabor!!! Aún hoy lo recuerdo!!.

Sí, definitivamente me convertí en lo que ella deseaba, un “profesional especializado en
satisfacer a María”, un auténtico “especialista en María”.
Tras cada intensísima sesión erótica siempre hacía lo mismo, simplemente se quedaba igual
que cuando llegó, hierática, inexpresiva y me largaba para mi casa de una patada en el culo tras
haberme usado y haberse desfogado... simplemente ya no le era necesario.
A mí no siempre me pajeaba y a veces debía esperar a otro nuevo encuentro a ver si había
suerte en la siguiente cita... era como una mantis religiosa que tras acabar la cópula con el macho
se lo come... pues ella me mandaba inmediatamente a la mierda... me despedía de malos modos
desapareciendo instantáneamente... el único vestigio que me quedaba de lo ocurrido, de que había
sido verdad, era el dulce e inconfundible aroma de sus jugos entre mis impregnados dedos,
inhalando el maravilloso perfume de sus flujos como prueba de que no había sido todo un sueño...
hmmmm... olía incansable su reconfortante aroma transferido a mis manos por su pasión una y
otra vez para cerciorarme, convencerme que no había sido una efímera fantasía de mi calenturienta
mente, un maravilloso sueño del que fuera a despertar de un momento a otro...
Personalmente y, como buen y bobo omega empecé a albergar sentimientos hacia ella,
emociones románticas, enseguida me enamoré (en mi descargo diré que era tremendamente fácil
enamorarse de María), en aquellos tiempos yo era como su perrillo faldero, en general en cuanto
se me daba algo de cariño me entregaba emocionalmente... paulatinamente me producía mas celos
el saber que cada día, cuando se conectaba a la webcam para el cibersexo, venía ya bien saciada y
follada de su oficina por el gran pollón de su Jorge, incluso cuando se tocaba ante mí por skype
pensaba en él y en el “jugoso y extremo” polvo del día que habrían echado... Por otro lado los
fines de semana la taladraba su marido salvajemente... la perforaba sin contemplaciones sin
siquiera esperar a que se humedeciera... simplemente se la metía sin prolegómenos para
descargarse e inmediatamente se dormia tras follársela... qué inmensa suerte tenían.
Me dolían mas esos cuernos que los de mi señora... (con el tiempo me enteré, que con su
marido tenía sexo solo algunos sábados y le producía auténtica repulsión, le repugnaba el solo
hechote de que la rozara mínimamente, le daba tanto asco que su vagina no se lubricaba cuando
la follaba, no segregaba flujo, se quedaba seca y le producía auténtico dolor la penetración) así
que yo era relegado a la tercera opción... siempre y cuando respetara votos de castidad, celibato y
fuera ella quien me descargara mis bolitas. Era obvio que poseerme en cuerpo y alma la excitaba y
divertía, que el hecho de ser un objeto de su propiedad de alguna forma la satisfacía eróticamente,
la estimulaba psicológicamente, aunque sexualmente yo no le interesara para nada... mi
dependencia y esclavitud hacia ella complementaba sus tendencias exhibicionistas y de
dominación. Como me dijo cuando nos conocimos: “Yo era el monje-casto ideal”
Para los que tengáis dudas o hayais albergado alguna mínima esperanza, os diré que,
desgraciadamente para mí, María jamás me dejó metérsela, penetrarla (solo con mis dedos por
delante y retaguardia)... nunca consumé una relación sexual normal y completa.
Por webcam, virtualmente, casi a diario le gustaba hacerse un dedito por skype y a mí me
encantaba verla, yo creo que venía cachonda, que le duraba la calentura de su Jorge de vuelta a su
casa (en la oficina siempre estaba “a su disposición”, “al antojo” de su jefe) y necesitaba una
réplica de su cotidiana follada, como cuando hay terremotos y luego hay replicas, por mi parte yo
esperaba ansioso ese momento de cada día en que se desnudaba lentamente se abría de piernas y se
tocaba la rajita enfoncándose bien la webcam a su chocho recordando los maravillosos polvos que
le había echado su jefe esa jornada... su jefe... el auténtico macho.
Por mi parte, como su sacerdote-adorador célibe y casto solo vivía por y para ella, era la
razón de mi existencia... contándoselo todo, lo que me pasaba a mí y a mi mujer, fuera y dentro de
casa... desesperado mirando el móvil a cada instante y rezando para que me escribiera algo o se
acordara de mí (que no era lo habitual)... teniendo que conformarme con el cibersexo cuando ella
disponía de una coyuntura favorable que aprovechaba para pajearse tranquila y relajadamente,

podía pasarse casi una hora palpándose, se recorría con sus manos su cuerpo íntegro con
detenimiento ante mí, se abría para que mi visión fuera la mejor y en alta definición, se entretenía
en su pepitilla que saltaba desafiante y receptiva al tacto, como un resorte, yo no perdía detalle y a
ella le encantaba que alguien la observara...
Los condicionantes para vernos personalmente eran demasiados... que estuviera de turno la
canguro que tenía contratada para “dejar colocados” a los niños, que no estuviera su marido, que
no tuviera a mano a su Jorge, que le diera un súbito “achuchón” y que se acordara de mi para
calmar su “estado de urgencia vaginal”, eran muchas las variables las que habían de confluir...
pero esa coyuntura era la única manera en la que podía disfrutar de mi Señora y Dueña... en que
mi miembrito podía “vibrar” un poquito, aunque sin eyacular... siempre en castidad, ya me lo tenía
advertido... por mi parte tampoco quería que nadie más se encargara de mi pequeño sexo,
tampoco requería una atención mas continua, mas frecuente, ni mas intensa... cada dos o tres
semanas era más que suficiente para “el mantenimiento” mi nada exigente colillita.
Calmados sus ardores de chuminillo apagaba la webcam inmediatamente sin siquiera
despedirse... aunque yo tenía que estar disponible las 24 horas del día, esperándola, reportando mi
estado cada cinco minutos por si “me necesitaba” o “solicitaba” de mis servicios de mirón para
alguna eventualidad masturbatoria, no voy a negar que me parecía maravillosa esa situación, que
yo también la disfrutaba intensamente sin creer que me estuviera pasando a mí, vivía esperando
ese cotidiano y erótico desahogo... si se producía.
A pesar de mi abstinencia y frustración yo estaba en la gloria... pero el sarcástico e
inexorable destino que nunca duerme, se confabulaba contra mí diseñando otra inesperada vuelta
de tuerca para este casto de nacimiento que os habla... ocurriendo algo extraño (o más extraño aún
si cabe)situación de la que yo, como buen omega, no me enteré hasta que sucedió, y cuando ya era
tarde... e irremediable.
Cuando me llamaba por skype para el rutinario “dedito” yo había de permanecer siempre
en cueros también, no porque tuviera el más remoto interés en verme desnudo ni por mirar mis
irrisorios genitales, sino como signo de mi entrega, de respeto a su autoridad, para que ella no se
sintiera en un plano de inferioridad respecto a mí cuando se “restregaba” con vehemencia el
chuminete aplicándose especial atención a su pepitilla. Básicamente para comprobar que no me
empalmaba viéndola acariciarse su conejito... no deseaba de ninguna manera que me tocara
cuando se autosatisfacía, se masajeaba sus bellísimas tetas o se pellizcaba sus rotundos,
sonrosados y erectos pezones... pero aquel día algo cambió, todo sería distinto... e irreversible.
Ya dije que esta relación no era talmente Ama-sumiso... pero se le parecía mucho, era una
evidente situación de dominación pero descafeinada... o eso creía yo hasta ese día... en que mi
sometimiento se multiplicó exponencialmente, mi sumisión fue mas dura, más obvia y patente,
comenzando a alarmarme realmente mi situación... e incluso tambaleándose mi vida personal,
familiar y laboral.
Mi relación con María duró en total unos cinco años, y rondaba el tercero cuando ocurrió
un hecho extraordinario...

Me encontraba como era costumbre, encerrado en mi habitación de la que nunca salía y a la
que mi mujer nunca accedía, yo era un apestado para ella... María y yo estábamos conectados a
skype para su diario, cotidiano y estimulante esparcimiento erótico y orgasmo, eran sobre las
nueve de la noche, llevaba unos 45 minutos haciéndose su rutinario dedito por cam ante mí (ella
“se daba” su tiempo y estaba a punto de “explotar”), yo sabía que su eyaculación estaba cerca
porque comenzaba a tener espasmos en todo su cuerpo, cuando finalmente se corría siempre se
repetía un idéntico ritual, se enroscaba sobre sí misma convulsionando de gusto y placer...
haciéndose una rosquilla... hasta que “se reponía”, ese día no parecía ser diferente al resto pero...
algo cambió... ya que tras disfrutar de su merecido, bestial e infinito orgasmo... cuando yo
pensaba que iba a apagar la cámara tras “utilizarme” sin dirigirme la palabra como era la rutina,
me comentó inopinadamente:
María: Pitito, enfoca tu cam para que vea el cuarto entero... un ángulo general, que observe
íntegramente tu habitación. Tengo que contarte algo pitito que lo mismo te resulta un puntito...
digamosss... incómodo..., desagradable... he pensado que... que me gusta este tipo de peculiar
relación que mantenemos, que seas como.... Mi adorador eterno, mi monje casto particular... que
dependas de mis caprichos, de mis deseos, me resulta agradable a la vez que excitante, así que
creo oportuno atarte más en corto... y no quería comentártelo estando caliente o mojada mientras
me hacía el dedito diario, no deseaba que tú estuvieras nervioso ni “desconcentrado” para mi
pajita de hoy, ni deseaba estar mojada cuando ocurra lo que indefectiblemente ha de suceder,
quiero actuar racionalmente, “profesionalmente” tener la cabeza fría y el chichi sequito, para
“disfrutar” mas lo que va a ocurrir en un unos instantes...
Yo: Pero... dime María... no entiendo... me estas asustando...
María: A partir de ahora habrá alguien que te vigile más de cerca... una persona en quien confío
y que sé que no me va a engañar, así me aseguro que “te portes bien” y que lo que me cuentas sea
cierto... que te sea muy cercana... también me “agrada” y excita esa situación.
Yo: pero María, sabes que solo me autorizas tú, solo me corro contigo... que yo no...
María: Cállate Pitito, me aburres con tus tonterias!!... solo me vales para lo que me vales!! ¡...y tú
lo sabes, basurilla!, lo único que tienes que saber es que ahora llamarán al timbre y tú abrirás la
puerta tal como estás, EN PELOTAS!!... con tu colín al aire... no has de cubrirte en ningún
momento tu ridículo pingajillo...
Yo (con un hilo de voz): ...pe ...pe ...pero María, por favor... te lo ruego... si mi mujer se entera
me pone de patitas en la calle... yo... yo... lo perdería todo, no puedes hacerme esto... no sabría
qué hacer... no tendría donde ir... todo está a su nombre, el coche, la casa, todo es suyo... te lo
ruego María, por favor... me portaré bien, haré lo que quieras... (ella me veía por la cam, caí de
bruces me puse de rodillas ante ella... lloriqueando para ablandarla, conseguir su clemencia, que
diera marcha atrás en esa descabellada idea).
María: Deja de gimotear, imbécil... además ¡¡ya “haces lo que quiero”, estúpido!!
Yo: ...pero María, por favor... yo...
María (claramente enfadada): que te calles, impotente!!!...
Ding-dong... ding-dong...
(Me quedé petrificado al escuchar que llamaban a la puerta, al comprobar que no era un farol
para asustarme, sino que era real y estaban tocando el timbre... ERA CIERTO!!!)
(continuará)

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