viernes, 10 de julio de 2015

Rodríguez en castidad. Inicio de vacaciones

Estar de Rodríguez, es cuando el marido quedándose solo en su hogar, está obligado a realizar todas las tareas domésticas mientras que su mujer se va de vacaciones con los niños. Esta expresión es muy moderna, pertenece a la segunda mitad del siglo XX y empieza a popularizarse en los años 60 y 70, cuando se produce el cambio social que lo genera: las esposas se toman vacaciones y el marido debe permanecer en la ciudad, acudiendo a su puesto de trabajo. La mayor tragedia de un Rodríguez es realizar las tareas domésticas: el Rodríguez es un inútil, incapaz de cocinar, de planchar, de tener la casa limpia o de hacer funcionar la lavadora. El Rodríguez en general, también aprovecha para llevar a cabo acciones que la presencia de su mujer impediría: salidas nocturnas, intentos de seducción, juegas con los amigos, trasnochar etc. El quedarse solo en casa y sin la vigilancia de su mujer, le permite irse de picos pardos y echar de vez en cuando una canita al aire. Para evitar el escándalo o que su mujer se entere de la infidelidad, siempre que “las amiguitas” le preguntan por su nombre, él responde: “ Me llamo Rodríguez”. No todos los maridos son infieles durante ésos días, pero si es cierto, que la gran mayoría aprovecha para hacer un poco lo que con su mujer les es imposible, como: irse de cañas con compañeros de trabajo, salir por la noche, acostarse de madrugada viendo películas etc…. Y los que aprovechan ésos días para serles infieles a sus mujeres, sin duda alguna, están esperando éstas fechas estivales durante todo el año y llegado el momento se muestran cariñosos y complacientes, incluso diciéndoles a sus mujeres “ cariño, cuanto os voy a echar de menos, pero por el bien de los niños y para que tu descanses, yo me sacrifico y me quedo aquí trabajando “
Cuando escribo esto, yo estoy fuera de casa pensando en mi dulce esposo, Juan, que debe estar aún en la ciudad trabajando. Voy a estar todo el mes fuera, mientras él se va a quedar en casa. Mientras seguimos adelante en nuestra relación, desde que acordamos la práctica de la estricta castidad forzada para él. Pero antes de salir sólo le he prohibido que se ponga la jaula de castidad sin mi presencia. De hecho le dije que le pusiera el candado a la jaula, de tal manera que él no se la va a poder poner. Quiero que se mantenga en castidad sin jaula, y que siga sin masturbarse. El juego que le tengo preparado este verano consiste en que sin aviso me voy a presentar en casa, a cualquier hora. La casa debe estar limpia, e impoluta en todo momento. Toda su energía sexual se la deberá guardar para mi, y aunque en cualquier momento él podria tener sexo con otra confio plenamente en él. Por ello, quiero que él tenga libertad y controle sus impulsos, y evite flirtear con otras mujeres. No quiero que se corra ni que use ninguna jaula. Ha de ser él. En esto soy muy estricta.

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