lunes, 2 de enero de 2017

La historia de Maria José -1-


Desde hace muchos años que me llamó mucho la atención una señora casada y ahijada. Es de mi edad. De jóvenes no nos relacionabamos mucho, pues era de un pueblo cercano. Al casarse, se vino a vivir al mío. Allí fue donde la empecé a conocerla más porque antes no habíamos tenido oportunidad. Es una mujer bajita y morena. Tiene un cuerpo precioso. Muy proporcionada. Una mujer 10, en más pequeño. De esas en que , cuando las ves pasar, te das la vuelta. Seguro. Me fui "enamorando" de ella ... en silencio. Estaba casada, como les he dicho. Empecé a desearla cada día más. Primero sexualmente como se diría … era una tía buena. Pero cuanto más la conocía y hablábamos, más la deseaba, como amiga. Por lo que es, como persona. Es muy buena mujer en todos los aspectos. Como pareja de su marido se los ve siempre juntos y felices (con temporadas de "bajón", como toda pareja). Como madre, siempre preocupada por sus hijos ... al máximo. En el trabajo, como trabajadora social, una gran persona y amiga de los abuelos que cuida. Ella los hace felices y los mima ... y desean volverla a ver. Una gran mujer. Muy amiga de sus amigos y la alegría de todas las fiestas y saraos. Es una muy buena mujer ... y una mujer buena. Por edad que tiene (y haber parido dos hijos como dos soles) tiene un cuerpo impresionante. Yo, desde siempre me he sentido y me considero sumiso. Quizás también por eso, cada vez la deseaba menos en el plan de “echar un polvo”… sino en el poder llegar a ser un sirviente, para una mujer perfecta como ella. El sirviente de una Reina. Lo que deseo más (muchísimo más, que el sexo en sí mismo) es poder hacer todo lo que ella desee. TODO. Pero el que más, de este TODO .. que ella lo supiera y no se enfadara. Me decidí a crear una cuenta en Facebook con otro nombre. En esta cuenta la agregué a ella. Cuál fue mi sorpresa al ver que, en su página tenía cientos de fotos. Me di prisa a bajar todas. Esto, ya fue un motivo más para adorarla y admirarla. Me pasaba horas mirándolas y no me cansaba… A mí me se da bien hacer montajes y trucar fotos. Empecé a hacer alguno con las suyas. Cuando ya tenía varias, me armé de valor y le envié unas cuantas. Ella no se enfadó. Al contrario. Incluso me pasó algunas de bastante picantes de un book que se hizo y que no eran para salir a la luz. Le fui haciendo más y me seguía pasando algunas. Le gustaba. A mí el hacerlas me ayudaba mucho a evadirme de los problemas que tenía acumulados y me daba paz y serenidad el poder "trabajar" para ella. Era ella la que me hacía el encargo y así, también, aprendí mucho para "satisfacerla” mejor. Con el tiempo, y cuando creía que la conocía un poco más (pues se sinceraba y charlábamos por Face), me di a conocer. Le dije quién era en realidad. Desde entonces las cosas no han cambiado. Al principio le supo un poco mal el engaño pero ahora es más abierta que antes. Hace poco más de cuatro años no pude más y le dije bien claro lo que sentía. Le dije que yo sabía, y tenía muy claro, que nunca sería para ella, pero que la quería y adoraba como el que más. Que sabiendo que no era mía, jamás dejaría de amarla. A ella le gustó mucho que me sincerara tanto. Se tomó a bien mis palabras y me dijo que jamás se olvidaría de mí. Quedé muy tranquilo. Sabe que soy sincero, que no me escondo de lo que pienso y que le digo todo. Ara ya más de dos años que un día le envié unas fotos más subidas de tono, con dos sumisos. Me quede de piedra, que si me pinchan no saco sangre, cuando por respuesta me dice ... "te gusta el tema de la sumisión'"? Si me hubieran podido ver. Noté que me ponía rojo como un tomate, sin tenerla delante. Empecé a tener unas sudores extrañas y el corazón me iba a mil. Me la he imaginé como si estuviera, cara a cara y (sincero como soy pensé “que sea lo que tenga que ser”) le respondí que sí. Me dijo que pensaba que yo era sumiso por mi forma de ser y actuar con ella y que me respetaba. Supongo que entendió lo que, para mí, significaba haberle dicho como soy. Estaba muy nervioso. Pero también tranquilo a la vez. Sé que nunca la engañaría y me siento muy bien de haberle dicho como soy, lo que casi nadie sabe. Me sentí muy bien: “Estoy muy orgulloso de no esconderme de nada con ella. Todo lo que me pregunte, por íntimo que sea, tengo que contestarle como hoy. Todo. Con sinceridad”, me dije a mi mismo. En días posteriores, por mucho que lo intente, no supe si le gustaba o no. Tan solo que me comprendía y me entendía. Hasta ahí. Hará cosa de un año, se han trasladado otra vez al pueblo de donde era, pero ahora a un chalet, llaves en mano. Muy bien acabado. Precioso. En la cima de una colina. Al poco tiempo de vivir allí, recibí su llamada diciéndome que un día fuera a ver su casa. Que me la iba a enseñar. Acepte la invitación. Quedamos un dia por la tarde en que ella hacia fiesta. Hacía tiempo que nos veíamos. Entre el periodo de construcción, el traslado, etc, estuvo muy atareada. Llegue y llame. Al abrir, casi me caigo. Unos taconazos en negro, mallas de cuero i corsé en negro. Al ser bajita, (le saco casi dos palmos) me quede pasmado al ver esas tetas y ese canal que casi se salían. Con una amplia sonrisa estiro los brazos i nos dimos dos besos de cortesía. Tras hablar de cosas banales unos momentos, procedimos a dar una vuelta por la casa. Muy bonita. Tenía dos plantes y al ir a la de arriba paso ella delante y yo un escalón más atrás con su culo a la altura de mi cara. Yo estaba caliente como una perra en celo. La seguí. Miramos. Bajamos. Estando abajo en una sala no muy grande pero bonita, nos sentamos en una mesa. Picamos algo que tenía preparado. Nos pusimos un vinito y empezamos a hablar. Recordamos tiempos en que nos mandábamos fotos y nos escribíamos. De repente, sin saber cómo, directamente me dijo: “Un día te pregunte si eras sumiso y me dijiste que si… te acuerdas?”. Yo, un poco nervioso le respondí que sí. Y que solo ella y una o dos personas más lo sabían. Me dijo que, como la casa era muy grande para ella, iba a necesitar ayuda en todo. Pero que como se habían gastado mucho no disponían de dinero para una sirvienta y que había pensado en mí. Helado. Me quede de piedra. Sin reaccionar. Me dijo que si tanto la deseaba y amaba me daba faena, a cambio de poder estar con ella. Que ella estaría siempre atenta y cariñosa conmigo. Que me dejaría ver cosas que, tan solo su marido, ha visto, etc. Pero… que tendría prohibido absolutamente tocarla. Aceptas? Me dijo. Balbucee un si, como no muy decidido… Aceptas? Me volvió a preguntar. Si (respondí más claro) pero… A partir de ahí, me dijo que, su marido estaba enterado. Que no aparecería por allí, hasta que yo llevara un tiempo a su servicio y ya confiara mucho más en ella. Que ella lo quería y que, para mi seria cumplir un sueño. Que lo tenía todo listo. Por última vez y sabiendo lo que te he dicho… quieres empezar a servirme? Si, le dije. A partir de ahora me perteneces y harás todo lo que se te diga y ordene sin rechistar. Eres mi sirvienta. Mi sumisa. Mi amiga. Eres mia. Continuará…

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