jueves, 24 de noviembre de 2016

Relato. Las devoradoras. 1ª parte.

Quien iba a pensar, al ver aquel anuncio, lo que me depararía el destino varios meses después.

Para un sumiso como yo, en búsqueda activa de Ama, el ver en internet un anuncio de una pareja de lesbianas que buscaban un sumiso para entrenarlo y tenerlo a su servicio era una oportunidad única, y que merecía toda mi atención.

“Erika y Ángela. Lesbianas. Buscamos chico sumiso de 25-30 años con experiencia en servidumbre y que acepte de buen grado el adiestramiento y los castigos. Los interesados deberán remitir una  presentación completa en el correo que indicamos a continuación. Después de las pruebas de selección, el sumiso elegido pasara a vivir a nuestro servicio.

¿Vivir con una pareja de Amas? El sueño de todo sumiso; y por supuesto, una oportunidad que merecía la pena pelear. Preparé una presentación de la mejor manera que pude, incluyendo todos los datos, mis prácticas favoritas, mi disponibilidad y predisposición y, por supuesto, mis límites. La envié al correo indicado y unas horas más tarde recibí la contestación.

En la esperada respuesta se me ordenaba asistir el viernes siguiente, a las diez de la noche, al club Edén, un local famoso en la ciudad por su ambiente sado y fetish.

Los días restantes se me hicieron eternos, apenas lograba concentrarme en nada de lo que hacía y los nervios me acompañaron en todo momento. Cuando por fin llegó el viernes, el corazón parecía que se me iba a salir del pecho. Intenté controlarme todo lo que pude hasta la hora de la cita, y media hora antes salí de casa con la esperanza de que todo saliera bien.

Llegué al Edén con cinco minutos de adelanto; siempre me había gustado ser puntual, y en este caso sabia que esa faceta mía podría darme algún punto a favor. Llamé suavemente al timbre del local, y tras unos instantes, un hombre abrió la puerta. Tras decirle el motivo de mi visita, este me acompañó a una sala, donde me senté junto a un par de chicos, los cuales deduje que venían a lo mismo que yo.

Durante los cinco minutos siguientes siguieron llegando aspirantes, hasta llegar al número de veinte que fueron aceptados a la hora límite. Ninguno de los que estábamos allí pronunció palabra alguna durante los instantes de espera, pero la expectación por ver a las Amas era grande.

Poco después se abrió la puerta de la sala y entró una mujer alta, rubia, con un vestido negro ceñido que resaltaba su escultural cuerpo, botas de tacón alto que goleaban el suelo con mucha clase, y un marcado aire dominante que se veía a distancia.

̶A cuatro patas y mirando al suelo, gusanos  ̶ordenó la mujer.

Todos obedecimos al instante, sin dudar; y ella pareció disfrutar durante un instante ante la vista de una veintena de hombre arrodillados ante ella.

̶Mi nombre es Erika; pero vosotros me llamareis Ama. Estáis aquí porque queréis cumplir un sueño, el que mi pareja y yo concederemos a uno de vosotros; solo a uno. Y por eso vamos a someteros a varias pruebas de adiestramiento y selección. Os aviso que serán pruebas duras, que se prolongarán durante bastante tiempo, y que estarán dirigidas a eliminar de vosotros lo poco que os quede de virilidad, y convertiros en un animal de servidumbre aprovechable para mí y mi pareja durante el tiempo que estimemos.

Todos escuchábamos con atención, sin apartar la mirada del suelo, y expectantes ante las explicaciones de esa diosa rubia que nos hablaba.

̶En cualquier momento se os ofrecerá la posibilidad de abandonar cualquier prueba en la que estéis inmersos, pero eso os eliminará del proceso de selección, y por lo tanto de la posibilidad de pasar a nuestra propiedad. Si no os presentáis  a cualquiera de las pruebas, sois eliminados del proceso de selección. También seréis eliminados si me faltáis a mí o a mi pareja al respeto durante cualquiera de las pruebas, o si  no cumplís cualquier de las órdenes que os pueda dar tanto ella como yo. ¿Queda claro, gusanos?

̶Si, Ama  ̶respondimos al unísono.

̶Muy bien gusanos  ̶respondió ella̶ para la primera prueba vais a desnudaros completamente, dejareis la ropa doblada donde estáis y me seguiréis hasta la siguiente sala. Si alguien no quiere hacer lo que ordeno, que se ponga de pie y salga del local. Tenéis un minuto.
Nadie pareció pensárselo mucho, ya que al poco tiempo los veinte aspirantes seguíamos a cuatro patas a Erika, que nos condujo a la sala contigua, donde pude observar un gran número de jaulas de reducido tamaño.

̶Veis las jaulas, gusanos  ̶replicó Erika̶ quiero que todos elijáis una y os metáis dentro. ¡Vamos!
Ninguno de nosotros se hizo de rogar, y en menos de un minuto todos los sumisos estábamos encerrados en nuestras respectivas jaulas.

̶Muy bien, gusanos  ̶dijo Erika̶ escuchad con atención. Todas las jaulas tienen un botón interior. Cuando alguno de vosotros quiera salir y abandonar la prueba, no tiene más que pulsar dicho botón y se abrirá la puerta. Para mi pareja y para mi es muy importante que nuestro futuro sumiso sepa el lugar que le corresponde, y pase largos periodos de tiempo en el. La jaula es el lugar que le corresponde a un sumiso cuando no está sirviendo a su ama, por lo que la prueba que vais a intentar superar hoy es muy sencilla. Espero que no tengais prisa, gusanos; porque para pasar esta prueba deberéis ser uno de los diez sumisos que más aguante dentro de la jaula. Buena suerte gusanos ̶dijo mientras se encaminaba a la salida.

Las jaulas estaban colocadas de tal manera que todos los sumisos podíamos vernos los unos a los otros. No iba a ser fácil aguantar horas y horas metido en una pequeña jaula, pero si quería ser un buen sumiso; si quería ser su sumiso, aquello era algo a lo que me tendría que acostumbrar…


Continuará.

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