domingo, 24 de mayo de 2015

Castidad al servicio de mi suegra.

llevaba varios años en paro, pasaba mucho tiempo en casa, mientras mi mujer trabajaba.
Mi mujer había descubierto que me masturbaba repetidamente cuando ella no estaba en casa y que incluso cogía su ropa interior. Ella se sintió muy molesta y traicionada, pero yo le dije que no podía evitarlo que me aburria en casa...., medio en broma le dije que tal vez quisiera ponerme un cinturón de castidad para que mi pene fuera suyo en exclusiva.
Ella nunca vió nada bien el tema de la masturbación, pero mucho menos que cogiera su ropa cuando ella no estaba. Me dijo esto se iba a terminar. Creo que debes aprender de una vez por todas saber lo que significaba ser mujer y el respeto que se le debe tener.
Ella me contó que lo había hablado con su madre y que ella había encontrado una solución a nuestros problemas, donde todos saldríamos ganando. Le pareció el tema del cinturón de castidad que yo había propuesto como muy acertado y si me aburría tanto y quería saber que era ser una mujer lo sería, pero que trabajara para ella en su casa. Recientemente la interna que tenía se había vuelto a su país y estaba buscando a alguién de confianza. De este modo fué como mi suegra sacó la posibilidad de literalmente hacer realidad mi deseo de convertirme en una mujer pero no podia masturbarme nunca en su casa. Su idea era que me quedara en su casa como una interna de lunes a viernes, como su personal criada para todos los quehaceres de la casa.
El plan de mi suegra comenzó con la llegada de un cinturón de castidad que había encargado para mi. Luego me hizo ir a comprar ropa de mujer para mí e incluso una peluca, me acompañaron mi mujer y mi suegra. 
Al llegar a casa de mi suegra me dejó claro que cuando me pusiera la ropa era la criada todo el tiempo, y tendría que interpretar mi papel todo el tiempo que estuviera allí vestido de mujer. Ella empezó supervisando mis tareas y corrigiendo mis fallos, así fué como iba aprendiendo a hacer mis tareas diarias de cocina, limpieza y planchado, y a comportarme y vestir como una criada.
Cada día cuando llegaba a casa de mi suegra mi esposa para comer, me ignoraba pues tenían que interpretar su papel todo el tiempo. Cuando llegaba el fin de semana libraba, volvía a casa vestido de hombre y ya no quedaba en mi nada de rastro de mujer y apenas ya me sentía con ganas de volver a vestirme de mujer.
Mi suegra cada semana me trataba con más firmeza y dureza mis descuidos y desidias, pero no sé si fue al estar en castidad, pero tuve un gran espíritu de superación para ser cada día mejor en mi trabajo y comportamiento.

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