viernes, 8 de mayo de 2015

La castidad en la práctica de la dominación femenina.

SU MOMENTO. Lo primero que debe entender el hombre en castidad es que no estás interesada en su placer. Estás más interesada en producirle castigos y dolor. El placer hace débiles a los hombres. El castigo los motiva. Debes de castigar y producir dolor siempre y en todas las ocasiones. Cometes el error de mezclar y solapar tus sentimientos con tus obligaciones. Someter debe ser tu cometido y punto. Cuando se le permita que tenga placer, que repito siempre debe ser delante tu presencia. Como consejo personal y por experiencia, es mejor que seas la encargada de tocarlo y llevarlo a su eyaculación. Me explico, seguro que te habrás dado cuenta de que el hombre cuando se masturba lo hace con tal pasión y necesidad que cuando termina está casi muerto. Ello se debe a que están en una tensión sexual y emocional muy grande. No es bueno que el sumiso tenga excesivo placer. Siempre debes tener el control y sobre todo que el lo sepa tambien. Encárgate de aprender como ordeñarlo a tu gusto para que pueda eyacular de una manera pausada y casi sin orgasmo. El masaje prostático es el ideal ya que el sumiso expulsa su semen sin tener orgasmo. Ello hace que esté excitado con la mente continuamente y por consiguiente mimándote y adorándote sin parar. Si lo que quieres es que tenga algo de placer, aconsejo que sea en pequeñas dosis y sobre todo no permitas que él lo haga. Cuando sea “su momento” que no te vea desnuda. Vístete para la ocasión. Utiliza lencería que transparente tu cuerpo o látex y botas o sandalias que el hombre deberá lamer o besar. Solo deben ser visibles principalmente tus manos y pies. El hombre debe estar constantemente agradeciendo a la Señora el que se le permita obtener placer y sobre todo el privilegio de haber sido el elegido para estar a tus pies y servirte. Un buen adiestramiento lleva aparejado que el hombre casi ni se toque. Y si es así, debería ser ordeñado tanto por la mujer o por algún aparato exprofeso para ello. Ordeña al esclavo con algún guante. Realiza movimientos lentos y pausados. Él lo hace frenéticamente y tiene que aprender los movimientos que tú le impongas. Eso es control. Haz que se ponga a cuatro patas y con los testículos bien apretados y el cinturón de castidad puesto. Hazlo lentamente para que la eyaculación sea más dolorosa. Procura poner algún tipo de bol o cuenco para la ocasión y que en él deposite sus jugos. Acostúmbrale a que beba siempre sus fluidos aunque a él le haga estragos beberlo.

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